?? Piotr Beczała en Barcelona

Sarah Tysman y Piotr Beczala © Mikel Ponce

Mayo 13, 2021. Piotr Beczała —acompañado al piano por Sarah Tysman— volvió a presentarse ante el público del Palau de la Música con un programa casi idéntico al de la última vez (hace tres años). Es una lástima que un cantante tan consumado no nos haya proporcionado nuevos ejemplos de su arte. Lo malo es que sus seguidores, que lo aman con justa razón, solo parecieron despertarse (como la última vez) ante los números operísticos, que de hecho fueron distintos de los anteriores… Como si en un programa todo italiano, que pocos cantantes hoy se atreven a presentar al público, los nombres de Respighi, Donaudy, Wolf-Ferrari y Tosti fueran poca cosa (solo ‘L’ultima canzone’ del último concierto consiguió un éxito similar a las arias, dado su marcado carácter operístico y, me temo, porque ofrecía muchos agudos, que no es lo único que aporta este gran tenor polaco).

Incluso aplaudieron frenéticamente tras la primera estrofa de ‘Di’ tu se fedele’ de Un ballo in maschera de Verdi y me temo que no por impaciencia por aplaudir, sino por pura ignorancia; y mejor le fue a la gran aria de Luisa Miller. Ambas óperas y arias las ha cantado varias veces, y la primera de Cavaradossi en Tosca nunca la había cantado aquí (la segunda abrió los bises). Terminó el concierto con el aria del último acto de Andrea Chénier (obra que no ha cantado aún, pero de cuyo gran dúo del segundo acto y de esta misma aria nos ha dado muestras de sobrado interés en septiembre pasado en el Liceu).

Es cierto que Beczała ha estudiado a fondo los programas de los recitales de colegas ilustres de tiempos no tan recientes y otros más cercanos; y en su carrera el canto de cámara es algo “tardío”, pues solo la ha desarrollado en los últimos diez años. Pero hace tiempo que no recuerdo a nadie que tuviese el atrevimiento de consagrar toda la primera parte a la canción italiana (algunas conocidas, las menos), tratada con el debido respeto sin hacer una exhibición circense de agudos (que hubo, claro, y con qué brillo y facilidad). A Donaudy siguieron perlas raras de Wolf-Ferrari y de Respighi para terminar con tres números “populares” de Tosti. Cantó con articulación clarísima del texto, aunque con partitura a la vista, lo que restó algo de espontaneidad.

En las arias volvieron a impresionar los agudos firmes y brillantes, el ahora más poderoso centro, el terrible salto al grave en el aria de Ballo y el sublime fraseo del aria de la Miller (sin recitativo; lástima).

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