Marie-Nicole Lemieux — Berlioz-Ravel-Saint Saëns

Berlioz-Ravel-Saint Saëns
Marie-Nicole Lemieux (contralto)
Orchestre philharmonique de Monte Carlo; Kazuki Yamada
ERATO CD

La contralto canadiense Marie-Nicole Lemieux presenta su nuevo disco con tres ciclos de canciones de compositores franceses, dos de ellos muy conocidos e interpretados con frecuencia por las intérpretes de su misma tesitura: Les nuits d’été (Las noches de estío) Op.7 de Hector Berlioz y Shéhérazade de Maurice Ravel). Para complementar y enriquecer aún más el disco, Lemieux ha seleccionado un ciclo de canciones de Camille Saint-Saëns: las Mélodies persanes Op. 26 (Melodías persas) que comparten musical y temáticamente ciertos rasgos con los otros dos ciclos. La acompaña el director japonés Kazuki Yamada al frente de la Orchestre Philharmonique de Monte Carlo.

La asociación Palazetto Bru Zane colaboró con Lemieux en el rescate y curaduría de las Mélodies persanes; es la primera vez que se graban y se usa el orden establecido en la partitura original para piano y voz. También reutiliza dos breves interludios de Nuit persane para que sirvan como introducción y transición orquestal. 

El disco comienza en orden cronológico con Les nuits d’été, ciclo de canciones escritas por Hector Berlioz para voz (de mezzosoprano o tenor) y piano en 1841, para luego ser orquestadas entre 1843 y 1856. Los textos son poemas uno de sus amigos: Théophile Gautier. Son parte de la colección conocida como La comedie de la mort (La comedia de la muerte). Los títulos de las seis canciones son: ‘Villanelle’, ‘Le spectre de la rose’, ‘Sur les lagunes: Lamento’, ‘Absence’, ‘Au cimetière: Clair de lune’ y ‘L’ile innconue’.

Las Mélodies persanes de Camille Saint-Saëns datan de 1870; son seis canciones. Sus textos están basados en los poemas del ciclo del mismo nombre escrito por Armand Renaud. Saint-Saëns seleccionó los mejores poemas y añadió unos toques de sabor morisco, ya que el exotismo era la manera perfecta de preparar al oído para escuchar ritmos y melodías que ilustraran un ambiente lejano y desconocido, a la vez mágico y misterioso. Curiosamente, tres de las canciones están escritas para mezzosoprano o contralto y las otras tres para tenor, representando a los dos personajes que forman parte de este universo: una chica árabe y un príncipe persa. No hay una historia concreta sino escenas que ilustran ciertas atmósferas, sentimientos y sensaciones. En el caso de esta grabación con Lemieux, ella canta tanto las canciones de la joven árabe como las del príncipe. Tuvieron un gran éxito en su estreno.

Shéhérazade de Ravel fue estrenada el 17 de mayo de 1904 en la Société Nationale en la Sala Nouveau Théâtre de Paris. El texto de las tres canciones es de Tristán Klingsor, poeta que había escrito una colección de poemas con el título de Shéhérazade, inspirada en la suite sinfónica del mismo nombre escrita por el compositor ruso Nicolái Rimski-Kórsakov. Ravel seleccionó solo tres de los poemas de la obra de Klingsor: ‘Asie’, ‘La flûte enchantée’ y ‘L’indifférent’. Era un ferviente admirador del exotismo de Las mil y una noches.

Marie-Nicole Lemieux se siente como pez en el agua en esta música; desde que inicia Les nuits d’été Op. 7, H 81b, la contralto canadiense canta con elegancia y estilo la canción ‘Villanelle’, un himno a la primavera y al amor con música juguetona. Va degustando el texto al cantarlo, dando las inflexiones necesarias y aligerando un poco su voz para adecuarse al estilo ligero de la pieza. Es una canción que mantiene muy bien la rítmica de los versos, perfectamente bien manejados por la música de Berlioz en este allegretto en La mayor. 

Les nuits d’été, Op. 7, H 81b: I. ‘Villanelle’, H 82b – YouTube

En ‘Le spectre de la rose’, se cambia totalmente del tono alegre de la canción anterior a un tono melancólico dada la historia de esta rosa que muere en el pecho de una joven. La narra el fantasma de una rosa que se marchitó y murió al acompañar a una bella joven a su primer baile. Su fantasma se presenta ante ella para narrar cuan afortunada es de haber muerto en el pecho de la muchacha y de cómo muchos reyes la envidiarían por tener una tumba tan bella. Aquí Lemieux hace gala de una línea de canto impecable, luciendo su carnoso registro central y unos agudos redondos y grandes. Es un adagio un poco lento et dolce assai en Sí Mayor con un acompañamiento de cuerdas que reflejan el carácter espectral y de ensoñación. En “Sur les lagunes: Lamento” un marinero veneciano se lamenta de la muerte de su amada y de tener que surcar los mares sin ella. La música es de carácter sombrío y melancólico; Lemieux se adentra en la pena del personaje y hace gala de su registro grave. Berlioz ilustra perfectamente el sufrimiento del narrador y la sensación de obscuridad, pérdida y desesperación tras la muerte de alguien a quien se ama. 

Les nuits d’été, Op. 7, H 81b: III. ‘Sur les lagunes’, H 84b – YouTube

La cuarta canción, “Absence”, parece haber sido escrita con la música que Berlioz había compuesto para una cantata llamada Erigone. Los versos de Gauthier fueron cortados y arreglados por el compositor para crear esta canción. Es una plegaria donde se pide el regreso del ser amado; es un adagio en Fa sostenido Mayor y sus versos están en forma A-B-A. Lemieux, en este caso, pone más énfasis en ‘recitar’ más el texto y en las partes de gran lirismo, deja salir esa cascada de voz que tiene. 

Hace unos matices realmente bellos y colorea cada frase con buen gusto. Seguimos con los lamentos de la pérdida del ser amado con ‘Au cimètiere: Claire de lune’, un andantino non troppo lento en Re mayor. De nuevo, Lemieux hace gala de su expresividad, delicado fraseo y de su impecable técnica para proyectar la tristeza de quien narra esta historia. La música de Berlioz va reforzando las imágenes, ideas y sentimientos que cada palabra y cada verso van ilustrando. Termina el ciclo con ‘L’ile innconue’ (La isla desconocida), un allegro spiritoso en Fa mayor que, de alguna manera, hace que cerremos el ciclo de manera alegre, tal como comenzó. Nos encontramos ahora con un marinero en una circunstancia muy distinta al de la tercera canción; le canta a una joven para preguntarle a dónde quiere ir con él en su bote. Le da opciones y le dice que existe una isla desconocida en donde el amor dura para siempre siendo la costa de la fidelidad. Lemieux se divierte con el tono ligero y la orquestación de Berlioz le da un carácter de canción veneciana. 

Continuamos con las seis Mélodies persanes de Camille Saint-Saëns con todo y su preludio e interludio incluidos; de inmediato nos adentramos a este ambiente misterioso y de cuento oriental en el preludio. La orquestación es descriptiva, colorida y llena de imágenes sonoras. En la canción ‘La brise’, una bailarina danza frente al sultán mientras un eunuco los observa. Una ligera brisa entra de repente al cuarto; está en ritmo de habanera. Lemieux la interpreta de manera seductora, con una voz aterciopelada y fraseo exquisito. 

Mélodies persanes, Op. 26: No. 1, ‘La brise’ – YouTube

En ‘La splendeur vide’, la protagonista nos narra como el palacio solía ser un lugar lleno de alegría y vida que olía a canela. Hay un cambio de tono y Lemieux lo moldea para dar una sensación de añoranza a través de su voz. Su mezza voce es delicada y su fiato impecable; tanto la intérprete como la orquesta se fusionan para crear una sensación de un lugar fabuloso, mágico, de fábula. Lemieux expande su instrumento de manera grandiosa al llegar al clímax de la canción. En ‘La solitaire’ (La solitaria) cambiamos de nuevo de tono y tenemos una canción de carácter cómico y pícaro donde una mujer tiene fantasías imaginándose a su amante montando a caballo. La orquestación es bastante sencilla, pero con sabor exótico y, hasta cierto punto, erótico. Lemieux sabe bien la picardía con la que debe interpretar esta canción y el doble sentido de algunos versos. Estas son las tres canciones que son para voz femenina y las siguientes tres son para tenor, aunque aquí tendremos a la Lemieux interpretándolas lo cual resulta muy interesante. En ‘Sabre en main’, el héroe cuenta sobre su maravillosa espada y la música es de estilo bélico y marcial. Lemieux aprovecha su timbre obscuro para darle algo de “masculinidad” a la interpretación. Luce mucho su registro central y grave; la orquesta interpreta una marcha muy vigorosa con un sonido brillante. Escuchamos el Interludio con un solo de flauta acompañado discretamente por las cuerdas, siguiendo con la ambientación misteriosa y de una tierra lejana. 

Mélodies persanes, Op. 26: No. 4, ‘Sabre en main’ – YouTube

Cambio total de tono en ‘Le cimitière’ (El cementerio) donde el protagonista llora sobre una tumba de mármol mientras imagina cómo será la vida para su amante después de que él muera. La versión orquestal de la canción está escrita para cuatro chelos solistas y un arpa. Otra pieza para mostrar la elegante línea de canto de Lemieux y su manera tan sutil de hacer matices. La última canción es ‘Tournoiement – Songe d’opium’ (Canción del opio), que narra lo que el narrador siente después de estar fumando opio y vagando por las calles. Es un cambio muy abrupto pasar musicalmente del lirismo de “el cementerio” a esta canción. Las cuerdas dan la impresión de ver al personaje dando vueltas y vueltas. 

Termina el disco con las tres canciones de Shéhérazade de Ravel. La primera canción, ‘Asie’ es, en palabras de Caroline Rae, en sus notas sobre dicha obra para la Philharmonia Orchestra: «Un panorama de fantasía oriental que evoca a Arabia, India y, en un clímax dramático, a China». Es el sueño o anhelo del narrador de escapar a Asia, con su encanto oriental, su misticismo, su exotismo y todo ese misterio que tanto fascinaba a los europeos. Es la canción más larga de este ciclo; Lemieux afronta los cambios de tesitura y de ritmo abruptos con estilo y buen gusto. Con la frase ‘Je voudrais voir’, repetida varias veces durante la canción, se insiste en el ferviente deseo de ver varios aspectos de Arabia, India y China que el narrador va imaginando que existen. La canción va in crescendo y Lemieux nos va llevando de la mano a través de las emociones diversas de la pieza. ‘La flûte enchantée’ es la segunda canción y narra como una joven eslava cuida a su maestro que duerme. Está de más decir que la flauta es el primer instrumento que escuchamos al iniciar y parece dialogar con la intérprete. Es el sonido del instrumento que el amado de la joven toca y que, a través de la música, se comunica con ella. Posee un aire entre melancólico y alegre, mezclado de manera muy sutil por Ravel. 

Shéhérazade, M. 41: No. 2, ‘La flûte enchantée’ – YouTube

La última canción, ‘L’indifférent’ (El indiferente) y nos habla de la fascinación que nuestra narradora tiene por un joven andrógino que no acepta venir a tomar vino con ella. Se ha llegado a especular si quien la canta es un hombre o una mujer pero al parecer, en vida de Ravel, siempre la cantaron mujeres. Es una canción de estilo muy seductor, con una melodía hermosa y que permite a Lemieux cantar con lirismo, atención a cada palabra y teatralidad. Muy importante las acentuaciones que la contralto hace a ciertas palabras importantes de los versos. 

Gran trabajo orquestal del director japonés Kazuki Yamada al frente de la Orchestre philharmonique de Monte Carlo, dando las texturas orquestales precisas y coloridas, además del estilo muy propio de cada canción. Su lectura es muy refinada, resaltando los aspectos ‘orientales’ y ‘legendarios’ de estos mundos tan idealizados y mágicos que se imaginaron los poetas y compositores. Muy recomendable por la excelente interpretación de Marie-Nicole Lemieux de dos ciclos de canciones muy conocidos (Berlioz y Ravel) y para descubrir las Mélodies persanes de Camille Saint-Saëns que son una joya musical. 

Compartir: