Baltazar Zúñiga: Al rescate de la música antigua

A propósito del lanzamiento de su nuevo disco, «A placar la mia bella y otras cantatas», de Alessandro Scarlatti (ver reseña: https://proopera.org.mx/resena/a-placar-la-mia-bella-y-otras-cantatas/), entrevistamos al tenor mexicano Baltazar Zúñiga, que se ha dedicado por más de 20 años a cultivar la música barroca italiana, ya sea como cantante, director o investigador musical.

Cuando iniciaste tu carrera en 1998, debutaste en roles de repertorio tradicional para tenor lírico, como Tamino en Die Zauberflöte de Mozart y Almaviva en Il barbiere di Siviglia de Rossini. En el año 2000 te trasladaste a Italia para especializarte en repertorio belcantista en la Accademia del Teatro Città di Cagli y llegaste a participar en el Rossini Opera Festival de Pésaro. ¿Qué te motivó a tomar esa decisión de viajar a Italia para estudiar bel canto?
Era una necesidad dejar el país porque mi ideal era hacer carrera en el repertorio de concierto y, para ello, era necesario trabajar en una técnica completa basada en los conocimientos del bel canto italiano. Sobre todo por las bases que te enseña el repertorio barroco y la escuela napolitana con sus primeros compositores, desde Alessandro Scarlatti hasta Domenico Cimarosa y Giovanni Paisiello. 

Sabía que, sin esos elementos, mi estilo de canto iba a ser impreciso y en los tiempos actuales es muy importante cantar las obras de una manera informada, pues aunque la técnica es una, el estilo, la manera de cantar cada obra de cada compositor cambia, incluso entre compositores del mismo periodo histórico.

En 2007 ganaste un concurso internacional para representar L’Orfeo de Claudio Monteverdi en el Teatro Bibiena de Mantova para la conmemoración del 400 aniversario del estreno de esta ópera. ¿Cómo fue para ti esa experiencia?
En ese mismo año estaba cantando Rodolfo de La bohème de Giacomo Puccini en un teatro y pude comprender que era mucho más enriquecedor cantar Orfeo que Rodolfo. El papel de Orfeo necesita más recursos técnicos e interpretativos y esa experiencia me «embrujó» totalmente. Cuando canté la ópera I due Foscari de Verdi dos meses después de cantar L’Orfeo, me di cuenta que no estaba satisfecho a nivel intelectual y espiritual.

El público de la ópera del siglo XIX espera el agudo y se concentra menos en entender si el cantante está preparado para cantar cada nota perfectamente, mientras que, en el repertorio antiguo, cada nota es transparente y el cantante necesita darle vida a cada nota con un color preciso y un vibrato apropiado a cada nota. Cuando doy clases magistrales y les canto a los alumnos algunos ejemplos de notas con vibratos diferentes, me miran como si estuvieran viendo a un marciano o a un brujo, pero no es otra cosa que saber usar todos los colores que la técnica te permite para poder dar a cada pieza antigua los colores que el compositor te sugiere.

¿Fue a raíz de esto que decidiste especializarte en el repertorio barroco? En aquel tiempo me imagino que apenas empezaba a manifestarse el interés por resucitar obras de los siglos XVII y XVIII. ¿Cómo fue que se dio esa transición de repertorio y qué implicaciones tuvo para tu carrera?
Desde que canté el papel de Orfeo, los directores de los ensambles italianos empezaron a llamarme y a invitarme a participar en proyectos, conciertos y puestas en escena. Yo solo tenía Orfeo en el repertorio, pero al día siguiente ya tenía que estudiar y memorizar decenas de obras diferentes y de compositores que iban desde el Renacimiento tardío hasta el Barroco tardío. Digamos que me dejé llevar: me di cuenta que, para cantar Nemorimo, tenía que hacer unas 10 audiciones, y para cantar papeles barrocos no tenía que hacer audición porque mi correo electrónico estaba lleno de propuestas. Eso me hizo entender que tenía una mina de oro en mi garganta y que tenía que aprovecharla. 

Esto lo explico mucho a los cantantes jóvenes: no todos tenemos la voz o el carisma para cantar las óperas de Verdi o de Puccini. Ser demasiado terco —queriendo hacer carrera en un repertorio que no es para su voz— hace que el cantante se vaya alejando poco a poco del canto hasta abandonarlo totalmente. Creo que en México y en los países latinoamericanos el cantante de música antigua es considerado aún como un cantante menos dotado, con menos voz, con menos técnica, cuando es exactamente al contrario. Habría que empezar a cambiar la concepción del cantante de repertorio antiguo y proponer más obras al público. El público ama la música antigua cuando está bien hecha.

Cuéntanos acerca de este nuevo disco que ha salido al mercado: A placar la mia bella y otras cantatas de Alessandro Scarlatti. Me parece que eres el primer tenor que canta y graba esta música que fue descubierta recientemente y, por lo tanto, era inédita.
Sí, es un gran honor ser el primer tenor en tiempos modernos en grabar por primera vez este repertorio que estuvo bajo candado por más de tres siglos. Alessandro Scarlatti escribió solo siete cantatas para tenor y en este disco hemos grabado seis cantatas inéditas porque ya existían grabaciones de la única cantata que se conocía hasta ahora. 

Fue un trabajo de investigación que realicé junto con otros musicólogos italianos, como el maestro Renato Criscuolo, famoso en Italia por sus grabaciones de obras inéditas como las cantatas de Händel en italiano para soprano, que no se conocían. Las cantatas de Scarlatti las hemos encontrado en la Biblioteca Nacional de París dentro de un manuscrito original de aquella época.

Alessandro Scarlatti llegó a componer unas 500 cantatas para soprano, pero solo siete para tenor. ¿A qué consideras que se deba tan escasa producción para tu tesitura?
En la época de Scarlatti, los castrati eran las voces en auge. Esto se debía a que en aquella época solo a los hombres les era permitido cantar en público y en los teatros. La voz aguda en aquella época era de un color «surreal» y, como sabemos, la voz de tenor está a una octava abajo y su color era menos impresionante para los oídos de aquella época, habituados a los virtuosismos insuperables de los castrati que reinaron en el periodo barroco.

Es por ello que el tenor en esta época tuvo una participación limitada, no nada más con Scarlatti, sino por todos los compositores barrocos, desde Vivaldi hasta Händel. En las obras sacras era diferente porque los cantantes de esas obras eran niños o músicos que se formaban dentro las iglesias y los institutos eclesiásticos, y obviamente las cosas estaban escritas de una manera más central. Es por ello que, en la música sacra de el siglo XVIII, el tenor tiene más protagonismo en la música de Bach, Händel y sus contemporáneos.

Baltazar Zúñiga: “No todos tenemos la voz o el carisma para cantar las óperas de Verdi o de Puccini”

¿Qué relevancia consideras que tiene hoy en día dar a conocer estas cantatas y qué le aporta este álbum al legado discográfico de Scarlatti?
Sin duda alguna, este disco tiene una gran relevancia desde el punto de vista de la investigación musical. En los últimos días he estado respondiendo decenas de correos a musicólogos de todo el mundo que me piden información acerca de esta grabación e investigación, y ya están organizando algunas conferencias en diferentes países en las que participaré como musicólogo. 

Desde el punto de vista discográfico, tengo el honor de haber realizado esta grabación que completa integralmente las cantatas para tenor. Desde el punto de vista personal, me llena de mucho orgullo ser mexicano y constatar que en el ambiente musical europeo mi presencia en este tipo de proyectos es cada vez mayor, debido a mis casi 20 años de experiencia en este repertorio.

Hace casi dos años te hicimos una entrevista en Pro Ópera, en la que nos contaste que, además de cantar, estabas incursionando en la dirección musical (https://proopera.org.mx/entrevista/baltazar-zuniga-al-rescate-del-renacimiento-y-el-barroco/). ¿Podemos decir que ahora también te estás dedicando a la investigación musical?
Podría decir que mi carrera de investigador musical comenzó en 1994, año en el que ingresé a la Escuela Superior de Música de Bellas artes. En mi escuela era conocido como un muchacho que vivía dentro la biblioteca y la fonoteca de la escuela. Desde mis primeros años de estudio musical hice trabajos de investigación. Fui el primer cantante mexicano en investigar y descubrir que el ciclo Dichterliebe Op. 48 de Robert Schumann estaba compuesto por 20 Lieder y no los 16 que conocemos de la edición de Peters. 

Este ciclo lo he cantado en Italia en muchas ocasiones y en el 2022 realizaré finalmente mi sueño de grabar todos los Lieder de la edición del manuscrito de 20 de Schumann. En Europa, para ser un gran intérprete, uno tiene que hablar bien al menos cinco idiomas, conocer muy bien la historia de la música, conocer los tratados antiguos y estar actualizados con respecto a la tecnología, hacer trabajo de investigación y leer mucha música de compositores de diferentes épocas y nacionalidades. 

Cantante, director e investigador musical. ¿Tienes algún otro talento escondido por ahí?
Muchas personas que me conocen no saben que trabajo como ingeniero de sonido desde hace 15 años con las casas discográficas de mayor prestigio en Italia. Estoy estudiando cine y he publicado algunos documentos así como conciertos de música antigua, grabados y editados por mí. Estoy estudiando dirección de orquesta y me encanta dar cursos de especialización. Estoy colaborando de manera constante con diferentes universidades en México y me encantaría tener días de 48 horas, lo cual no es posible, por lo que trato de vivir intensamente cada uno de ellos. 

Lo que más amo en este momento de mi vida es la fortuna de ser padre de una niña maravillosa de nombre Frida y tener como esposa a mi lado a Marta, una mujer y artista maravillosa. Puedo decir que he conocido la felicidad y ahora mi misión es compartir todo ello con mi país.

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