Intelligence en Houston

Janai Brugger rodeada por las «Urban Bush Women» en el estreno mundial de Intelligence de Jake Heggie en la Houston Grand Opera © Michael Bishop

Noviembre 1, 2023. Intelligence, ópera en dos actos del compositor estadounidense Jake Heggie (1961) con libreto de Gene Scheer (1958), es el estreno número 75 que se realiza en el escenario de la Houston Grand Opera, compañía líder en comisionar, abordar y promover óperas contemporáneas, y que por primera ocasión en su historia inaugura una temporada con un título nuevo. 

Cabe destacar la trayectoria de Jake Heggie, que lo sitúa como una reconocida figura por su contribución al repertorio operístico estadounidense, que incluye óperas como: The End of the Affair (2003) y Three Decembers (2008), ambas vistas por primera vez en este escenario; así como otras composiciones estrenadas en años recientes, en la Ópera de Dallas, como Moby Dick (2010) y Great Scott (2015), sin olvidar su título más conocido, repuesto con regularidad e incluso escenificado por teatros internacionales: Dead Man Walking, que vio la luz en la temporada 2000 en la Ópera de San Francisco, ciudad donde reside el compositor y que fue además el título inaugural de la presente temporada del Metropolitan de Nueva York.

La trama de Intelligence está inspirada en un hecho histórico ocurrido en 1865 en Richmond, Virginia, sobre Mary Jane Bowser, una mujer nacida en esclavitud alrededor de 1840, en la propiedad de la afluente familia Van Lew, quien obtuvo una educación académica completa que la llevó a ser misionera en Liberia. A su regreso a Richmond fue prestada a la Casa Blanca Confederada durante la Guerra Civil Estadounidense, donde accedió a documentación e información sobre los movimientos y estrategias de las tropas del sur, que compartió, para ser enviada al norte, por Elizabeth Van Lew, quien encabezaba una red de espionaje pro-Unión. Es una historia digna de película de Hollywood que ha sido documentada en diversos artículos y libros de historia. 

La ópera versa sobre la cercana relación entre Mary Jane y Elizabeth, los riesgos de ser espías por las sospechas del Guardia Confederado Travis y de Callie Van Lew, cuñada de Elizabeth, y de la serie de vicisitudes por las que debe atravesar el personaje de Mary Jane, como traiciones, propuestas románticas, hasta llegar al final de la guerra. La historia está contada con intensas, exageradas y viscerales actuaciones, algunas crudas y cargadas de absurdos clichés, pero con emotividad y mucho movimiento, ya que al proceso creativo del canto y la música se incorporaron danzas de la coreógrafa Jawole Willa Jo Zollar y de su compañía Urban Bush Women, que fusionó diversas expresiones artísticas para lograr una narración hoy poco vista en escenarios operísticos, pero más una indicación de que la ópera evoluciona y busca nuevas maneras de apelar e interesar al público actual. 

El espectáculo logró su cometido. Musicalmente, Heggie creó una orquestación indudablemente moderna, armoniosa y accesible al oído, a la que le incorporó pasajes con marcadas influencias del jazz y el blues, del canto Spiritual y algunos motivos musicales que se repiten y van creciendo en intensidad.

El libreto y la escritura de Scheer luce en los intercambios y conversaciones entre los personajes, pero muestra complicaciones en algunas de las arias y duetos, cuyas floridas frases parecen sonar artificiales, incluso desfasadas. Sin embargo, hay momentos vocales que destacar, como el dueto a capella del segundo acto entre Elizabeth y Callie, con una sutil entrada de la orquesta; o la melodía con la que Mary Jane canta ‘Oh, Lord have mercy on my soul’ al inicio de la ópera, cuyo tema de estilo espiritual o folclórico vuelve en el dueto con Lucinda, el espíritu de su madre, donde entonan el conmovedor: ‘Whose arms were holding me then? Whose arms would not let me go?

El director canadiense-trinitense Kwamé Ryan, mostró la afinidad que tiene por la música contemporánea, y al frente de la Houston Grand Opera Orchestra extrajo la variedad de estilos y dinámicas de la partitura, con entusiasmo y puntualidad, sin cubrir a las voces en los momentos más intensos y pulsantes de la partitura. 

Janai Brugger (Mary Jane) y Jamie Barton (Elizabeth) © Michael Bishop

El elenco contó con destacados nombres estadounidenses, como la soprano Janai Brugger en el papel de Mary Jane, quien aportó su cálida voz, sentimiento y apego al personaje; así como la mezzosoprano Jamie Barton como Elizabeth, con algunas imperfecciones en su canto que fue corrigiendo a lo largo de la función. J’Nai Bridges, mezzosoprano de claridad y brillantez en su suntuosa voz, caracterizó bien al personaje de Lucinda. 

La soprano Caitilin Lynch personificó y cantó correctamente a la malintencionada Callie; y el barítono Michael Mayes se mostró adecuado en apariencia y voz para el papel de Travis. Correctos estuvieron el bajo-barítono Nicholas Newton como Henry y el tenor Joshua Blue como Wilson. 

El marco escénico ideado por Mimi Lien fue un espacio abstracto con pocos elementos escénicos, ayudado de transmisiones y proyecciones de Wendall K. Harrington, que cumplió su intención desde el punto de vista visual y estético, y los vestuarios de época de Carlos Soto ayudaron a situar o imaginar la escena en los tiempos que indica el libreto. La dirección escénica también fue de Jawole Willa Jo Zollar, más enfocada en las danzas y las coreografías que lucieron invasivas por momentos, pero que dieron dinamismo a la escena, de la que no se puede hablar de un verdadero desenvolvimiento o trabajo actoral de los personajes cantantes, algunos algo estáticos sobre la escena.

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