La Cenerentola en Zúrich

Cecilia Bartoli cumplió 30 años desde su debut como Angelina en La Cenerentola de Rossini

Marzo 12, 2023. En casi cualquier foyer de los importantes teatros europeos, aún se puede escuchar algún septuagenario que se vanagloria de haber escuchado intérpretes históricos en sus roles icónicos, esos por los que pasaron a la historia: como el Rodolfo de Luciano Pavarotti, la Turandot de Eva Marton o la Violetta de Maria Callas, por nombrar algunos. Dentro de esta selecta categoría se podría incluir una nueva nomenclatura digna de pasar a la historia: la Cenerentola de Cecilia Bartoli, honor ganado tras más de 30 años de ejecutar el rol de manera magistral.

Cuando debutó a Angelina en el Teatro Comunale di Bologna en el lejano 1992, la joven cantante de apenas 26 años empezó a girar una bola de nieve que hoy en día no se ha detenido y con el paso de los años sigue ganando fuerza. Para 1996 el sello DECCA decidió realizar la grabación histórica de la Houston Grand Opera, y para el 2012 la disquera británica sacó una versión en CD con un cast diferente pero siempre con la Bartoli como protagonista, ambos materiales la consumaron inmediatamente como una Cenerentola de referencia, dándole a Bartoli visibilidad mundial en el fabulesco personaje.

Como cada marzo —desde hace algunos años—, Bartoli regresó a la Opernhaus Zürich para deleitar al público suizo que siempre la recibe fiel y calurosamente y les regaló la oportunidad de atestiguar su inconmensurable talento con el revival del título rossiniano firmado por Luigi Perego para la temporada 1994-1995. La mezzosoprano romana, famosa por su inmaculada y pirotécnica coloratura, regaló también momentos íntimos y melancólicos fruto de sus incomparables pianissimi, en particular durante el dueto ‘Un soave non so che’ o en la cavatina ‘Una volta c’era un re’.

Al llegar el momento que todos esperábamos: su aria final ‘Nacqui all’affanno e al pianto’, con la cabaletta ‘Non più mesta accanto al fuoco’, como una ametralladora musical, disparó una ráfaga de notas con una precisión abrumadora, haciendo incluso variaciones al ya complicadísimo concertante rossiniano, provocando una standing ovation total a la caída del telón. La también directora artística de la Opéra de Monte-Carlo es histriónicamente perfecta, pues tiene tan afianzado el rol que ofrece pequeños detalles, miradas, reacciones y ademanes que hacen que su Angelina sea de antología.

El resto del elenco fue igualmente óptimo; encarnando al Príncipe Ramiro estuvo Levy Sekgapane. El joven tenor sudafricano es poseedor de una voz cálida, ligera y agradable; sus coloraturas correctas y su pronunciación del italiano son de aplaudirse. Una excelente pareja para la Bartoli, pues ambos poseen voces de potencia discreta. Una bellísima cadenza del aria ‘Sì, ritrovarla io giuro’ arrancó aplausos por su voz.

Como el ambicioso Don Magnifico estuvo el veterano belcantista Alessandro Corbelli,  quien también participó en ambas grabaciones de la DECCA junto a Bartoli, pero interpretando a Dandini. El barítono turinés se echó el público a la bolsa en cuanto salió al escenario a interpretar una sólida versión de ‘Miei rampolli femminini’. La gran experiencia de Corbelli, tanto vocal como escénica, se notan y se aprecian; a pesar de contar con más de 70 años, es capaz de correr por el escenario, tirarse al suelo y seguir cantando con ese mítico  legato  que lo caracteriza.

Por su parte, Nicola Alaimo  interpretó un divertidísimo Dandini, con una infinidad de ingeniosos gags que hacían carcajear a toda la platea. El registro medio del barítono siciliano es imponente, su voz robusta pero flexible, al igual que su interpretación, no dejan a desear nada. Muy aplaudido por hacer jocosamente su aria ‘Come un’ape ne’ giorni d’aprile’ y su participación en el comiquísimo sexteto ‘Questo è un nodo avviluppato’.

Divertidísimas y frescas igualmente fueron las pérfidas hermanastras Tisbe y Clorinda, interpretadas por la mezzosoprano suiza Irène Friedli y la soprano mexicana Rebeca Olvera, respectivamente. Ambas cantantes fungieron como sólido apoyo escénico y vocal, pues a pesar de no tener un aria solista no pasaron desapercibidas y fueron gratamente recibidas. Igualmente cumplidor y agradable fue el Alidoro del bajo ruso Stanislav Vorobyov.

La ingeniosa producción tradicional de Perego, a pesar de tener casi tres décadas, sigue siendo actual y vigente, llena de comedia física, gags precisos y un elenco de primer nivel que permite el correcto desarrollo de su idea, apoyado en el diseño de iluminación de Gigi Saccomandi. Además de la dirección escénica, Perego diseñó el vestuario que se reveló afortunado y evidentemente clásico.

En el foso, otra leyenda de la música europea hizo posible este revivalGianluca Capuano dirigió el título con grandeza. La batuta del concertador milanés evidenció gran conocimiento del estilo y repertorio belcantista que fue ejecutado sin mácula por la Orchestra La Scintilla, agrupación musical especializada en música antigua con base en el teatro suizo. Se escucharon ligeras imprecisiones musicales, comprensibles ya que la partitura fue ejecutada con instrumentos de época. Capuano, como siempre, hizo un especial énfasis en las dinámicas y en modificar la velocidad de los tempi tradicionales, para hacer más teatral y comprensible la partitura rossiniana con resultados espectaculares. 

Al final de la función, grandes ovaciones para todo el elenco, en particular para Bartoli y Capuano, quienes de frente a la ovación de pie que cimbraba el teatro, a telón cerrado Bartoli llamó a todo el elenco para interpretar a manera de encore el sexteto ‘Questo è un nodo avviluppato’, divirtiéndose como niños, pues hacían caras, brincaban, levantaban los brazos y reían genuinamente, terminando así esta velada literalmente inolvidable.

Compartir: