Solomon en Los Ángeles
Marzo 10, 2023. Continúa la colaboración entre la Ópera de Los Ángeles y la orquesta inglesa The English Concert, que anualmente ofrece como parte de la temporada del teatro un título de Georg Friedrich Händel (1685-1759). La música antigua es uno de los pendientes en la historia de este teatro, y aunque en el pasado se han montado algunos títulos de Händel o de Monteverdi, es siempre un pendiente en sus programaciones, que parcialmente esta cubriendo la presencia de una orquesta especializada en el repertorio con instrumentos de época.
Aunque las presentaciones se llevan a cabo en una sola fecha, y en versión de concierto, lo que parecería poco, la ejecución del oratorio en tres actos Solomon (1743) (HWV 67) dejó muy satisfecho a los presentes, especialmente en la parte vocal, por contar con cantantes especializados en un estilo poco conocido aquí. La temporada 2023-2024 del teatro se anunció hace algunas semanas, y ya se incluye una nueva visita de la agrupación inglesa con la ópera Rodelinda, también de Händel.
El encargado del libreto de la obra, que se escucha con cierta frecuencia en diversas salas de concierto a nivel internacional, parece ser desconocido, aunque frecuentemente se le atribuye al escritor y libretista irlandés Newburgh Hamilton (1691-1761), quien trabajó al lado del compositor en Alexander’s Feast (1736) y Occasional Oratorio (1746).
En la historia sobre el sabio rey Salomón, que se basa en historias bíblicas del Primer Libro de los Reyes, el Segundo Libro de las Crónicas, así como en Antigüedades Judías del historiador romano-judío Flavio Josefo, parece no existir una secuencia que permitiera una puesta en escena convincente, pero su valía radica en sus partes vocales, corales y orquestales. Es indudable que el Dorothy Chandler Pavilion es un espacio demasiado grande para la orquestación handeliana, pero aun así los miembros de la orquesta lograron transmitir los momentos más musicales, dulces, y conmovedores de la partitura, aun en los momentos y pasajes más apacibles y suaves.
La agrupación, bajo la dirección desde el clavecín de su titular, el maestro Harry Bicket, convenció por la dinámica y ligereza que le imprimió y por su consideración por las voces. Muy aplaudida fue su ejecución del conocido y vivaz pasaje instrumental “La entrada de la reina de Saba” al inicio del tercer acto, para oboes y cuerdas. Al final, Solomon parece ser una obra que intenta resaltar las virtudes y la sabiduría de un benévolo gobernante que permite la alegría del amor conyugal.
El elenco de cantantes debutantes contó con la presencia de la mezzosoprano sueca Ann Hallenberg, que cantara hace algunos años en el Mesías de Händel con la vecina Los Angeles Philharmonic, y que pisando por primera vez este escenario dejó constancia de su calidad y calidez vocal, con la maestría y el conocimiento que tiene de esta música. En su canto mostró autoridad, intención y admirable dicción inglesa.
En el doble personaje de la Reina de Salomón y la primera prostituta, se escuchó a la soprano Miah Persson, que cantó con buen gusto, claridad en su canto y considerable emoción, con acompamiento de la flauta. Una grata impresión dejó la mezzosoprano irlandesa Niamh O’Sullivan, en la interpretación de su aria ‘Thy sentence, great King’, con una voz oscura de brillante cualidad melódica y flexible en su extensión. Su papel fue el de la segunda prostituta.
Solomon cuenta con amplias recitativos y arias cargadas de sentimiento y pasión, y curiosamente las arias más virtuosas correspondieron a las voces masculinas, como la del tenor James Way, que en el papel de Zadok exhibió un amplio rango vocal y agilidad en cada una de sus intervenciones; así como el bajo-barítono Brandon Cedel como un levita, con una voz no precisamente grata en su color y timbre, pero que demostró ser un cantante solvente.
En el papel de la Reina de Saba, la soprano Elena Villalón cantó con convicción y un extenso y agradable rango vocal, y su interpretación del aria ‘Will the sun forget to streak’ fue un momento destacado del concierto. No se puede dejar de mencionar el aporte del conocido coro neoyorquino The Clarion Choir, quien con 32 elementos y bajo la dirección de su director Steven Fox se mostró uniforme, preciso, claro y hábil en cuando fue requerido, representando el coro de sacerdotes y el de los israelitas, sin dejar de mencionar ‘May no rash intruder’, que es quizás la mejor parte coral compuesta por Händel, y el coro final ‘The name of the Wicked’.