Der Rosenkavalier en Múnich

Mayo 15, 2022. Por descontado, este título y este autor son siempre sinónimo de lleno absoluto en este teatro, el Bayerische Staatsoper, de ilustre tradición por lo que respecta a ambos. Y con razón.

La reciente producción de Barrie Kosky es de las más felices del director de escena. Puede ser que en algunos momentos sobre o falte algo, pero el conjunto, con el reloj que hace o no pasar el tiempo y el viejo Cupido que cumple algo cansado con su deber, es excelente, y el trabajo sobre los personajes es magnífico. El público aplaudió como en los viejos tiempos la llegada en carroza de plata del caballero en el segundo acto. Y al final se oyen auténticas ovaciones.

La versión musical tiene el distintivo del equilibrio, cosa muy necesaria en este título y casi nunca fácil de obtener. Vladimir Jurowski concertó y dirigió bien una orquesta en estado de gracia, y si en algún momento sobró densidad y faltó transparencia, fue sólo eso. En el escenario los cuatro principales cumplieron sobradamente. Tal vez el más completo haya sido Christof Fischesser en el difícil (vocal y escénicamente) personaje del barón Ochs.

Marlis Petersen es una cantante y actriz de rango y sólo puede decirse que la voz resultó un tanto ligera y gélida para la parte de la Marschallin, pero por lo demás cumplió con creces. Liv Redpath resultó una Sophie excelente por juego escénico y vocalidad. Samantha Hankey (muy aplaudida como sus colegas) no tiene a mi entender una voz de gran calidad, pero la usó bien y convenció en particular como Oktavian (menos como Mariandl). 

Johannes Martin Kränzle fue un lujo para un burguesísimo Faninal y de los comprimarios —todos correctos— destacaron la vivaz Annina de Ursula Hesse von den Steinen y el untuoso Valzacchi de Ulrich Ress. Una velada de veras gratísima. De destacar, porque el cantante italiano previsto no se encontró en forma por la mañana y una hora antes de la función (a las 5 de la tarde) llegó su muy buen sustituto, el tenor Josh Lovell.