Requiem de Verdi en Houston

Juraj Valčuha, nuevo director de la Houston Symphony Orchestra © Zach Tarrant

Septiembre 18, 2022. Después de la grata sensación que dejara el pasado mes de mayo la ejecución de la 9ª Sinfonía de Beethoven con la Houston Symphony bajo la conducción de su nuevo director titular, Juraj Valčuha, con otra emblemática obra del repertorio sinfónico-coral, el Requiem de Verdi, fue como se inició oficialmente su gestión al frente de la orquesta.

Al preguntarle por qué eligió esta obra, dijo que quiso que su presentación fuera con una obra monumental que uniera a la orquesta con el coro y los solistas. El maestro eslovaco unió así su nombre a una lista de personalidades que han estado a cargo de esta agrupación, fundada en 1913, como Leopold Stokowski, Sir John Barbirolli, André Previn, Christoph Eschenbach, Hans Graf y Andrés Orozco-Estrada. 

Por su parte, la dirección de la orquesta hizo la mejor elección posible con la nominación de Valčuha, ya que se trata de un director expresivo, que profundiza en cada pieza que dirige, con entendimiento de la partitura y del compositor, y lo hace con extrema facilidad, natural presencia escénica, buen gusto y elegancia. 

Su aproximación al Requiem se parece más a la de una partitura operística verdiana que a una misa solemne, ya que supo darle el lugar preponderante que le corresponde a los solistas, al coro y a la orquesta en cada una de sus intervenciones. Nunca se escuchó una fuerte masa musical, sino que su lectura fluyó con sentido, recurriendo incluso a los pasajes más tenues, casi imperceptibles con cuerdas suaves, acompañando a un coro espectral, que fue creciendo lentamente hasta la llegada de los cuatro solistas, que tuvieron un buen desempeño. Ellos fueron el tenor chileno-americano Jonathan Tetelman, quien cantó con un timbre cálido, voz bien proyectada y apego a la parte que estaba cantando. (Por cierto, Tetelman se presentará en esta misma temporada con la Houston Grand Opera como Cavaradossi en Tosca). El bajo ucraniano Dmitry Belosselskiy cantó con una voz profunda y bien modulada. La mezzosoprano rusa Marina Prudenskaya, interpreto su parte con emoción, dándole ese toque de aflicción que le exigen sus líneas, y que supo combinar bien su voz con la ardorosa y conmovedora ejecución de la soprano puertorriqueña Ana María Martínez. 

Puntos notables a destacar fueron el dueto en el Offertorio entre Tetelman y Prudenskaya, así como el conmovedor resplandor del ‘Libera me’ de la soprano Martínez, quien para ello se ubicó en un nivel superior detrás de la orquesta y al lado del coro. Quizás la parte más conocida del Requiem, los primeros compases del ‘Dies Irae’ en el que el coro y la orquesta crean una aterradora e impetuosa turbulencia musical, con giros y vueltas emocionales que llevaron a la reflexión, a través de grandiosos crescendi, fue una prueba que resaltó el control y la autoridad que ejerce Valčuha en el podio, sobre todo su sintonía con los diversos matices de la partitura. 

El coro Houston Symphony Chorus, que a su vez estrenaba nuevo director, Allen Hightower, mostró uniformidad y solidez, inundando la sala con alegría en su sereno ‘Agnus Dei’ y en su ‘Lux Aeterna’. 

Juraj Valčuha, cuya presencia comienza a generar satisfacción y expectativa con el público local y con los músicos de la orquesta, se hará cargo de nueve conciertos a lo largo de esta temporada sinfónica que inicia en Houston, y dirigirá una amplia variedad de compositores y destacados solistas, así como las obras sinfónico-vocales Das Lied von der Erde de Gustav Mahler y Oedipus Rex de Ígor Stravinsky, en versión semiescenicada. 

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