Vanessa Jara: “Anhelo cantar algún día Carmen, Dalila y Eboli”

Vanessa Jara, mezzosoprano © Javier Blanco

La mezzosoprano tapatía Vanessa Jara (Guadalajara, 1990) tuvo gran éxito la noche del domingo 9 de julio al interpretar el rol de Suzuki dentro del montaje de la ópera Madama Butterfly de Giacomo Puccini en el escenario de la Sala Plácido Domingo del Conjunto Santander de Artes Escénicas en Zapopan, Jalisco, dirigido musicalmente por el maestro mazatleco Enrique Patrón de Rueda. 

Su poderosa voz, aterciopelada y de oscuros matices, expresó de forma admirable la ternura maternal de su personaje, siempre amoroso y fiel, consiguiendo varios momentos conmovedores, especialmente en el último acto, además de unirse magistralmente al caudal sonoro de la soprano María Katzarava (Cio-Cio San).

Tuvimos la oportunidad de charlar con esta joven cantante, quien a sus 32 años ya ha interpretado importantes roles como Cherubino y Marcellina en Le nozze di Figaro de Mozart, el Príncipe Orlofsky en Die Fledermaus de Strauss II, Wowkle en La fanciulla del West de Puccini, Filomena en Anacleto Morones de Víctor Rasgado, así como el rol protagónico de L’enfant et les sortilèges de Ravel, todos ellos en importantes escenarios de nuestro país como los teatros de Bellas Artes y el Degollado, entre otros.

¿Cómo nace tu gusto por el canto? ¿Cuándo inicias tu carrera de cantante?
Cuando era niña no conocía la ópera, pues en casa no se escuchaba música clásica ni nada parecido. Mi papá es dentista, pero tocaba la guitarra y cantaba en un trío, así que más bien era música popular lo que escuchábamos en casa. Cuando tenía como cuatro años un tío me regaló un aparato de karaoke con micrófono, y yo me la pasaba cantando canciones infantiles, como las de Cri-Cri. 

Mi papá estudiaba violín en esa época y dice mi mamá que lo acompañábamos a sus clases y ensayos, y que yo me la pasaba replicando y tarareando los acordes, las lecciones de solfeo como juego. No recuerdo muy bien eso, pero desde niña tuve afinidad por la música y al llegar a la juventud estaba segura de que quería dedicarme a la carrera de canto. Creo que yo no escogí la ópera, pues en ese momento no la conocía. Más bien, la ópera me escogió a mí. 

Me inscribí en la Escuela de Música y todo el entrenamiento estaba orientado al canto operístico. En ese momento no conocía mucho del género y mis papás estaban en desacuerdo, pero no les quedó más remedio que apoyarme cuando vieron que era en serio mi anhelo de dedicarme al canto profesionalmente. Creo que hay un poder superior que te ayuda a lograr tu misión en la vida. Y mi elección fue la correcta. Decidí cursar la carrera de Técnico en Música, que dura tres años, pues la carrera profesional dura 7 años, eso con el fin de que, si no funcionaba, podría cambiarme de carrera a tiempo. Yo no sabía que mi voz podía sería adecuada para la ópera, pero fue muy satisfactorio y sorprendente cuando comencé a cantar ese repertorio.

¿Cuáles fueron tus primeras experiencias como estudiante de canto?
Mis primeras experiencias fueron en el taller de ópera del maestro Marco Antonio Verdín. La primera aria que canté fue el aria de Orfeo ‘Che farò senza Euridice’ de la ópera de Gluck, y luego ‘Voi che sapete’ de Cherubino. Desde un principio estuve estudiando como mezzosoprano pues me di cuenta que ese registro resultaba cómodo para mí. Las arias de soprano me resultaban difíciles de cantar y decidí no forzar ni exigir a mi voz más allá de su registro natural. Posteriormente, volví a cantar el aria mencionada de Orfeo ed Euridice en una gala con la Orquesta Higinio Ruvalcaba. Luego canté en El niño y los sortilegios con la Orquesta Filarmónica de Jalisco, en el Teatro Degollado. Posteriormente ingresé al Estudio de Ópera de Bellas Artes (EOBA) y luego vendría mi interpretación de La Ciesca en Gianni Schicchi y Wowkoe en La fanciulla del West, ambas de Puccini, en el Palacio de Bellas Artes. 

¿Qué opinas del repertorio para mezzosoprano tanto en la ópera como en las obras sacras y de concierto?
Me gusta mucho el repertorio para mi tesitura. Por fortuna, hay muchas obras adecuadas para mi voz. Actualmente creo que hay roles muy interesantes que podría abordar, como Carmen, Dalila y Eboli, roles que anhelo cantar algún día, aunque sé que hay que poseer la madurez vocal para esos personajes tan demandantes. 

En algún momento me dijeron que yo era soprano, incluso aún me dicen que podría cantar papeles para soprano spinto, lo cual me encantaría, pero aún no es el momento: tendré que esperar y ver hacia dónde se orienta mi voz más adelante. Recuerdo a Grace Bumbry, que podía cantar roles de soprano y mezzo. Estoy abierta a esa posibilidad, pero por ahora me siento contenta como mezzosoprano. Carmen es una ópera que me atrae especialmente, así como Dalila. He estado ya trabajando en las arias de ambas óperas y me entusiasman mucho.

¿Has cantado repertorio barroco?
Cuando estudiaba llegué a cantar algo de ese repertorio. Incluso he hecho audiciones para El Mesías de Händel y otras obras barrocas. Creo que es una música muy compleja y difícil de abordar, aunque me encanta. Hasta ahora no me han elegido, quizá porque mi voz no resulta adecuada. Admiro mucho a Cecilia Bartoli, que se ha mantenido en un repertorio de coloratura, donde luce mucho su voz en el estilo barroco, así como en Mozart y Rossini.

Hablando de Rossini, ¿te gustaría cantar sus obras para mezzo?
Me encanta Rossini, aunque es un repertorio muy difícil. Tengo el sueño de cantar el rol de Isabella en L’Italiana in Algeri [compuesto para la contralto Marietta Marcolini]. He estudiado las arias y me parece muy cómodo para mi voz, más que Rosina en Il barbiere di Siviglia o Angelina en La Cenerentola [ambos roles fueron estrenados por la contralto Geltrude Righetti Giorgi]. Anhelo cantar L’italiana… algún día, pues no trae una carga tan dramática como otros papeles. Es más ligera, como cuando canté el príncipe Orlofsky en San Luis Potosí: me divertí muchísimo.

Platícanos sobre tu participación en las audiciones oficiales del Consejo del Metropolitan Opera House que sucedieron en nuestro país.
Fue un concurso que por primera vez tuvo la sede en la Ciudad de México. Tuve la oportunidad de audicionar para ellos. Canté ‘O mio Fernando’ de La favorita de Donizetti y una aria de Dorabella de Così fan tutte de Mozart y obtuve el “Encouragement Award”. A fines de este mes tomaré un curso de perfeccionamiento con ellos y recibiré la asesoría de importantes maestros.

¿Cómo fue tu experiencia de cantar Suzuki?
Es un personaje diferente a mí en muchos sentidos, pero me ha enseñado mucho. Es un personaje muy maternal, capaz de pasar a un segundo plano con tal de cuidar y proteger a Cio-Cio San, que es como su hija. No se sabe mucho de Suzuki, pero con la ayuda del director de escena creamos una historia. 

Desde mi punto de vista, Suzuki ya sabe lo que sucederá en la aventura de Cio-Cio San porque, quizás, ella vivió algo semejante: ella ya sabe que es un matrimonio falso, que Pinkerton abandonará a Cio-Cio San en cualquier momento… Tal vez Suzuki es una geisha retirada, y sabe lo que se avecina. Por eso llora poco antes de ‘Un bel dì, vedremo’, porque le duele aceptar que Pinkerton no volverá, pero no sabe cómo decírselo a Cio-Cio San. Poco a poco fui conectando con el drama de Suzuki, que no deja de ser el mismo drama que sufre Butterfly. Gracias a la poderosa interpretación de María Katzarava, logré sentir mejor el personaje, sufrir con ella, llorar con ella en su aria final en que canta a su hijo de una forma tan desgarradora y profunda. 

El rol lo abordé por primera vez en 2020 para las funciones de aquel año. En diciembre del año pasado me comentaron que la ópera se repondría en estas fechas y fueron tres semanas de ensayos tanto teatrales como musicales, un periodo muy emocionante. Creo que hubo un gran equipo en esta producción, una hermosa convivencia con directores y artistas. Recibir los consejos del maestro Patrón de Rueda fue un gran aprendizaje y crecimiento para mí. Además, la música de Puccini es impresionante. Es un precursor de la música cinematográfica: su música sugiere imágenes y toca las fibras más profundas de tu ser. Su manejo del leitmotiv y los colores impregnados en cada atmósfera son sublimes.

«En noviembre cantaré un ciclo de Lieder con la Orquesta Filarmónica de Jalisco» © Javier Blanco

¿Has cantado obras contemporáneas?
He cantado poco repertorio moderno o vanguardista. En el Festival Cervantino participé en el estreno en México de la ópera Anacleto Morones de Víctor Rasgado, en 2017. Además, canté en el coro en una obra del compositor rumano Iannis Xenakis, un repertorio muy difícil de cantar por su complejidad musical, aunque no deja de ser interesante.

¿A qué cantantes admiras?
Tatiana Troyanos es una de mis mezzos favoritas. También Elena Obrastsova y Shirley Verret. Son voces espectaculares por su amplio registro y variedad de matices que poseen. Las admiro y en cierto modo son mi modelo a seguir.

¿Podrías contarnos de tus proyectos futuros?
En breve voy a cantar mi primer musical: seré Madame Thénardier en Les Misérables. Lo estoy disfrutando mucho por su música fabulosa. Luego, en noviembre, con la Orquesta Filarmónica de Jalisco, cantaré un ciclo de Lieder que estamos terminando de definir y el Requiem de Mozart con la Orquesta Higinio Ruvalcaba a fin de año.

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