Génesis Moreno: “La edad solita va trayendo el peso y los colores a la voz”

Génesis Moreno: «Para mí es muy importante consolidar una carrera en estas tierras que tanto amo y abrirme camino en los teatros europeos con los que siempre he soñado»

La soprano Génesis Moreno conquistó el primer lugar del IX Concurso Alfredo Kraus de Las Palmas de Gran Canaria, España, el pasado 30 de septiembre. En la gala de finalistas, la cantante de origen venezolano avecindada en México desde hace ya varios años también obtuvo el premio a la mejor intérprete de zarzuela y el premio del público al participante más votado.

“Creo que aprendí mucho de mí como cantante, de mis límites y mis posibilidades”, continúa la soprano nacida en el barrio de Petare (el más peligroso de Caracas), en una conversación exclusiva para los lectores de Pro Ópera. “Conocernos se me hace fundamental para el crecimiento artístico. La final del concurso estuvo llena de cantantes de muy alto nivel, de todas partes del mundo. Y estar rodeada de tanto talento es para mí una recarga de energía, de ganas de seguir trabajando y continuar aprendiendo”, expresa.

La preparación para participar en un certamen es muy importante para Génesis, al margen del lugar que llegue a obtenerse. “Trabajas tanto cuando vas a un concurso que aun cuando los resultados a veces no sean los que esperabas, siempre hay crecimiento y avances”, se sincera la entrevistada. 

Para ella los concursos han sido también una vitrina, “sobre todo como extranjera: cuando llegas a un país en el que no sabes a dónde ir, donde nadie te conoce. Esta es la situación de casi todos los artistas; siempre tenemos que buscar nuevas fronteras y sin duda los concursos me han abierto caminos, en los cuales sigo y seguiré aprendiendo. Porque es claro que el trabajo nunca terminará ahí, es solo el comienzo”, apunta la cantante.

En Bellas Artes, con Ramón Vargas

Considero que una etapa de crecimiento en tu joven trayectoria se da a partir de tu ingreso en el Estudio de la Ópera de Bellas Artes, ya en nuestro país, y la participación que has tenido en sus diversas actividades. ¿Estarías de acuerdo? ¿Puedes contarme lo que ha significado para ti formar parte del EOBA, incluso al punto de participar en la gala de homenaje por los 40 años de carrera del tenor Ramón Vargas, celebrada en septiembre pasado en el Teatro del Palacio de Bellas Artes?
Sin duda, tener un equipo de maestros de alto nivel enriqueciendo tu crecimiento es maravilloso. Ya son casi dos años desde que llegué al EOBA y estoy muy agradecida. Desde el día uno, para mí se abrió un mundo de nuevas posibilidades, no solo musicales y vocales, también actorales, corporales e intelectuales. 

Cantar con la Ópera de Austin, con el maestro Ramón Vargas y el EOBA también fue una vitrina para la oportunidad que me está dando ahora la Compañía Nacional de Ópera de debutar el rol de Adina en la próxima producción de L’elisir d’amore de Gaetano Donizetti. Hoy, que casi se termina esta etapa en el estudio, no queda duda de que siempre será parte fundamental de mi recorrido.

Génesis, retrocedamos un poco para contextualizar tu historia. ¿Cómo fue tu infancia en Venezuela y cómo surgió tu interés musical y por el canto, que entiendo encauzaste como parte del Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles  de Venezuela y del Conservatorio Simón Bolívar?
Sí, mi primer acercamiento a la música fue en un pequeño núcleo del Sistema en Petare, el barrio en el que nací. Allí comencé a prepararme para tocar el violonchelo y ser parte de la orquesta infantil. Tendría apenas unos 11 años de edad. Fue hasta un paseo en el que nos llevaron a toda la orquesta a ver La traviata de Giuseppe Verdi cuando descubrí una de las cosas más hermosas que he conocido en mi vida: la ópera, y decidí que haría todo por un día ser parte de algo así. 

De esta manera comenzó mi inclinación por el canto, siendo parte de diversos grupos corales, incluyendo uno de los más importantes del país: la Coral Nacional Simón Bolívar. Esto se dio de la mano con los estudios de canto en el Conservatorio Simón Bolívar. Entonces comenzaron a abrirme puertas como solista en algunas producciones de ópera.

¿Cómo fue la transición entre el desarrollo que tuviste en tu país de origen y tu llegada a México, en general, y a su actividad musical en particular? ¿Cómo integraste ese cambio en tu vida personal y en la artística?
Definitivamente, el cantante de ópera que desea una carrera internacional debe aprender a ser un ciudadano del mundo; a comenzar de cero muchas veces y eso, aunque puede sonar sencillo, no lo es. 

Cuando llegué a México no sabía a dónde ir; no conocía a nadie y nadie me conocía. Tenía que hacer otros trabajos y no podía dedicarme a cantar de lleno. Esto era preocupante para mí, desde luego, pero creo que siempre que nos mantengamos en la lucha veremos resultados. 

El primer lugar que me abrió las puertas en México fue el Colegio de Arte Vocal dirigido por el maestro Ángel Rodríguez, quien decidió becarme y apoyarme de manera incondicional. Fue sin duda mi guía en medio de todo el temor de estar en un nuevo país y ahora creo que no pude elegir un lugar mejor. ¡México y su gente me dieron un nuevo hogar, nuevos amigos, y me permitieron hacer lo que amo, por lo que no podría estar más agradecida!

¿Qué etapas de formación vocal identificas en tu canto? ¿Podrías hablarme de tu trabajo actual, por ejemplo, bajo la guía del maestro Jesús Suaste?
Mi primera maestra de canto, Betzabeth Talavera, diría que me dio la confianza, me puso retos y me quitó los miedos. Sin duda, mucho de mi personalidad como cantante es una parte de ella. Mi segunda etapa sería Ángel Rodríguez, quien se encargó de pulir y alinear muchas cosas técnicas, pues aunque no es cantante, por alguna razón me entiendo muy bien con los pianistas. Lo mismo me pasó con la maestra Teresa (La Beba) Rodríguez, ya estando en el EOBA. Me funcionaron mucho porque de alguna manera saben cómo debes sonar y a veces es más fácil que te digan cómo y descubrirlo desde ti mismo, que desde lo que hace el otro. 

Y ahora, en el EOBA, con el maestro Jesús Suaste, ha sido una etapa de descubrir matices y profundizar en lo interpretativo. Este último año ha sido de mucho aprendizaje de igual forma con la maestra María Katzarava, quien ahora está en el estudio como directora. Como cantantes no podemos sonar como todos esperan porque son demasiadas opiniones a veces; pero sí podemos aprender de todos.

Ganadora del Concurso Alfredo Kraus

¿Podrías hablarme de tu voz y del repertorio que le viene bien? Me llama la atención que también hayas ganado en la categoría de zarzuela en el Concurso Alfredo Kraus, en España. ¿Qué géneros te gusta escuchar y abordar?
Algo interesante es que nunca me ha gustado describir o clasificar mi voz. Solo me he concentrado en hacer el repertorio más adecuado, el más fresco y juvenil que la voz me permita. Hay igual muchas opiniones: que soy soprano lírico con coloratura, lírico ligero o solo lírico, y en cualquiera de esas clasificaciones creo que es sumamente importante mantenerse en el extremo más ágil. Soy fiel creyente de que la edad solita va trayendo el peso y los colores a la voz.

He tenido la fortuna de tener maestros que me han hecho quemar mis etapas: he cantado mucho Rossini, mucho Händel; ahora me siento más cómoda con Donizetti, Bellini o algunas cosas de Gounod, pero siempre siguiendo la evolución natural de la voz. Ahora me emociona ser Adina, Norina o Lucia (¡y que no se note mi favoritismo por Donizetti!), por nombrar algunos papeles; porque en diez años la voz probablemente vaya a otras cosas. Quiero disfrutar los roles que son más sanos para mi voz en este momento.

Por otro lado, debo admitir que amo la zarzuela, lo pasional, lo divertida y lo cercana que es. Se me hace inevitable disfrutarla porque la música, mientras más cercana a lo que soy, a como siento y como me desenvuelvo, más me gusta. Por eso también soy muy fan de los ritmos latinos: la salsa, el merengue, la bachata; disfruto mucho la buena música. 

¿Cuáles son las presentaciones más referenciales de tu carrera y de tu crecimiento musical?
La Carmina Burana que hice como solista en el Teatro Teresa Carreño, ya que fue mi primera vez cantando en el recinto más importante de mi país. Pienso también en Il barbiere di Siviglia en la Sala Simón Bolívar del Centro de Acción Social por la Música, la sala más importante de mi querido Sistema de Orquestas.

Luego está mi primera presentación como solista en México, en el Festival Alfonso Ortiz Tirado. Siempre agradeceré a la gente de Sonora la forma tan hermosa en que me recibieron. Dentro del Estudio de la Ópera de Bellas Artes, está la gala con la Ópera de Austin y la gala donde pude cantar con el maestro Ramón Vargas.

Y el momento que me tiene más emocionada ahora es mi próximo debut en el Palacio de Bellas artes como Adina, en L’elisir d’amore. Cuando llegué a México, al segundo día de mi llegada, salí con mi mamá y mi hermana. Fuimos a un café frente al Palacio y me tomé una fotografía con él de fondo, mientras decía: “Este lugar es un sueño”. Hoy veo cómo los sueños se hacen realidad.

¿Qué planes vienen en tu horizonte musical? ¿Cómo te visualizas en algunos años?
El Concurso Alfredo Kraus, el trabajo de hormiguita que he venido haciendo en México: todo ha sumado y se han abierto muchas puertas. Seguramente tendrán pronto noticias de nuevos proyectos. Ahora mismo sigo trabajando, aprendiendo y preparándome para lo que viene el año próximo.

En unos años, espero estar cantando en Europa y en América Latina. Para mí es muy importante consolidar una carrera en estas tierras que tanto amo y abrirme camino en los teatros europeos con los que siempre he soñado. ¡Estoy trabajando en ello! Desde pequeña he sabido que el trabajo y la dedicación dan resultados. Nací en el barrio más peligroso de Caracas, fue difícil estudiar música, fue difícil salir de mi país y cuando recorres todo ese camino y ves el lugar donde estás ahora, de verdad sabes que nada es imposible. Por eso, sigo soñando con los teatros más importantes del mundo. Sigo soñando en grande.

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