Das Rheingold en Dallas

La Dallas Symphony Orchestra presentó Das Rheingold de Richard Wagner en concierto

Mayo 4, 2024. Fundada en 1900, y con muchas historias que contar, ya que por aquí han pasado los mejores directores, instrumentistas y solistas, la Dallas Symphony Orchestra ocupa un lugar importante entre las más prestigiosas e importantes orquestas estadounidenses. 

Ahora se embarcó en un ambicioso, exigente, pero muy satisfactorio viaje épico, que es el colosal Der Ring des Nibelungen, WWW 86 (El anillo del nibelungo) de Richard Wagner (1813-1883), el colofón de un proyecto de mucho tiempo de planeación, que inició este mes de mayo con Das Rheingold, seguida de Die Walküre —ambas óperas se escucharon dos veces cada una, en días consecutivos—, y continuará el próximo octubre con los siguientes dos títulos, además de la ejecución del ciclo completo con las cuatro óperas. 

Desde que se escuchó en esta sala de conciertos (Morton H. Meyerson Symphony Center) Eugenio Oneguin de Piotr Ilich Tchaikovski, en abril del 2022, el género operístico había estado ausente. Sin embargo, estos conciertos son significativos porque hacía mucho tiempo que una orquesta sinfónica estadounidense no ejecutaba El anillo… 

La representación de Das Rheingold se ofreció en concierto, en una versión semiescénica con muy poca expresión visual, que permitió que el énfasis se centrara en la orquestación y el canto. El director escénico, Alberto Triola, se encargó de indicar los movimientos a los personajes sobre el escenario, vestidos con sus trajes de gala, un trabajo que sirvió para darle cierta fluidez y naturalidad a la representación en concierto. 

Hubo un juego de iluminación, ideado por Krista Billings, que con una variada paleta de colores alumbró principalmente los pilares y el espacio de butacas generalmente destinadas para el coro, en la parte trasera superior del escenario, aunque en ciertas escenas hubo una descarga de intensas y brillantes coloraciones en tonalidades rojas, azules, en dirección hacia el público, pero que no fueron invasivos ni distractores y preservaron el enfoque hacia la música. En la pantalla situada en lo alto del escenario se transmitieron los supertítulos, pero además una descripción o narración de cómo se iba desarrollando la historia. 

Una gran satisfacción y buen sabor de boca dejó la elección de valiosos y experimentados cantantes que conformaron el elenco; como el intenso Wotan del bajo-barítono Mark Delavan, de penetrante y fornida voz, muy homogénea y bien proyectada; o la explosividad y la coloración en el cantó que le imprimió la mezzosoprano Deniz Uzan al personaje de Fricka, convencida y convincente en su caracterización y naturalidad para manejarse con solidez en todos los registros de la voz. 

Agradó el barítono islandés Tómas Tómasson por la expresividad y desenvolvimiento que le dio al personaje de Alberich, y la presencia, la pasión y la experiencia con la que el tenor eslovaco Štefan Margita dio notoriedad a su personificación de Loge. Notable estuvo la contralto Tamara Mumford, por la condición oscura, tersa y punzante de su instrumento con la que cantó su parte de Erda, mismo personaje que cantara en el mes de enero en el montaje escénico que de este mismo título hizo la LA Philharmonic. 

El resto de los intérpretes cumplieron de manera satisfactoria, como la soprano Ellie Dehn, quien interpretó una Freia angustiada y desolada, pero con claridad y luminosidad en su canto, además del tenor Jamez McCorkle como Froh, el barítono Hunter Enoch como Donner; el tenor Michel Laurez como Mime y los bajos Andrew Harris como Fafner y Liang Li como Fasolt, poseedor este ultimo de un profundo pero sorprendente despliegue de brío y arrojo vocal. 

No se puede dejar de mencionar, por su contribución al espectáculo, y por su canto, y la gracia y cierta jovialidad que imprimieron en sus intervenciones, a la soprano Valentina Farcas (Woglinde), y a las mezzosopranos Kimberly Gratland James, como Wellgunde, y Renée Tatum como Floshilde. 

La música de Wagner parece tener un efecto hipnótico en el público al que va envolviendo y atrapando lentamente hasta llevarlo a un estado de éxtasis y embelesamiento que se manifestó con atronadoras y sonoras ovaciones y aplausos de alegría al final de la función. Aprovechando la buena acústica del recinto, el efecto de las voces y de la orquesta enalteció sin duda la ejecución. Los músicos de la orquesta mostraron uniformidad, y buen gusto en una interpretación que tránsito a través de los diferentes elementos colores y rangos en la orquestación. 

En el podio estuvo el director titular de la orquesta, el maestro Fabio Luisi, quien realizó una lectura adecuada, segura, a pesar de que en ciertos momentos tendía más a la fuerza que al refinamiento, haciendo que la densidad orquestal dificultara la proyección de las voces, pero con evidente entendimiento de las complexidades como las cualidades de la partitura. 

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