Mefistofele en Budapest

Erwin Schrott (Mefistofele) y Gabriella Létay Kiss (Margherita) en Budapest © Nagy Attila © Nagy Attila

Abril 3, 2022. Cinco años de espera, cinco años de funciones en el teatro hermano, el Teatro Erkel, mucho más grande de capacidad y de estilo art deco, mientras que el teatro restaurado lució en todo su esplendor neoromántico luego de un trabajo artesanal de precision y calidad impecables. 

La primera función de Mefistofele de Arrigo Boito fue una prueba difícil, como lo hubiera sido para cualquier otro teatro, pero desde el comienzo se notó el buen gusto, la calidad de los cuerpos estables y el resultado fue un triunfo. Mefistofele no es una obra fácil: desde el punto de vista vocal, requiere tres cantantes-actores de calidad, un coro dúctil de bueno sonido y una orquesta que pueda tocar el lenguaje especial de Boito sin cubrir a los cantantes.

El comienzo fue promisorio, con coro montado a los costados y a varios niveles, y los bronces ubicados a lo alto. La orquesta suntuosa bajo la batuta cuidadosa y atenta de Antonello Allemandi sonó transparente y dejó escuchar a los cantantes. Como el personaje central, Erwin Schrott dominó la escena con su físico imponente, su larga chaqueta de cuero negro y una voz poderosa y de bellísimo color. Schrott es un verdadero basso cantante y sabe usar sus medios. Como actor, prefirió hacer un Mefistofele que se las sabia todas, y mientras que divirtió tambien restringió la dimensión dramática de su rol. En escena tendió a ser un poco estático. 

Sung Kyu Park fue Faust, un rol que requiere un tenor de excelente registro agudo, y Park lo tuvo. He aquí un tenor que pudo con el rol desde todo punto de vista, aunque quizás su físico no lo favoreciera del todo, pero desde el punto de vista vocal Park convenció plenamente. 

Todo el mundo conoce a la Margherita de Goethe. Es una joven que desea algo especial en su vida, y es a la vez un símbolo de juventud y de los deseos de Faust. Tanto en Gounod como en Berlioz, Margherita es un estereotipo —simpático, dramático, conmovedor—, sí, pero un estereotipo al fin. Con Boito las cosas cambian: su Margherita es un personaje creíble, lleno de vida, de ansiedad, sabe sufrir como una persona de carne y hueso. Para esto se requiere una cantante de registro lirico spinto, que sepa moverse en escena con convicción. Gabriella Létay Kiss tuvo todo eso, sumado a un poder dramático muy personal que provocó más de una lágrima y a una voz conmovedora que llenó el teatro. 

De todas las Margheritas, la de Boito es la más humana. La producción de Kovalik Balázs usó una torre formada por dos helicoides por donde subía y bajaba parte del coro, o los bronces con su constante presencia desde lo alto. La orquesta del teatro es de muy buena calidad, con buenas cuerdas y excepcionales bronces. Su director, Antonello Allemandi, los condujo con atención al detalle, con muy buen fraseo, siempre atento a los cantantes y siempre con un espíritu de conjunto. 

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