Agrippina en Múnich

Anna Bonitatibus (Agrippina) y Gianlucca Buratto (Claudio) en Múnich © Wilfried Hösl

Mayo 13, 2022. En la sala (más pequeña) del Prinzregententheater, apta para el barroco y obras que no requieren vastos recursos escénicos e instrumentales se repuso esta maravillosa obra que es Agrippina de Händel.

La orquesta de cámara de la ciudad estuvo muy bien dirigida por Stefano Montanari, que por fortuna se permitió una expresividad que los filólogos retacean y hasta niegan a este período. La puesta en escena de Barrie Kosky fue vivaz, despojada, con trajes modernos, pocos elementos escénicos y un fuerte sentido irónico y hasta cínico en el juego del poder y del amor utilizado para alcanzar el primero, con una madre obsesionada y absorbente, un hijo inmaduro e indolente pero ambicioso y sexualmente insatisfecho y excitado, un emperador poco fiel y algo caricaturesco, dos “generales” romanos atroces, una pareja amorosa “pura” (la historia no fue esa, pero bueno) que debe recurrir a todos los ardides de los otros…

Un muy buen elenco en general hizo las delicias de un público que aplaudió con ganas. Tal vez el retrato más completo haya sido el de Gianluca Buratto como el emperador Claudio, que consiguió no caer en el ridículo y cantó fantásticamente. Muy cerca las dos féminas. Anna Bonitatibus no tiene tal vez ya caudal ni color en la zona aguda, pero el resto responde muy bien y la técnica y estilo hacen el resto con una excelente interpretación. Elsa Benoit ha mejorado mucho desde su prestación en el Liceu barcelonés, y la escena la ayuda mucho en su Poppea.

El rol episódico de Lesbo está en las buenas cuerdas y manos (muy divertidas) de Andrew Hamilton. En esta producción hay tres contratenores: el muy adecuado Ottone de Iestyn Davies, cuyo instrumento ha perdido brillo; el Nerone excesivo y demasiado incisivo en el timbre y poco claro en el articulación de John Holiday; y el Narciso de Cortez Mitchell, de voz exigua y mate. Un misterio fue por qué se conservaron las dos arias de este personaje cuando se cortó la segunda del otro “suspirante” de Agrippina, Pallante, que fue confiado en cambio al siempre extraordinario Mattia Olivieri, quien cumplió a su acostumbrado elevado nivel actoral y vocal (un ejemplo: los recitativos), pero resultó finalmente algo desperdiciado en esta oportunidad.

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