L’elisir d’amore en Granada

L’elisir d’amore en Granada © José J. Checa

Enero 26, 2024. El Teatro Isabel la Católica de Granada ha sido el escenario en el que se ha llevado a cabo la representación de la ópera de Gaetano Donizetti, con libreto de Felice Romani, L’elisir d’amore. 

Una obra llena de gracia, con una música que conserva su frescura, con una riqueza melódica y momentos donde se alterna lo cómico con lo sentimental, en una amalgama muy bien construida, tanto por el libretista como por el músico, que pone de manifiesto, una vez más, su fecunda y rica inspiración. El interés del público se ha concretado en dos llenos absolutos quedando mucha gente sin haber podido disfrutar de la gracia y el encanto de unos intèrpretes de gran calidad en un reparto no habitual en las funciones líricas de provincias.

En este caso concreto los granadinos entusiastas de la ópera tienen mucho que agradecer a Juventudes Musicales Granada su arrojo, su valentía, el haber apostado fuerte para conseguir un espectáculo de gran altura artística. Ha sido una apuesta personal de Dolores Hernández, la presidenta de la compañía, con la absoluta colaboración del equipo rector de esta sociedad musical que ya tiene más de 62 años de vida. 

Tenemos que destacar algunos aspectos que hacían especialmente difícil el montaje de una ópera. En primer lugar, las condiciones del Teatro Isabel la Católica, de acústica no demasiado buena, con un escenario pequeño, sin el suficiente fondo, lo que dificulta muchísimo la acción. Y por si fuera poco, un foso que tampoco reúne las condiciones necesarias. Es pequeño y los componentes de la orquesta tienen que estar demasiado estrechos y no son esas las condiciones adecuadas para el buen desarrollo de su labor.

Con un elenco de cantantes de alto nivel, destacando la figura de la exquisita soprano Sofía Esparza, un valor en alza, y el joven y muy interesante tenor Juan de Dios Mateos, a los que acompañaban el barítono Pablo Gálvez, que tuvo que sustituir al que había sido anunciado, el bajo Diego Savini y la joven soprano local Teresa Villena. Se contó con la colaboración del Coro de la Ópera de Granada, que dirige Pablo Guerrero, y la participación del Coro Infantil dirigido por Pedro Hernández. La orquesta que había en el foso era la Filarmonía de Granada, formada mayoritariamente por jóvenes instrumentistas al frente de la cual estuvo Alessandro Palumbo. Tete Cobo fue el responsable de la dirección escénica.

Por cierto, la puesta en escena fue bastante acertada porque el director de escena tenía que jugar con las dificultades que planteaba un escenario pequeño y sin fondo, lo cual dificulta mucho la acción y obligaba a cierto estatismo sobre todo en las escenas de conjunto, cosa que creo que solventó muy acertadamente. Cobo supo manejar los hilos para que no hubiera estatismo y para que el desarrollo de la acción no encontrara ninguna merma.

En el foso, la Orquesta Filarmonía cumplió con su misión siendo conducida muy bien por el maestro Alessandro Palumbo que estuvo, en todo momento, muy pendiente de los cantantes, ajustando adecuadamente las dinámicas para que en ningún momento ocurriera algo que, desgraciadamente es muy frecuente: que a veces la orquesta tapa a los cantantes cuando en una ópera debe la masa orquestal que asumir un papel de acompañante. Lo llevó a cabo felizmente Palumbo, que sí supo imponer una fuerza y una robustez a la orquesta cuando la ocasión así lo requería.

El Coro de la ópera de Granada ya tiene cierta veteranía, pues ha participado en varios montajes y conciertos y siempre ha respondido admirablemente. En esta ocasión ha brillado y mucho pues cuenta con un plantel de buenas voces, bien timbradas, muy trabajadas y que consiguen obtener ese empaste imprescindible para que la masa coral lleve a cabo felizmente su cometido. Cantaron bien, con una buena afinación y ese empaste al que antes he aludido. Fue la suya una labor muy meritoria.

Y vamos con los intérpretes. El papel de Nemorino, el rústico e inocente enamorado de la bella y voluble Adina, estuvo interpretado por el joven tenor almeriense Juan de Dios Mateos, una voz en alza con unas posibilidades canoras de alto nivel. A mi juicio estuvo espléndido desde el primer momento de su actuación con la preciosa y breve aria ‘Quanto è bella, quanto è cara’. Expresividad, capacidad emotiva. Tiene una voz muy bonita de tenor ligero que puede hacer de él un formidable Almaviva rossiniano. Voz bien timbrada, de dulce acento, canta con gusto, con pasión. Registro medio cálido, lleno de belleza. Registro agudo impecable, con una enorme musicalidad en las notas más comprometidas. Nunca abre la voz sino que ésta se expande gracias a una buena técnica de emisión del sonido, y me pareció apreciar un adecuado sistema de respirar lo que redunda en beneficio del resultado que siempre aparece lleno de musicalidad, sin la menor descomposición, sin la menor estridencia. 

Toda la obra estuvo a una gran altura y además tiene una capacidad cómica muy considerable, dentro de un gesto y unos ademanes sobrios, no cayendo nunca en la exageración. Su versión de la famosa ‘Una furtiva lagrima’ consiguió emocionarme por la belleza de su voz, por la calidad interpretativa y por esa contención que nace de un sentimiento verdaderamente artístico. Pero no solo en esta emblemática aria. En todo momento supo estar a la altura de las circunstancias. Cómico en las escenas más divertidas y lleno de sentimiento en los momentos más líricos en los que tiene como meta de su pensamiento y de su sentimiento a Adina.

La exquisita y joven soprano navarra Sofía Esparza brilló con luz propia. A pesar de su juventud, lleva a cabo una carrera brillantísima que se consolida actuación tras actuación. Recuerdo lo que me impresionó verla y escucharla en el Teatro de la Zarzuela, cuando cantó El Rey que rabió, de Chapí. Y más adelante en su brillante versión de Marola en La tabernera del puerto de Sorozábal. Espléndida entonces y espléndida en su papel de Adina, que ahora nos ocupa. Supo dotar de una gran fuerza a su personaje. Lo mismo era desdeñosa, despectiva, coqueta y un tanto frívola que se tornaba en apasionada, en mujer que al final dejar ver sus sentimientos. Es una estupenda actriz, hace creíble a su personaje. Pero sobre todo es una soprano realmente buena con una voz bellísima que ella sabe utilizar adecuadamente en cada momento. Voz cálida y hermosa que en la zona media es de una gran belleza y que en los momentos agudos, en los registros más altos, alcanza un gran nivel interpretativo, primando siempre la musicalidad. Su timbre, su calidad interpretativa y su belleza hacen de ella la Adina soñada por los autores. Gran noche la de Sofía Esparza.

El joven barítono granadino Pablo Gálvez tuvo que enfrentarse al cómico personaje del sargento Belcore. Y digo que tuvo que enfrentarse porque sustituyó al barítono que estaba anunciado y que tuvo que suspender por enfermedad. Gálvez es un cantante que tiene calidad en una voz de timbre hermoso, varonil, en el que aparece con bastante claridad su carácter de barítono lírico. El timbre de su voz es bonito y él sabe administrarla para llegar en toda su plenitud a lo largo del desarrollo de la obra. Estuvo francamente afortunado y demostró además que tiene una notable capacidad interpretativa, dotando a su personaje de todos los aspectos cómicos que en él concurren, haciendo de él un simpático fanfarrón. Muy seguro en todo momento contribuyó decisivamente al éxito total de la obra.

Y algo similar podemos decir del bajo Diego Savini, que encarnó de manera muy afortunada al bribón y falso doctor Dulcamara. Dotado también de una buena vis cómica, demostró su calidad como bajo cantante con un timbre muy bonito y una gran capacidad expresiva en todos los momentos de su actuación. El reparto lo completó la joven soprano granadina Teresa Villena en el corto papel de Giannetta, demostrando buenas cualidades y buena capacidad interpretativa.

En definitiva, una afortunada versión de una de las obras más populares de Donizetti, tan alejada de otros momentos asimismo brillantes del mismo autor, como Lucia di Lammermoor o La favorita. Aquí es un Donizetti alegre, con música desenfadada, aunque de notable calidad, con un perfecto tratamiento de las voces y una orquestación adecuada. Granada, en esta ocasión, ha vuelto a tener suerte.

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