Alcina—Handel

Magdalena Kožená (Alcina), Anna Bonitatibus (Ruggiero),
Erin Morley (Morgana), Elizabeth DeShong (Bradamante),
Alois Mühlbacher (Oberto), Alex Rosen (Melisso),
Valerio Contaldo (Oronte)
Les Musiciens du Louvre, Marc Minkowski
Pentatone CD

Hay ocasiones en que los astros se unen en el universo musical para conjuntar un elenco que marca un antes y un después en la ejecución de una obra determinada. Este es el caso de la nueva grabación de Alcina de Georg Friedrich Händel, bajo la batuta de Marc Minkowski al frente de Les Musiciens du Louvre. 

El elenco elegido por el director francés podría calificarse de perfecto, aunque el rol titular está a cargo de una mezzosoprano y no de una soprano, como generalmente se acostumbra. Pero si esa intérprete resulta ser alguien con la calidad interpretativa y vocal de la checa Magdalena Kožená, uno entiende y aplaude la elección. 

Un trío de cantantes femeninas en los otros roles principales completan este elenco de ensueño vocal: como Ruggiero, papel que actualmente escuchamos más a menudo en voz de contratenores, está la mezzosoprano italiana Anna Bonitatibus; como Morgana, la hermana de la hechicera Alcina, está la soprano Erin Morley; y en el papel de Bradamante, prometida de Ruggiero, está la mezzosoprano Elizabeth DeShong. 

Para un cuarteto principal tan fuerte, Minkowski tiene también a un muy buen Melisso en la voz del bajo Alan Rosen, un Oronte de voz clara con el tenor Valerio Contaldo y un Oberto de timbre algo liso en el contratenor Alois Mühlbacher.

Basada parcialmente en el poema épico Orlando furioso del poeta italiano Ludovico Ariosto, con algunas partes del libreto de la ópera L’isola di Alcina de Riccardo Broschi de 1728, Alcina fue estrenada en Londres el 16 de abril de 1735 para la que fue la primera temporada en la que participaría Händel en Covent Garden.

En el siglo XIX cayó en el olvido y resurgió en el firmamento operístico hasta mediados del siglo XX. Grandes sopranos interpretaron el papel principal, tales como Joan Sutherland, Arleen Auger, Renée Fleming, Anja Harteros, Patricia Petibon, Sandrine Piau y, recientemente, Jeanine de Bique en la Ópera de París.

Kožená no es la primera mezzosoprano en abordar el papel de la hechicera Alcina en una grabación. Ya antes lo había grabado la también Joyce DiDonato bajo la dirección de Alan Curtis. Lo que ambas comparten es un timbre de mezzo ligera, con color sopranil en la zona aguda, además de un claro conocimiento del estilo barroco. La mezzo checa crea un personaje que proyecta la vulnerabilidad emocional de la hechicera y su amor apasionado por Ruggiero. Basta con escucharla en el aria ‘Di, cor mio, quanto t’amai’ para constar la maestría interpretativa de Kožená. Su timbre es el más ‘ligero’ de las tres mezzos que participan en la grabación, pudiendo distinguir perfectamente a cada una. 

Alcina, HWV 34, Act I: ‘Di, cor mio, quanto t’amai’ 

Kožená matiza y colorea su dulce timbre de tal manera que muestra con buen gusto y sin manierismos ni exageraciones la melancolía, los celos y la desesperación de Alcina. Un verdadero tour-de-force anímico para la interprete que deba dar voz y vida a la famosa hechicera. 

Alcina, HWV 34, Act I: ‘Sì, son quella’ 

La voz de Erin Morley como Morgana es luminosa, con una línea de canto impecable. Irradia encanto y simpatía como, por ejemplo, en su aria más famosa del acto I, ‘Tornami a vagheggiar’. Sus sobre agudos son brillantes, certeros y expresivos.

Alcina, HWV 34, Act I: ‘Tornami a vagheggiar’ 

La soprano norteamericana también es capaz de crear momentos de gran emotividad como en el aria ‘Ama, sospira’, acompañada por un solo de violín. Morley acaricia cada frase y flota las notas de manera etérea. 

Alcina, HWV 34, Act II: ‘Ama, sospira’ 

Anna Bonitatibus canta un Ruggiero heroico, con una voz lírica flexible y aterciopelada. Su registro central es redondo y oscuro, brillante en los agudos y con un squillo atractivo. Escucharla cantar con tal introspección y sentimiento el aria ‘Verdi prati’ hace que el tiempo se detenga. 

Alcina, HWV 34, Act II: ‘Verdi prati’ 

La mezzo italiano retrata vocalmente al guerrero y al hombre enamorado, hechizado por Alcina, con gran maestría. Muestra también sus claras agilidades vocales en arias como ‘Di te mi rido’, sabiendo cómo interpretar no solo la música sino también sacando provecho histriónico del texto que canta. Bonitatibus es una de las mejores intérpretes del repertorio barroco hoy en día y en esta grabación muestra que está en plenitud vocal.

Alcina, HWV 34, Act I: ‘Di te mi rido’ 

Elizabeth DeShong posee una voz casi de contralto con una técnica vocal depurada y un timbre atractivo y sedoso. Sus coloraturas son impecables, certeras y posee un muy atractivo registro grave que resuena igual de sonoro que sus registros medio y agudo. Su Bradamante es fuerte, melancólica y llena de añoranza por el amor de Ruggero. Tiene arias de bravura que requieren de un fiato y de una precisión musical prístinas para que luzcan al máximo las emociones del personaje. Hay dos arias donde DeShong luce al máximo sus cualidades vocales: ‘È gelosia’ en el acto I y ‘Vorrei vendicarmi del perfido cor’ del acto II. Es una de las grandes y más gratas sorpresas de esta grabación.

Alcina, HWV 34, Act I: ‘È gelosia’ 

Alcina, HWV 34, Act II: ‘Vorrei vendicarmi del perfido cor’ 

El tenor Valerio Contaldo canta con fuerza al celoso Oronte, y su registro central es donde mejor luce su voz. Gran trabajo vocal la del bajo Alan Rosen como Melisso. El timbre es cavernoso, grave, pero con brillo, excelente dicción y muy expresivo. Uno de sus mejores momentos es el aria del acto II ‘Pensa a chi geme d’amor piagata’. 

Alcina, HWV 34, Act II: Pensa a chi geme d’amor piagata (youtube.com)

El contratenor de 28 años Alois Mühlbacher tiene una voz agradable, pero con una emisión lisa. Canta Oberto en estilo, pero sí llega a ser monótona su interpretación. Seguro con el tiempo crecerá en el papel, dándole más matices y colores a su instrumento. 

En este festín barroco de más de tres horas, la atinada y dinámica dirección de orquesta de Minkowski, aunada al esplendoroso sonido de Les Musiciens du Louvre, crean un drama completo que se pasa volando y que resalta el drama y las tribulaciones de los personajes. Minkowski hace que la trama fluya, que los intérpretes proyecten los sentimientos de sus personajes y que se vayan creando las situaciones de manera clara a través de la música. Los recitativos están muy bien interpretados, sobre todo porque no solo los cantan, sino que hay un trabajo de interpretación teatral. 

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