Nayelli Acevedo en Motezuma de Vivaldi: Notas de viaje y entrevista
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Motezuma de Antonio Vivaldi se presenta en una gira por Estados Unidos y Canadá con la participación de tres jóvenes cantantes mexicanos. Nayelli Acevedo protagoniza como Asprano, el general del ejército azteca, esta ópera reconstruida por el especialista en música barroca Matthias Maute, director artístico del proyecto.
Febrero 5 ¡Ayer fue la primera! El público nos aplaudió de pie al final. Montreal es una ciudad alucinante. Ha sido todo un reto cantar esta música tan difícil y me emociona muchísimo ser hombre en escena por primera vez, y no cualquier hombre, ¡un soldado! En algún momento de la ópera aparecí entre el público y canté un pedazo del aria abajo del escenario, me gustó mucho cantarles tan cerquita. Entre la orquesta, los cantantes y el público se hizo una energía muy bonita. Los colegas han sido increíbles: buenísimos músicos y todos súper buena onda, definitivamente estoy viviendo un sueño…
¿Cómo ha sido la experiencia de formar parte de un elenco multinacional en cuanto a aproximación artística a la obra y al libreto, siendo un tema que a los mexicanos nos es familiar pero a los extranjeros quizá no?
Ha sido muy enriquecedor tener colegas de distintas partes del mundo contando una historia común. El Ensamble Caprice es una orquesta barroca que lleva tiempo trabajando y que ya tiene un sonido característico y una personalidad definida a la cual fue fácil adaptarse gracias a la dirección de Matthias. Los otros colegas cantantes, todos excelentes y muy comprometidos con el proyecto, me han inspirado mucho. De hecho, creo que nos hemos inspirado los unos a los otros al grado de que con poco tiempo de montaje logramos una energía común y una complicidad que fue creciendo y que el público pudo presenciar y disfrutar.
Todos están familiarizados con la historia, sin embargo creo que para ellos como extranjeros su acercamiento es más como lo tendrían con cualquier otra. Alguno de esos días, platicando con Marduk, nos dimos cuenta de cómo nos cansaba emocionalmente de forma particular interpretar esta obra. Es un tema muy sensible para los mexicanos y aunque esta ópera de Vivaldi/Maute no pretende ser educativa ni veraz, es imposible olvidarse de los sentimientos y pensamientos que el momento histórico en que está basada nos genera.
¿Qué características y retos tiene el canto operístico en Vivaldi?
Creo que depende mucho de la obra. En el caso específico de las dos arias que canto en Motezuma (en total cuatro, las otras dos compuestas por Maute) debo decir que, más que un reto, fue refrescante para mi voz, pues llevaba ya un par de años de hacer sobre todo barroco temprano. Vivaldi es increíble para las voces y creo que a las que son como la mía (soprano lírico) nos viene muy bien este repertorio. Es un compositor que nunca te hará daño cantar y que, al contrario, te ayuda a desarrollar la técnica vocal.
Algo muy característico de este periodo son las agilidades. Ese es quizá uno de los retos más obvios en este tipo de obras, pues te obliga a desarrollar cierta destreza y flexibilidad. También (pero esto en general en el canto barroco) fue un reto colorear mi voz de distintas formas, articulando de cierta manera y cantando sin vibrato notas en específico, y sobre todo la cuestión de llevar mis dinámicas más allá: pianos más pianos, fortes más fortes. Al ser ópera y al cantar con un ensamble que tiene buen color y volumen, estos detalles inherentes al estilo los tuve que hacer notar aún mucho más.
¿Cómo se hace para cantar en el estilo de la época de Vivaldi? Cuando hablamos de Puccini o Wagner hay tradiciones de canto conservadas de maestros a alumnos desde el siglo XIX y hasta grabaciones de cantantes que estrenaron obras del siglo pasado; en el barroco no tenemos esa referencia.
Hay referencias, pero vienen de un lugar distinto. Hoy en día se puede hablar de una tradición de interpretación histórica, incluso de vanguardias: detalles interpretativos que los ensambles de música antigua más populares han puesto de moda. Qué tan fidedigna o no sea esa tradición, eso es aparte, pero sí la tenemos ya un poco en el oído.
Con el renacimiento de la música antigua a principios del siglo XX se dieron a conocer una serie de tratados y documentos históricos que indicaban cómo se debe interpretar la música de los siglos XVII y XVIII. Los musicólogos y músicos que en aquel entonces fueron parte de ese descubrimiento comenzaron a aplicar estas normas y se dieron cuenta de que funcionaba, de que el sonido de la música barroca se volvía más interesante con el uso de instrumentos, de afinaciones, de temperamentos y otros criterios propios del periodo. Digamos que descubrieron el lenguaje de la música antigua y comenzaron a aprenderlo y a aplicarlo. Esa es la referencia que tenemos ahora los que nos acercamos a este repertorio. Nunca vamos a saber cómo sonaba aquella música con exactitud, pero nos hemos dado una buena idea y se ha creado un sonido y una referencia estética a partir de eso.
¿Qué tanto sitio queda para la interpretación personal de un cantante, habiendo todos estos referentes estilísticos? En el caso de Vivaldi, ¿hay un margen interpretativo amplio y en dónde radica?
A pesar de lo ceñido que pueda parecer por tantas normas, el canto histórico tiene un espacio enorme para la creatividad de cada intérprete y eso es una de las cosas que más me gustan.
De entrada, las partituras barrocas no tienen tantas indicaciones como las modernas, así que en ocasiones uno puede decidir qué hacer y cómo hacerlo. Se tiene libertad en cuanto al tempo en general, qué tan rápido o qué tan lento, dependiendo del afecto que se le quiera dar al fragmento musical. Otra parte fundamental son los da capo, la cuestión de la ornamentación que depende enteramente de cada intérprete y que incluso puede variar de concierto en concierto.
Febrero 9. Hoy tuvimos el segundo y último concierto en Seattle, mañana viajamos a Minneapolis. Han sido días muy locos, cansados e intensos.
Yo como cantante y como intérprete siento que voy cambiando con cada función. Pienso “¡qué suerte estar cantando con una orquesta como Ensemble Caprice!” y pienso qué falta me ha hecho esa clase de trabajo, pues desafortunadamente en México no tenemos oportunidades así. Hacemos formato concierto pero con escena, lo que nos permite ir más a fondo en las emociones.
Me gusta particularmente el repertorio operístico y siempre me había considerado muy intensa al interpretarlo, pero he descubierto que también tengo fuerza y he logrado pararme como un hombre valiente frente al público y con la orquesta detrás de mí como si fuera mi ejército.
Los públicos han sido maravillosos y bondadosos y nos han llenado de aplausos y de cariño. Al final, ahí dejamos un pedazo de nosotros y nos exponemos como quizá en ningún otro ámbito de nuestras pequeñas vidas.
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