Don Giovanni en Houston

Escena de Don Giovanni en Houston © Lynn Lane

Abril 19, 2024. La temporada de la Houston Grand Opera que comenzara hace pocos meses, en un abrir y cerrar de ojos, está llegando a su fin, y lo hace con el siempre interesante, exigente y cautivador título Don Giovanni de Mozart. Quizás cuando la ópera tuvo su estrenó el 29 de octubre de 1787 en el Teatro Nacional de Praga, nadie imaginó que, con el paso del tiempo, hasta llegar al día de hoy, el titulo tendría la popularidad y el impacto que tiene, que lo ha llevado a convertirse en piedra angular del repertorio operístico. 

Un exitoso montaje de Il dissoluto punito requiere que las partes vocal, musical y escénica estén sintonizadas a la perfección, y lamentablemente en esta ocasión la parte escénica no cumplió totalmente con su cometido. El montaje escénico del director danés Kasper Holten, visto aquí por primera vez en el 2019, proveniente de la Royal Opera House de Londres, y en cuya coproducción participó la Houston Grand Opera además de otros teatros, es un maravilloso e impactante espectáculo visual que, sin embargo, en su concepción, pareció no tomar en cuenta la presencia de los personajes.

Se trata de un cubo en dos niveles sobre el centro del escenario, que con escaleras y muros en su interior representan un palacio. El problema es que durante la mayor parte de la función el escenario giraba en forma circular, con la intención de cambiar de ambientes y escenas, y ocasionaba que los cantantes caminaran constantemente mientras el piso se movía, causando un efecto de constante distracción y cierto fastidio a los espectadores. No existió una línea adecuada o creíble de dirección escénica, o lineamientos de actuación con continuidad, sino que la puesta consistió en movimientos aislados de los personajes, generalmente sobreactuados, artistas subiendo y bajando constantemente las escaleras sin una convincente razón o sentido, y en ocasiones unos cantando en el nivel superior y otros en el inferior con lejanía.

Cuando sucedía una verdadera interacción entre personajes, esta se realizaba entre el cubo escenográfico y el proscenio, como si se tratara de escenas actuadas en una versión en concierto de la obra. El diseñador de este montaje fue Es Devlin, y los adecuados y elegantes vestuarios, a excepción del de Leporello y la túnica blanca enfangada y ensangrentada del Comendador —que desentonaron con los demás— fueron ideados por Anja Vang Kragh. Lo mejor de la puesta fueron sin duda los efectos causados por las proyecciones de Luke Halls, que se realizaban sobre la escenografía y que, en efecto, servía de pantalla. 

En escena iban apareciendo los nombres de todas las conquistas de Don Giovanni, figuras geométricas que le daban un toque cinematográfico y surreal, y resaltaba los detalles de las paredes, puertas y escaleras. Todo se realizó dentro de un ambiente oscuro, negro y lúgubre con buena iluminación de Bruno Poet. En resumen, la puesta tuvo efectos visualmente estéticos para los espectadores, pero en su concepción omitió la funcionalidad y la presencia de los artistas. Otro detalle que no tuvo como resolver la puesta en escena y que dejó cierta confusión e insatisfacción por la manera como ocurrió, fue que se optó por excluir la escena final ‘Ah, ¿dov’e e il perfido?’ y concluir la función apagando las luces del escenario en el momento que suponía la desaparición de Don Giovanni. Es extraño pensar que, con su trayectoria y experiencia, Kasper Holten no pudo pensar en un inesperado coup de théâtre en esta significativa escena.

La parte musical y vocal de la función superó las expectativas, bajo la delicada y detallada conducción musical de la directora inglesa Jane Glover, quien desde el podio tocó el clavecín durante los recitativos y conducir. Se trata de una directora que va cincelando cada detalle con minuciosidad, haciendo una lectura muy estilizada, ligera, y con consideración por las voces, siempre atenta a extraer los matices y aspectos más cadencioso y melódicos de la suntuosa partitura. El coro, dirigido por el maestro Richard Bado, tuvo su aporte de manera precisa y profesional desde fuera del escenario, desde donde se escuchó en sus intervenciones. 

Como Don Giovanni destacó el bajo-barítono Luca Pisaroni, en su momento uno de los mejores intérpretes de Leporello, quien mostró ser un sólido intérprete y conocedor del papel que le fue confiado y que, salvo las escenas de inexplicable sufrimiento y angustia, atribuibles a una errónea dirección escénica que lucían fuera de lugar, no mermaron la actitud pendenciera, provocadora y seductora con la que personificó su papel. Lució una voz amplia y fornida, pero de grato color; además de buen gusto, sentido, buena dicción y entendimiento del texto y la palabra cantada. 

El papel de Leporello fue bien cantado por el bajo-barítono Ryan McKinny, artista de sobresalientes cualidades vocales, pero cuyo personaje fue reducido al anonimato en este montaje, que lo convirtió en un personaje poco participativo, ajeno a la historia, como, por ejemplo, cuando permaneció sentado en una esquina, perdido entre las proyecciones durante toda la escena final entre Don Giovanni y el Comendador. 

La mezzosoprano Sasha Cooke, en su debut en el papel de Donna Elvira, cautivó por la seducción de su canto, su timbre oscuro y matizado y una excelente línea de canto, que contribuyeron a que su personaje fuera de los más notables desde el punto de vista vocal. Su actuación fue correcta y su presencia radiante y seductora, dentro de los parámetros ya descritos. 

Por su parte, la soprano Andriana Chuchman fue una Donna Anna de brillantez agudos y voz ligera, flexible y bien entonada; y el tenor Kang Wang posee una voz lírica-ligera de grato color, pero carente de personalidad y cuerpo en las arias importantes del personaje de Don Ottavio. La soprano Erika Baikoff fue una juvenil y delicada Zerlina, ideal para el personaje en lo vocal, e irradiando una bella y atractiva imagen con su personaje. El barítono Norman Garrett estuvo correcto en su desempeño como Masetto, y el bajo estadounidense Patrick Guetti, que realiza su carrera en importantes escenarios europeos, mostró una fuerza y profundidad vocal poco habitual para el personaje del Comendar, con la que le dio la autoridad y la solidez que le corresponde al personaje. 

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