Tannhäuser en Nueva York

Escena de Tannhäuser de Richard Wagner en el Met de Nueva York © Evan Zimmerman

 Diciembre 19, 2023. En una de sus más logradas propuestas en lo que va de su actual temporada, el Met de Nueva York se alzó con un gran éxito con la reposición del Tannhäuser wagneriano, gracias a un elenco vocal de altísimo nivel y a la tradicional y convocante producción del afamado director austriaco Otto Schenk. 

A cargo de la inclemente parte protagónica y mostrando una energía inagotable, el tenor austriaco Andreas Schager resultó un caballero Tannhäuser ideal, destacando por su voz de rico lirismo, su impecable proyección y sus agudos potentes y seguros, y por su canto de fraseo heroico, aunque algo avaro de matices, que convino perfectamente a la parte. Su monólogo de la “Narración de Roma” del acto tercero, cantado con enorme fuerza dramática, fue uno de los grandes momentos vocales de la noche. 

Un gran debut en la casa tuvo el barítono alemán Christian Gerhaher, quien retrató un caballero Wolfram von Eschenbach vocalmente exquisito, alardeando de un canto de descomunal riqueza vocal y un refinamiento absoluto. Destacado liderista, Gerhaher brilló a más no poder en su romanza ‘O du, mein holder Abendstern’ (la famosa canción de la estrella vespertina) cantada con exquisitas medias voces y supremo buen gusto, y con la que provocó el delirio del público. 

No se quedó atrás el bajo alemán Georg Zeppenfeld, quien caracterizó con gran autoridad y nobleza un Landgrave Hermann con una voz robusta, homogénea línea de canto y graves profundos. El resto de los caballeros turingios cumplieron a la perfección con su cometido: el tenor americano Kyle van Schoonhoven dio un gran relieve a la parte de Walther von der Vogelweide; el bajo-barítono chino Le Bu fue un Biterolf de medios remarcables; el bajo americano Harold Wilson resultó un sólido Reinmar von Zwetter y Tony Stevenson un oficioso Heinrich Der Schreiber. 

Del lado del equipo femenino fue muy celebrada la mezzo-soprano rusa Ekaterina Gubanova, quien ofreció una composición de Venus, la diosa del amor, con una voz seductora, potente y bien timbrada y un canto siempre vibrante, sensual y apasionado. Muy apreciada en la casa neoyorkina, la talentosa soprano sudafricana Elza van den Heever se anotó un nuevo y merecido triunfo personal sobre este escenario caracterizando una emotiva e introvertida Elisabeth, vocalmente sin limitaciones, de canto de delicada hechura y con soberana implicación escénica. Su “Plegaria” del tercer acto, rica en matices y expresividad, fue absolutamente conmovedora. 

Magníficamente preparado, al coro de la casa se escuchó preciso y equilibrado bajo la siempre atenta dirección del nunca lo suficientemente ponderado Donald Palumbo. Desde el foso y dirigiendo una partitura que demostró conocer como la palma de su mano, el director escocés Donald Runnicles ofreció una lectura de gran madurez, con un sonido muy cuidado y rico, de exquisito lirismo, enorme paleta de colores orquestales y una tensión que nunca decayó. 

A poco de cumplir medio siglo sirviendo en la casa, la ultra-tradicional producción escénica firmada por el nonagenario director austriaco Otto Schenk sigue resultando efectiva, permitiendo disfrutar de la acción sin sobresaltos. A ello contribuyen en buena medida la escenografía de Günther Schneider-Siemssen, cuyo segundo acto es de una belleza apabullante, y el historicista vestuario de Patricia Zipprodt, ambos retratando con gran eficacia la alemana Turingia del siglo XIII, donde tiene lugar la acción. Si bien la dirección escénica hubiese podido ser más elaborada, tiene el mérito de no entorpecer el desarrollo de la trama. Un gran espectáculo, de lo mejor que se ha visto en esta temporada de más sombras que luces.

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