Florencia en el Amazonas en Nueva York

Escena de Florencia en el Amazonas en el Metropolitan Opera, con Gabriella Reyes (Rosalba), Mario Chang (Arcadio), Ailyn Pérez (Florencia) y Nancy Fabiola Herrera (Paula) © Ken Howard

Noviembre 16, 2023. Primera ópera completa en español en casi un siglo y primera latinoamericana, fue justo festejar la llegada a la escena del Met de Florencia en el Amazonas, aclamada y consagratoria ópera del compositor mexicano Daniel Catán, estrenada en Houston en 1996 con libreto de la mexicana Marcela Fuentes-Berain e inspirado en el libro El amor en los tiempos del cólera del Nobel colombiano Gabriel García Márquez. 

La trama, plagada de “realismo mágico”, entrelaza las historias de una diva de la ópera, una pareja de jóvenes enamorados y un matrimonio que ha perdido la pasión, desgastado por la rutina y el paso del tiempo. Todos ellos, pasajeros del vapor fluvial “El Dorado” que navega a través del río Amazonas camino a Manaos, en plena la selva brasileña. 

En este estreno todos fueron aciertos, a comenzar por la elección del elenco, muy sólido del primero al último. Capitaneando la propuesta vocal como la misteriosa diva Florencia Grimaldi, embarcada en secreto en busca de su marido, un cazador de mariposas desaparecido, la soprano americana de origen mexicano Ailyn Pérez estuvo perfecta en la parte, haciendo gala de una voz lírica de bello esmalte, homogénea en todo el registro y muy segura en los agudos, lo que, unido a una descomunal fuerza interpretativa, la hizo la gran triunfadora de la noche. 

No se quedó atrás la ascendente soprano nicaragüense-americana Gabriella Reyes quien, como su alter ego, la escritora y biógrafa Rosalba, mostró una voz de gran calidad, potente, sutilmente manejada y de canto muy comunicativo. Como Arcadio, su enamorado y sobrino del capitán, sorprendió el guatemalteco Mario Chang, tenor de interesante material vocal y prometedor futuro cuyo nombre deberá seguirse de cerca. 

La mezzosoprano española Nancy Fabiola Herrera hizo suya la parte de la esposa dolorosa Paula, ofreciendo una interpretación de fuerte impacto emocional. En ‘Lo único que pido es morir un segundo después de él’ le sacó chispas al texto e hizo olvidar un rendimiento vocal irregular, con una voz que ha perdido la belleza de antaño y solo puede ofrecer una línea despareja, sonidos nasales, colores velados y agudos chillones. A cargo de la parte de celoso marido Álvaro, el americano Michael Chioldi lució una bonita voz baritonal de graves bien timbrados, pero fue quien tuvo mayores inconvenientes para imponer su canto por sobre la orquesta. Asimismo, su dicción fue por momentos deficiente. ¿Cómo es que el Met no pudo encontrar dentro de la enorme oferta de barítonos hispanoparlantes, uno que fuese capaz de sacarle un mejor provecho a los textos? 

La soprano méxico-americana Ailyn Pérez como Florencia Grimaldi © Ken Howard

Como el personaje mítico de Riolobo, el barítono italiano Mattia Olivieri cumplió a la perfección con su cometido, ofreciendo además de un logrado desempeño vocal una caracterización de enormes recursos histriónicos. Reemplazando al bajo Greer Grimsley, originalmente previsto, el americano David Pittsinger supo ser un capitán muy oficioso. En su breve aparición, el coro dirigido por David Moody mostró gran profesionalismo y buena preparación. Al frente de una orquesta en estado de gracia, el director canadiense Yannick Nézet-Séguin se vio comprometido, cómodo e incluso divertido, exponiendo la riqueza musical de la partitura de Catán. 

A la directora de escena americana Mary Zimmermann los elementos de realismo mágico que inspiraron el libreto le vinieron a la perfección para crear un mundo de fantasía multicolor y visualmente muy atractivo de la selva amazónica, con su flora y su fauna. Asimismo, definió con precisión y profundidad psicológica los caracteres de cada uno de los personajes y resolvió con mucha sapiencia y dinamismo el desarrollo de la trama, sin nunca interrumpir la acción en los cambios de escenas. 

Grandes aportes hicieron en el muy logrado resultado final, el poético decorado único del escenógrafo cubano Riccardo Hernández, los bellísimos y exóticos trajes de la diseñadora croata Ana Kuzmanic, las imaginativas coreografías de Alex Sánchez y el tratamiento lumínico de T. J. Gerckens, quien hizo maravillas en la escena de la tormenta.

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