La Cenerentola en Trieste

Escena de La Cenerentola de Gioachino Rossini en Trieste © Fabio Parenzan

Abril 26, 2024. Como bien cuenta el músico Francesco Bernasconi, el nacimiento de La Cenerentola de Gioachino Rossini fue venturoso: el tema previsto era Ninette à la cour (Ninetta en la corte), tomado de una ligera y satírica comedia francesa de Maximilien Gardel (1741-1787), considerada inmoral y absolutamente inadecuada para ser representada en la capital de los Papas.

No había tiempo para salvar la situación y el estreno de la nueva obra de Rossini se pospuso hasta finales de enero de 1817. Pocos días antes de Navidad, el libretista Jacopo Ferretti, el compositor, el empresario del Teatro Valle y un representante de la censura gubernamental se reunieron para ponerse de acuerdo en un nuevo libreto. Aquí comenzó la historia de Ferretti, quien recordó haber propuesto numerosas alternativas, todas las cuales fueron rechazadas, ya sea por razones de costos, o por su excesiva seriedad, o por no ser “adecuadas” a la temporada de carnaval, o porque no se adaptaban fácilmente a los cantantes disponibles.

Ya exhausto, bostezando, Ferretti murmuró «¡Cenicienta!»… Rossini, que entretanto se había acostado en un diván y casi se había quedado dormido, se despertó y le preguntó provocativamente al libretista si tendría el valor de reducir el cuento de hadas a una ópera, y la respuesta tuvo el mismo tono desafiante: “¡Si tienes el coraje de musicalizarla, mañana por la mañana tendrás los primeros versos!” Y así fue como la obra estuvo lista en apenas tres semanas. 

Por supuesto, Rossini saqueó, como acostumbraba, arias ya compuestas para otras obras: la sinfonía fue tomada de La gazzetta (estrenada en septiembre de 1816 en Nápoles) y el aria final de Angelina/Cenerentola fue extraída del aria final de Almaviva de Il barbiere di Siviglia (estrenada en Roma en febrero de 1816). Y contó con la ayuda del músico Luca Agolini para los recitativos y las arias de Alidoro y Clorinda. 

Posteriormente, Rossini compuso una nueva aria para Alidoro (‘Là del ciel nell’arcano profondo’), que es la que fue utilizada para la representación en escena en el Teatro Verdi de Trieste, en este montaje escénico de la Fondazione Teatro Carlo Felice de Génova de 2022, que a su vez se basa en las sugerencias de un artista extraordinario, Emanuele Luzzati (1921-2007), según los directores de escena Paolo Gavazzeni y Piero Maranghi. 

El libreto de Ferretti modificó —por las exigencias del tiempo y el uso de las partes bufas— algunos de los acontecimientos contenidos en la fábula original de Charles Perrault (1628-1703). La madrastra se convierte aquí en un padrastro, que se ha comido la herencia dejada por su madre a Angelina y su castillo está en ruinas; quiere que una de sus hijas se case con el príncipe, pero no su hijastra, a quien le dicen Cenicienta, pues al morir su madre le fue dado el papel de sirvienta. La bella hada aquí es sustituida por Alidoro, el tutor del príncipe, que busca la moralidad de la novia justa, honesta, buena y desinteresada, cosa que descubre en Cenicienta y que lo hace crear las condiciones para que el príncipe la encuentre y se case con ella. La zapatilla de cristal de Perrault es sustituida aquí por un brazalete gemelo: ¿podría una mujer haber mostrado su tobillo en 1817, año del estreno de la ópera? 

Esta puesta en escena de Trieste fue un gran éxito: el público aplaudió al final de cada aria, y se centró especialmente en algunos protagonistas: Laura Verrecchia, una Cenicienta a la que se le pide que sea el único personaje serio de la ópera bufa, cuya fuerza expresiva, voz potente y de color cálido la convierten en la Angelina que describe Ferretti; Carlo Lepore (Don Magnifico) y Giorgio Caoduro (Dandini) fueron, por el contrario, los dos cómicos por excelencia, capaces de interpretar sus papeles con riqueza de mímica y personalidad, mostrando un perfecto dominio vocal en las arias asignadas para ellos.

El óptimo Matteo D’Apolito (Alidoro) apareció en escena vestido de mendigo para comprobar el comportamiento de las tres hermanas: solo Angelina le dio un trozo de pan, y fue reprendida por las dos hermanastras. Carlotta Vichi (Tisbe) y Federica Sardella (Clorinda) nunca renunciaron a sus personajes de chicas estúpidas, fatuas y malvadas.

Dave Monaco (Don Ramiro, el príncipe) tiene el físico esa voz de tenor que muestra una habilidad notable en las exigentes notas agudas. La Orquesta del Teatro Verdi interpretó brillantemente toda la ópera, dirigida por un inspirado Enrico Calesso. El Coro Verdi, dirigido por Paolo Longo, también ofreció una notable actuación. La dirección escénica los hizo entrar en escena como un ejército de soldados de plomo que se movían de manera rígida y desordenada. Los sirvientes del escenario fueron llamados para formar este divertido ejército, pero no está claro por qué hacían papeles de borrachos. 

Los hermosos vestuarios, extravagantes y coloridos como deben ser en los cuentos de hadas, fueron tomados por Nicoletta Ceccolini a partir de los dibujos infantiles originales de “Lele” Luzzati. Solo la iluminación mostró alguno que otro fallo por aquí y por allá.

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