Il trittico—Puccini

Asmik Grigorian (Lauretta/Giorgetta/Suor Angelica), Misha Kiria (Schicchi), Karita Mattila (La Zia Principessa), Roman Burdenko (Michele), Joshua Guerrero (Luigi), Alexey Neklyudov (Rinuccio)
Wiener Philharmoniker; Franz Welser-Möst
Unitel editions CD

Estrenada el 18 de diciembre de 1918 en el Metropolitan Opera House de Nueva York, Il trittico está conformado por tres óperas: Il tabarro, Suor Angelica y Gianni Schicchi. Cada una de ellas dura menos de una hora y fueron escritas por Puccini a partir de 1913. La primera que escribió fue Il tabarro y Giuseppe Adami se encargó del libreto. La terminaron en 1916. 

En 1917 se inició la creación de las otras dos a cargo del libretista Giovacchino Forzano, quien redactaría los libretos de Suor Angelica y Gianni Schicchi. Esta última está basada en un pasaje de la Divina Comedia de Dante y es una ópera cómica (la única que compuso Puccini) que, generalmente, se llega a representar también en solitario, sin hacer las otras dos óperas. Es la que más éxito tuvo desde su estreno y la que la crítica más halagó.

Il tabarro (La capa) está basada en la obra de teatro de Didier Gold La Houppelande (El manto) y la acción se lleva a cabo en París en una barcaza sobre el Sena en 1910. Es la primera de las tres óperas, según el orden en el que generalmente se representan. Le sigue Suor Angélica y culmina la velada con Gianni Schicchi. 

En esta nueva puesta de Christof Loy para el Festival de Salzburgo de 2022, el regista alemán decidió cambiar el orden en el que se presentan, iniciando con la comedia, para seguir con Il tabarro y terminar con Suor Angelica (Sor Angélica). La razón para esta alteración del orden tradicional tiene que ver con la visión de Loy sobre cada obra. Para él, Schicchi es “muy trivial” y Angelica es la “más impactante”, dejando el intenso drama de Il tabarro en el medio. Esto cambia totalmente la sensación que el espectador siente al ver las tres óperas en este orden.

Puccini: Il trittico del Festival de Salzburgo

Hay veces en que los tres papeles principales femeninos los interpretan tres sopranos distintas, y hay ocasiones en que una sola soprano canta las tres óperas en una misma noche. En esta función en video, la soprano lituano-armenia Asmik Grigorian se une a la lista de sopranos que han interpretado los tres roles protagónicos femeninos en una misma función. Pocas sopranos han realizado la valiente hazaña de cantar a Giorgetta, Angélica y Lauretta en vivo en una misma noche. Algunas de ellas han sido Renata Scotto (Met, 1981), Catherine Malfitano (Chicago, 1996), Teresa Stratas (Met, 1989), Patricia Racette (San Francisco, 2009) y Amarilli Nizza (Módena, 2007). 

En esta producción, además de Grigorian, se cuenta con un elenco de primera en cada una de las óperas, y hay algunos cantantes que aparecen en más de una de las obras en distintos roles. Aunado a esto, el concertador austriaco Franz Welser-Möst está al frente de la Wiener Philharmoniker, que siempre es una garantía en el aspecto musical. 

Gianni Schicchi, pues, inicia la velada con una puesta en escena actualizada: ya no en la Florencia del siglo XIII sino en aquella del siglo XX, entre las décadas de 1930 y 1940. El enorme escenario del Grosses Festspielhaus de Salzburgo es difícil de llenar y en óperas como estas —que necesitan de espacios más “íntimos” para concentrarse en los personajes y la trama—, es visualmente interesante observar cómo Loy empleó el escenario. Con pocos elementos y usando las luces, creó una atmósfera más pequeña de lo que es. Solo unas sillas a la derecha, una cama al centro, una puerta, un refrigerador y un ventanal a la izquierda es todo lo que se ve de la mansión de los Donati. 

Loy caricaturiza a esta familia a quienes, en el momento de la muerte de su pariente Buoso Donati, están comiendo espagueti, mostrando la hipocresía de su “duelo” y retratándola como una familia de doble moral. Esta ópera depende mucho del ensamble de cantantes que interpreta a la familia Donati, cada uno con sus características específicas. Loy los hace actuar con naturalidad y tiene buen timing cómico en varias de las escenas. Entiende muy bien que las situaciones son las que son chistosas, y no los personajes.

El barítono georgiano Misha Kiria es un carismático Gianni Schicchi; de voz robusta, pero aterciopelada, con mucha vis cómica y excelente dicción. Muestra un personaje rico en matices, con cambios de humor, agudeza y picardía. Aunque es un rol que se asocia más con lo histriónico, es siempre un deleite escuchar una voz fresca y de timbre atractivo como la de Kiria. En su corta intervención como Lauretta, Grigorian canta la famosa aria ‘O mio babbino caro’, mostrando su bien timbrada voz.

El tenor ruso Alexey Neklyudov tiene una voz de tenor lírico puro y hace un Rinuccio apasionado. Canta con buen gusto su aria ‘Avete torto… Firenze è come un albero fiorito’, aunque la voz es un poco ligera para la densa orquestación pucciniana. Se acopla bien en el duettino ‘Lauretta mia’ al final de la ópera. 

La mezzosoprano albanesa Enkelejda Shkosa canta el rol de Zita con gran presencia y un registro central sonoro. Ella es la otra cantante que, junto con Grigorian, canta en las tres óperas. Completan el elenco de los Donati Lavinia Bini (Nella), Caterina Piva (La Ciesca), Dean Power (Gherardo), Iurii Samoilov (Marco), Scott Wilde (Simone) y Manel Esteve Madrid (Betto di Signa).

Después de reír un rato con los Donati, Loy nos transporta en la segunda parte a la cruda historia de Il tabarro. Asmik Grigorian es una Giorgetta llena de sutilezas histriónicas que enriquecen su poderosa interpretación vocal. Aunque su instrumento no es el de soprano dramático, logra darle cuerpo a su voz para afrontar la intensidad dramática del rol y para interpretar apasionadamente su aria ‘E ben altro il mio sogno’ a dueto con Joshua Guerrero (Luigi). Este tenor se está adentrando cada vez más en el repertorio lírico spinto y este fue su debut como Luigi y en el Festival de Salzburgo. Su Luigi es un ser atormentado y melancólico. Afronta muy bien este rol, y canta con intensidad su aria ‘Hai ben ragione’ y su dueto con Grigorian ‘Luigi, o Luigi’. Hay una excelente química entre ellos y eso ayuda mucho para mostrar la pasión ardiente que sentían Luigi y Giorgetta. 

El barítono ruso Roman Burdenko es un Michele joven y no está caracterizado como un hombre mayor, así que la dinámica en el triángulo amoroso con Luigi y Giorgetta adquiere otra perspectiva. Tiene una voz lírica con timbre robusto y da todo en su aria ‘Nulla, silencio’, llevando su instrumento al límite. Enkelejda Shkosa canta una tierna La Frugola, Andrea Giovannini es Il Tinca y Scott Wilde interpreta a Il Talpa. 

En el final de esta ópera, Loy comete su primer error escénico de la velada y dirige el descubrimiento del cuerpo de Luigi bajo el abrigo de Michele y la reacción de Giorgetta de una manera torpe.

Cierra la velada Suor Angelica, un tour-de-force para cualquier soprano y es aquí donde Grigorian hace gala de su ya conocida maestría para actuar y adentrarse en un rol. Al principio, su Angelica es discreta, pensativa y muestra en su mirada todo el sufrimiento que lleva cargando desde hace siete años por el hijo que le arrebataron y por el abandono de su familia. La parte verdaderamente fuerte para Angélica viene casi a la mitad de la ópera, con la llegada de la Zia Principessa, en este caso interpretada por la gran soprano finlandesa Karita Mattila, para luego pasar al aria ‘Senza mamma’ y luego culminar con la muerte de Angelica.

Asmik Grigorian: “Senza mamma” de Suor Angelica (Puccini) 

Grigorian y Mattila sacan chispas en la escena de la confrontación entre tía y sobrina. El rol de la Zia generalmente se le asigna a una mezzosoprano o a una contralto. Pero Mattila hace un gran papel, usando su voz de soprano ya de carácter, imprimiéndole al rol la autoridad y fuerza requeridas. La escena final es desgarradora y Grigorian muestra cómo es capaz de cantarla de una manera elegante, llena de matices y colores en la voz, sin gritar ni hacer aspavientos. 

El planteamiento escénico que le dio Loy al final es bastante controversial porque aquí Angelica se suicida, pero al saberse en pecado por haberse quitado la vida con un brebaje, se pincha los ojos con unas tijeras. Segundos después de que hace esto, un niño (su hijo) aparece, corre hacia ella, la abraza y ella se da cuenta que, en realidad, su pequeño está vivo (ya que lo está tocando con sus propias manos). Esta escena trágica le resta espiritualidad y pureza al final originalmente planteado por Puccini y Forzano. Es Grigorian y su fascinante interpretación de Angelica la que salva esta “innovación escénica”. 

Del elenco de monjas, mención aparte merece la Celadora de Enkelejda Shkosa y la participación de una legendaria mezzosoprano como la Abadesa: Hanna Schwarz. Gran trabajo orquestal por parte de Franz Welser-Möst con una Wiener Philharmoniker que toca con un sonido grandioso, musicalidad, matices y que pinta cada una de las bellas melodías de Puccini con refinamiento y arte. Una muy interesante nueva versión de estas tres óperas.

Compartir: