Macbeth en Barcelona

Erwin Schrott como Banquo en la producción de Jaume Piensa de Macbeth de Verdi

Febrero 20, 2023. Hubo una versión reciente, dispareja pero interesante, del impactante título verdiano. No se veía la necesidad de otra, y menos con una nueva puesta en escena que al parecer ha costado un dineral. Pero se quería tener al gran escultor y artista plástico Jaume Plensa no solo en las nuevas puertas del Gran Teatre del Liceu sino como director escénico. 

Lo primero sigue siendo cierto y esas cabezas monumentales que tan bien sabe realizar –y que por si fueran pocas están también, tres de ellas, en el salón de los espejos del Teatro— tienen un gran impacto, pero no son, a lo sumo, más que decorado. No hay prácticamente más que alguna tela y algún árbol, lo que deja el inmenso espacio escénico desierto (un disparate para las voces) y tampoco hay una dirección de personajes o concepción teatral dignas de ese nombre. Las letras, otro elemento fundamental, que forman parte de los vestidos de las brujas o de las cabezas, terminan siendo reiterativas, y la coreografía es o pura gimnasia o puro lugar trillado (concebida por Antonio Ruz).

La dirección musical fue encomendada a Josep Pons, que sin ser un verdiano probado, lo hizo mejor que en el Don Pasquale que inició la temporada, aunque cayó varias veces en la tentación de que “más fuerte es mejor”, y algunos tempi (como los del preludio) estuvieron exageradamente lentos. Tampoco acertó con las escenas de las brujas, en las que además, por lo general (salvo en el tercer acto), el coro femenino resultó (deliberadamente, supongo) débil ya que en los otros momentos todo el cuerpo estable del Teatro tuvo una buena actuación (como la ejecución material de la orquesta), preparado como siempre por Pablo Assante.

Hubo dos repartos y hasta tres protagonistas femeninas. Esta reseña es del segundo elenco (habrá otra sobre el primero) en el que Anna Pirozzi y Carlos Álvarez, por distintos motivos (no anunciados) y en distintos momentos, cancelaron sus respectivas actuaciones. Ekaterina Semenchuk como Lady Macbeth es una mezzo aguda y cantó bien, aunque usó sus graves con prudencia y evitó algún sobreagudo molesto. Mucho más convincente su prueba que la de Zeljko Lucic en el rol protagónico que tuvo, obviamente, más problemas vocales que en su anterior Scarpia y menos posibilidad de disimularlos: sus agudos gritados y desafinados fueron casi una constante y la experiencia no bastó para facilitar las cosas en la medida en que nunca ha sido un gran artista ni fraseador. 

Siendo así, lo mejor de la noche fue el Banquo de Erwin Schrott, con voz cada vez más poderosa y ancha, bien timbrada y tratando de hacer algo con su personaje (sus apariciones mudas tras el asesinato de su personaje son un buen ejemplo). Así, el mejor momento de la noche fue su gran escena y aria en el segundo acto. Lástima que Verdi (y Shakespeare) lo mataran después. 

Celso Albelo fue un buen Macduff, especialmente en su aria (no en el recitativo precedente) y Fabián Lara demostró en Malcolm su valía pero también su pobre comportamiento escénico. Queda por nombrar la Dama de honor de Gemma Coma-Alabert, empeñosa y valiente, aunque a su personaje fue concebido de manera contradictoria, primero como si fuera ella la mujer o amiga de Macduff (no siéndolo claramente), y luego volviendo a ser la sirvienta de la Lady. 

David Lagares se encargó de los roles menores y fue interesante, salvo en el Doctor, que es muy grave para él (en mi opinión es un barítono). Mucho público, que parecía estar por Plensa sobre todo y que aplaudió (equivocándose) a rabiar el ballet y dejó pasar arias por evidente desconocimiento.

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