Victoire Bunel: “Me gusta abarcar varios estilos y épocas”

Victoire Bunel: «No tengo miedo de dar saltos en el tiempo ni de pasar de un estilo a otro» © Francois Bouriard

La mezzosoprano parisina Victoire Bunel se ha hecho de un nombre en el ambiente operístico de Francia. Su versatilidad para abordar diferentes estilos y repertorios —en especial barroco, tradicional, contemporáneo y, sobre todo, sus reconocidas apariciones con orquestas sinfónicas y en recitales de Lieder y mélodie— la convierten en una artista a tener en cuenta.

Su carrera, relativamente corta, la ha llevado ya a presentarse en los teatros y con las orquestas más importantes de su país como la Opéra Royal en Versailles, así como en Amiens, Burdeos, Caen, Compiègne, Lille, Limoges, Reims, Rouen, Toulouse y, en París, la Opéra-Comique y la Philarmonie, así como en el Festival de Aix-en-Provence. En el extranjero ha cantado en el Wigmore Hall de Londres, el Teatro Real de Madrid y la Biennale en Venecia, por mencionar algunos, además de haber sido dirigida por importantes directores de orquesta y de colaborar con los más importantes ensambles de música antigua de Francia. 

Victoire aceptó amablemente realizar esta entrevista donde expone interesantes y claros conceptos sobre lo que para ella representa su carrera y el canto.

¿Cómo inició tu vocación por la ópera y cómo te preparaste académicamente para dedicarte a esta carrera?
Desde muy joven sentí atracción por la voz. Descubrí el placer de cantar y eso me llevó a tomar cursos de música. Comencé en los conservatorios de distrito de París (en los distritos 10 y 9), y luego ingresé en la Maîtrise de Radio France cuando tenía 12 años. Allí pasé seis maravillosos años bajo la dirección de Toni Ramon, donde viví momentos inolvidables, como cantar en una Pasión según San Mateo de Bach con Kurt Mazur, Trois petites liturgies de la présence divine (Tres pequeñas liturgias de la divina presencia) de Messiaen con Myung-Whun Chung, Carmen en el estadio Stade de France con Daniele Gatti…). 

Esos años fueron absolutamente determinantes en mi desarrollo musical. Luego pasé seis años en el Conservatorio Regional de París (en el Departamento Superior para Jóvenes Cantantes dirigido en ese momento por Laurence Equilbey y Geoffroy Jourdain) y luego cinco años en el Conservatorio Nacional Superior de Música de París, incluido un año de intecambio Erasmus en la Royal Academy de Londres.

¿Podrias hablarnos un poco sobre tu voz? ¿Te sentiste inmediatamente cómoda con la tesitura de mezzo cuando la descubriste?
Habiendo empezado a cantar desde niña, mi relación con la voz fue al principio muy instintiva. Me guió la alegría de cantar más que la aproximación al instrumento mismo. Durante mis años en la Maîtrise de Radio France, mi instrumento de alguna manera permaneció en un segundo plano. Nuestra misión era crear juntos un sonido que sirviera al repertorio que estábamos interpretando. La noción de individualidad y por tanto de conciencia de mi instrumento llegó después, alrededor de la edad de 18 años. En ese momento tuve la oportunidad de conocer profesores cuyo objetivo era dejar que el instrumento se abriera y floreciera sin encasillarme ni fijarme una tesitura. Pude adoptar inmediatamente un repertorio en el que me sentía cómoda, que me satisfacía y muy rápidamente se trazó el camino hacia el registro de mezzosoprano, que fue inmediatamente muy natural.

Théone en Phaëton de Lully en Perm

¿Cuándo dirías que comenzó realmente tu carrera profesional?
Tengo una doble respuesta a esta pregunta, porque mis primeras experiencias profesionales tuvieron lugar cuando tenía 12 años. Canté en grandes salas parisinas con importantes orquestas francesas y directores internacionales en todos los tipos de repertorio (barroco, clásico y contemporáneo). Pero mis inicios como solista realmente comenzaron durante mis estudios en el Conservatorio nacional. Mi primera ópera profesional fue Phaëton de Jean-Baptiste Lully (1632-1687), en la que interpreté el papel de Théone con Le Poème Harmonique, bajo la dirección de Vincent Dumestre. Pasamos seis semanas en Perm, Rusia, para crear el espectáculo y hacer las primeras funciones. Guardo un recuerdo inolvidable de ello, y tuve la suerte de que todo transcurriera de manera fluida a partir de allí.

 

Phaéton de Lully – Acte II, escenas 2 y 3 – Victoire Bunel et Eva Zaïcik 

 

¿Qué roles o repertorios cantas actualmente y cuáles harás en el futuro?
Comencé la temporada con el papel de Ino en Semele de Georg-Friedrich Händel (1685-1759) con la Opéra de Lille dirigida por Emmanuelle Haïm, y luego La Voisine en la ópera contemporánea L’Inondation de Francesco Filidei (1973-) dirigida por Joël Pommerat con la Opéra-Comique de París y en Luxemburgo. 

También canté mi primera Flora en el Théâtre du Capitole de Toulouse en La traviata de Giuseppe Verdi (1813-1901) en una producción de Pierre Rambert, con la magnífica dirección de Michele Spotti. Luego volví al papel de Sirene en Coronis de Sebastián Durón (1660-1716) con Le Poème Harmonique en el Teatro Real de Madrid, e hice varios recitales de Lieder y melodía, incluido un Winterreise de Franz Schubert (1797-1828) que he llevado de gira varias veces con la Compagnie Miroirs Etendus y que interpretaremos de nuevo la próxima temporada en el Théâtre de l’Athénée de París en diciembre.

Flora Bervoix en La traviata en Toulouse © Mirco Magliocca

Dentro de unos días comienzan los ensayos de L’incoronazione di Poppea de Claudio Monteverdi (1567-1643), donde cantaré mi primera Ottavia. Me presentaré en esta producción del director de escena Ted Huffman dos veces este año, primero en la Ópera de Rennes con el contratenor y concertador Damien Guillon, y luego en la Ópera de Toulon con el concertador Leonardo García Alarcón. 

Durante esta temporada regresaré para dos producciones en la Opéra National du Capitole de Toulouse que son: cantaré Fiódor en Borís Godunov de Modest Músorgski (1839-1881), que también representaremos en el Théâtre des Champs-Elysées, y la coprotagonista en Pelléas et Mélisande de Claude Debussy (1862-1918). 

Como podrás constatar, me gusta abarcar varios estilos y épocas en una misma temporada. Si siento que el papel me conviene vocalmente, no tengo miedo de dar saltos en el tiempo ni de pasar de un estilo a otro. Por el contrario, encuentro que mantiene una flexibilidad y maleabilidad saludable y enriquecedora para el instrumento.

También es muy importante para mí darle un lugar privilegiado al repertorio de música de cámara, como el Lieder y a la mélodie. Hace algunas semanas canté el ciclo Mirages de Gabriel Fauré (1845-1924) con Sarah Ristorcelli, e Il tramonto de Ottorino Respighi (1879-1936) con el Hanson Quartet con France Musique. La próxima temporada cantaré, entre otros, Kindertotenlieder de Gustav Mahler (1860-1911) con orquesta en La Casa da Musica de Oporto, Portugal. 

¿La evolución de tu voz ha guiado la evolución de tu repertorio?
La constante adaptación y flexibilidad vocal que requiere la diversidad de estos repertorios no hace más que favorecer el desarrollo y florecimiento de mi voz, al tiempo que me enriquece enormemente. ¡Este eclecticismo es fundamental para mí! Siempre tengo mucha curiosidad por aventurarme en nuevos repertorios. Por ejemplo, en este momento siento una atracción muy fuerte hacia la música de Richard Strauss (1864-1949), del cual canto los papeles de Octavian (en Der Rosenkavalier) y Der Komponist (en Ariadne auf Naxos) con gran entusiasmo. 

Es escuchando nuestros propios deseos y aquello que hace florecer la voz como guiamos la evolución de nuestro propio repertorio. Debemos estar muy atentos y bien rodeados y cobijados para encontrar el camino correcto.

Ino en Semele en Lille © Simon Gosselin

¿Hay alguna producción de las que has tomado parte que haya dejado una huella especial en ti?
¡Es muy difícil hacer que una producción destaque sobre otra! Pero solo este año, por ejemplo, Semele en la Ópera de Lille fue encantadora de principio a fin, con escenografía sublime, puesta en escena muy rica, y la colaboración con Emmanuelle Haïm fue extremadamente interesante. En un concepto completamente diferente, L’Inondation también fue una experiencia única.

Mencionaste el lugar de privilegio que tiene para ti el repertorio de música de cámara como el Lied y la mélodie. ¿Que fue lo que hizo que te interesaras por estas obras?
Creo que inmediatamente me gustó la forma, ya que es un ambiente muy íntimo al servicio de la poesía. Es suficiente con solo dos, un pianista y un cantante, lo que hace que este repertorio sea muy accesible. Además, me ha permitido descubrir un repertorio gigantesco que ofrece una paleta infinita de colores y emociones. Me parece fascinante poder decir tanto en el espacio de unos minutos. Mi paso por la clase de Anne Le Bozec fue un maravilloso, porque me permitió conocer a pianistas privilegiados como Sarah Ristorcelli y Gaspard Dehaene, que ahora apoyan mi trayectoria como músico de cámara.

 

Puisque j’ai mis ma lèvre’, poema de Victor Hugo, música de Reynaldo Hahn, con Victoire Bunel y Gaspard Dahaene (Live à Orsay-Royaumont) 

 

¿Qué papel juega para ti el teatro y la actuación en tu desempeño como cantante?
El teatro es absolutamente esencial y está en el corazón de mi práctica. En gran parte por eso me apasiona tanto esta profesión. ¡Habría soñado con ser actriz comediante, y servir a los textos sin el medio de la música me fascinaría! Pero la música me permite contar con una infinidad de emociones. Encontrar la precisión en la interpretación es un trabajo interminable, y hay muchísimas maneras de abordar un texto y transmitirlo. Se debe entonces encontrar lo que nos está diciendo para que podamos transmitir una emoción sincera y sensible.

Por mi experiencia propia, he notado que la mayoría de los cantantes franceses sienten cierta atracción por la música barroca y en algún momento de su carrera la cantan. ¿Es esto parte de su formación musical? De acuerdo con tu experiencia, ¿qué es lo que les estimula y les crea este interés?
Seguramente esto se debe a la proliferación de espléndidos conjuntos de música antigua que tenemos en Francia, como Le Poème Harmonique, Le Concert d’Astrée, Pygmalion, Le Concert Spirituel, Les Arts Florissants, Le Banquet Céleste, Il Caravaggio, L’escadron volant de la reine, por citar solo algunos. 

Además, el repertorio es inmenso, de una gran riqueza y absolutamente sublime. Esto sin duda contribuye a su popularidad. Por supuesto que existe también una gran tradición y una historia muy rica en Francia durante el período barroco, y este repertorio es parte de nuestro patrimonio que es tan importante seguir interpretándolo, como lo es también crear obras nuevas.

En tu caso personal ¿Qué es lo que más te atrae de la época barroca y de este repertorio?
Permite hacer bordados y encajes como en el Lied y la mélodie. La voz está al servicio de la palabra y permite cincelar y labrar con mucha precisión todas las intenciones. Te permite hacer propuestas muy personales como, por ejemplo, el arte del da capo, donde cada uno esculpe su línea en función de su propia voz y sensibilidad. Ofrece muchos efectos muy expresivos propios de este repertorio (fluidez, explosividad, estremecimiento, etcétera) que da una gran libertad de interpretación a los músicos, y es para mí un inmenso placer interpretar esta música.

Escena de Coronis de Sebastián Durón en Madrid

Hablaste de la infinita variedad de obras barrocas francesas, pero ¿podrías hablarnos del proyecto de descubrimiento e interpretación de la zarzuela barroca española Coronis de Durón en el que participaste, cantándola en escena en diferentes teatros franceses, así como en Madrid? La grabación del CD con Le Poème Harmonique también ha dejado una grata sensación con el público, entre el que me incluyo…
Descubrí esta zarzuela barroca y a Durón durante este proyecto, y fue muy emocionante abordar este género por primera vez. Interpreté el papel de Sirene que, junto a su marido Ménandro, forman el dúo cómico de la ópera. Son como un hilo conductor que asiste y comenta las acciones de la historia. Ellos son la palabra del pueblo, de los mortales, ante las aventuras de los dioses. 

Trabajar en este papel fue muy interesante para mí, primero porque canto poco en español, pero sobre todo porque la línea vocal de mi papel es muy particular, ya que oscila constantemente en un estilo cantado-hablado muy diferente al del repertorio barroco francés o italiano. Además, con el carácter cómico del personaje, tuvimos que encontrar, en el registro medio, una manera de seguir siendo pulsantes e impactantes, con frases muy cortas, ya que hay muy pocas líneas de canto para estos dos protagonistas. Es una música tremendamente vivaz, llena de sorpresas, deslumbrante y también muy conmovedora.

¿Consideras que existe algo “sagrado” en la práctica del arte y del canto o en la música barroca?
Sí, estoy profundamente convencida de que el arte tiene una dimensión sagrada. El arte nos permite reflexionar, cuestionar, comprender, desafiar, defender, proteger, consolar, compartir, intercambiar, expresar nuestra visión del mundo, pero también trascendernos a nosotros mismos, transcribir lo indescriptible, y comunicar lo incomunicable. 

En mi opinión, la música es el lenguaje más poderoso que existe, y literalmente puede cambiar vidas o la forma de ver el mundo. La música me conmueve particularmente y la voz es sin duda lo más misterioso e impactante que conozco. El instrumento invisible es, sin embargo, el receptáculo y el medio de una universalidad que abruma.

Tienes la experiencia de haber cantado en muchos teatros y salas de concierto. ¿Para ti es fácil adaptarte a diferentes acústicas?
La técnica vocal ayuda en esto, a encontrar el equilibrio adecuado según la sala en la que nos encontremos, pero es cierto que a veces puede resultar muy incómodo. La acústica realmente nos puede ayudar, del mismo modo que nos puede servir totalmente cuando no hay resonancia o reverberación natural. Entonces debemos crear un espacio que resuene dentro de nosotros y ceñirnos a él sin intentar ir en contra de la acústica del lugar. En esos momentos es muy interesante tener un oído externo que pueda escuchar desde el teatro, porque a veces las sensaciones no reflejan en absoluto la manera como suenan realmente en el teatro.

¿Qué significa para ti la alegría de cantar? La vida de un cantante, ¿es la felicidad?
Cantar me conecta profundamente con quien soy, es muy íntimo. Me hace descubrir las facetas de mi personalidad, me permite expresar emociones que a veces son difíciles de expresar fuera de la música. Es una búsqueda constante que me fascina, me desafía y me lleva constantemente a encuentros apasionantes y enriquecedores. ¡Es una fuente de gran felicidad y plenitud! Evidentemente no es siempre fácil construir una vida estando constantemente de viaje, pero es una alegría y un privilegio poder compartir música con tantas personas como sea posible.

 

Chanson perpétuelle’ de Ernest Chausson, Victoire Bunel con Sarah Ristorcelli (piano) y el ensamble Le Quator Elmire 

 

Escena de L’inondation de Filidei en la Opéra Comique

¿Quién dirías que ha tenido la influencia más positiva en tu carrera? y ¿quiénes son los artistas, del pasado o del presente que estimulan o que son un modelo para ti?
Diría Toni Ramon (director de la Maîtrise de Radio France en mi época), que marcó para siempre mis primeras grandes emociones musicales, Mélanie Jackson y Valérie Guillorit, las profesoras de canto que acompañaron el florecimiento de mi voz infantil hasta mi voz femenina, Anne Le Bozec, por su artesanía y su pasión por un repertorio que para mí es tan querido, y a Vincent Dumestre, el maestro del momento y uno de los primeros en confiar en mí, la lista aún es aún larga. 

Me inspira mucho la pasión de Emmanuelle Haïm, la artesanía de Sabine Devieilhe, el llamativo trazo de lápiz de Egon Schiele, la mirada de lince de Susan Sontag y Francesca Woodman, la pluma llena de poesía de Bérengère Cournut, el poder liberador de Batsheva Dance Company, el cine de Paweł Pawlikowski, Wim Wenders y Ken Loach.

Finalmente ¿podrías contarnos alguna anécdota interesante que te haya ocurrido, así como el que consideres que ha es el mejor recuerdo musical de tu carrera?
No podría responder esta pregunta citando solo un momento. Pero conservo un recuerdo conmovedor de La Pasión según San Mateo en el Théâtre des Champs Elysées de París cuando estaba en la Maîtrise de Radio France, y donde me sentí transportada por la música de Bach. Fue una revelación: todo llevado por la fuerza colectiva que me hacía que me dieran escalofríos en cada ensayo. 

Me gustaría mencionar también la producción de Phaéton de Lully en la Ópera de Perm (Rusia) con Le Poème Harmonique para esta primera experiencia como solista en la ópera y al otro lado del mundo. Además de tantos momentos privilegiados en recitales en salas mucho más íntimas donde entramos en comunicación directa y creamos conexiones con el momento presente que me han hecho sentir más viva que nunca.

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