Julie Cherrier-Hoffmann—La voix humaine

Poulenc: La Voix Humaine, Fiançailles Pour Rire
Julie Cherrier-Hoffmann (soprano)
Orchestra del Teatro La Fenice di Venezia; Frédéric Chaslin
APARTÉ CD

Esta nueva grabación de la ópera La voix humaine de Francis Poulenc cuenta con la participación del director francés Frédéric Chaslin y su esposa la soprano Julie Cherrier-Hoffmann, quien interpreta a la protagonista. Incluye también una transcripción para soprano y orquesta de la canción ‘Les chemins de l’amour’ y de ‘Fiançailles pour rire, FP101’, también de Poulenc. Participa la Orchestra del Teatro La Fenice de Venecia, dirigida por Chaslin. 

La voix humaine (La voz humana) es una tragedia lírica en un acto compuesta por Poulenc en 1958, basada en un monólogo teatral escrito por Jean Cocteau en 1930 llamada La voix humaine, le bel indifférent. La obra de Poulenc se estrenó en la Salle Favart de la Opéra Comique de París el 6 de febrero de 1959 y la protagonizó la soprano Denise Duval, dirigida por Georges Prêtre. 

Es un tour-de-force para cualquier soprano que se adentre en el personaje de la Mujer, ya que está sola en escena durante toda la obra. Más que depender de su virtuosismo vocal o de su técnica lírica, quien se adentre en este monólogo cantado debe ser una gran actriz que sepa interpretar todos los sentimientos por los cuales pasa la protagonista durante una muy accidentada llamada telefónica con su amante. La partitura tiene muchos leitmotifs que se expresan como momentos, lugares y recuerdos de un amor roto. La relación está por terminar y sentimos como, poco a poco, la mujer al teléfono va sintiendo el alejamiento de su pareja. Nunca oímos la otra voz: es la música de Poulenc la que nos “ilustra” lo que le responde a la mujer. El rompimiento es tan doloroso para “Ella” que termina suicidándose.

Según cuenta la soprano Julie Cherrier-Hoffmann en las notas del disco, para ella “es una ruptura en muchos sentidos, ya que la comunicación se corta constantemente, dejando a la protagonista con el tormento de la espera”.

Se incluye el ciclo de canciones Fiançailles pour rire, FP101 (Compromisos para reír), compuesta por seis mélodies cuyos textos están basados en poemas del mismo nombre, de Louise de Vilmorin. Fueron compuestas en 1939 y estrenadas el 21 de marzo de 1942 en la Salle Gaveau, interpretadas por la soprano Geneviève Touraine. En este disco escuchamos la versión orquestada para soprano que arregló también Chaslin. Las canciones son ‘La dame d’André’, ‘Dans l’herbe’, ‘Il vole’, ‘Mon cadavre est doux comme un gant’, ‘Violon’ y ‘Fleurs’. Con el acompañamiento orquestal, la voz está más arropada y las atmósferas que se van creando para ilustrar lugares y sentimientos son más grandes que con el solo acompañamiento de piano. 

Cherrier-Hoffmann es una cantante muy expresiva que sabe el estilo que debe mantener en su canto, aún teniendo una gran orquesta detrás. No olvida que estas son canciones y no arias de ópera, interpretando con elegancia y estilo cada una de ellas. Las texturas orquestales que Chaslin maneja en los arreglos son sutiles, transparentes en ciertas canciones y atmosféricas en otras. 

Abre el disco con la canción (o mélodie) ‘Le chemins d’amour’ FP 106 (‘Los caminos del amor’) con un arreglo orquestal de gran belleza de Chaslin. Comenta él en las notas del disco que hay tres compositores franceses cuyas composiciones de piano pasan muy bien del instrumento a lo orquestal: Debussy, Ravel y Poulenc. Así pues, la paleta orquestal de la partitura para piano pasa muy bien a la agrupación orquestal. La letra la escribió Jean Anouilh, basado en un vals cantado de la música incidental de su obra de teatro Léocadia. Cherrier-Hoffmann tiene una voz muy dulce, lírica y saborea las palabras que canta con estilo y buen gusto. Una atractiva forma de iniciar el disco y preparar al oyente para el drama y la desesperación que se escucharán a continuación en La voix humaine. 

La particularidad que tiene esta grabación es que cuenta con una soprano lírico (casi ligero) haciendo el papel de la mujer que habla por teléfono con su amante. Este monólogo vocal se asocia mucho a cantantes ya de edad o con voces que ya no están en plenitud, lo cual hace que les sea más fácil actuar con la voz más que cantar el libreto. Hay momentos en que esta obra requiere de cierta recitación por parte de la intérprete, y también hay instantes de gran lirismo donde incluso la orquesta engrandece un poco el sonido. En el caso de Julie Cherrier-Hoffmann, nos muestra un personaje joven, con una fragilidad que no encontramos en otras interpretaciones. 

Grandes sopranos han grabado e interpretado en escena esta obra, como Jessye Norman, Julia Migenes, Dame Felicity Lott, Veronique Gens, Anna Caterina Antonacci, Karita Mattila, y más recientemente Patricia Petibon, Barbara Hannigan y Danielle DeNiese. Algunas han optado por personificar vocalmente a “Ella” (la mujer) como un personaje histérico, poco atractivo para el escucha y al final uno como público acaba entendiendo por qué la relación con su amante ha terminado. Cherrier-Hoffmann sabe darle esos matices incluso hasta de ternura, y transmite perfectamente toda la gama de sentimientos del personaje solo oyéndola. Logra, ayudada por la magnífica música de Poulenc, crear toda una historia con efectos de sonido en donde escuchamos el teléfono, a varios instrumentos que le contestan como si fuesen la voz de quien está al otro lado del auricular. Es curioso como cambia la perspectiva de la obra cuando la interpreta una voz joven y no una mujer madura. 

La soprano francesa personifica a esta mujer enfocándose en la pena interior extrema que tiene de no ver a su amado sin exageraciones o gritos. En los momentos en que se corta la comunicación, retrata de manera desgarradora pero bien controlada la angustia del personaje. Es muy refrescante escuchar a alguien que le sabe sacar jugo al texto de Cocteau y que no solamente lo canta. Cherrier-Hoffmann tiene un timbre muy brillante, dicción clara y mantiene al escucha atento a todas sus reacciones. Es muy interesante escuchar cómo se entreteje el discurso de la mujer con los instrumentos que sirven de los otros personajes, además de los sonidos que emiten para ilustrar un timbre, un exabrupto, o un sonido en la calle, etcétera. Es como escuchar una radionovela de antaño… pero con música de muy alto nivel y una voz operística.

Chaslin controla muy bien a la Orchestra del Teatro La Fenice di Venezia, siendo artífice de crear la atmósfera que se requiere, hacer las contestaciones de los otros personajes y los matices que necesita la soprano para darle vida a esta mujer. La evolución del personaje, su desesperación y su suicidio al final de la obra están perfectamente delineadas por Cherrier-Hoffmann y por la música de Poulenc. Uno siente cómo esta mujer está sola, ansiosa de amor y se le compadece por tomar la decisión de quitarse la vida. Al final, se va apagando poco a poco, y su vida se corta como esa llamada que causó tan triste decisión de suicidarse.

Un gran homenaje a Francis Poulenc por parte del director Frédéric Chaslin y la soprano Julie Cherrier-Hoffman con una obra que muestra el genio del compositor. 

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