Siberia — Umberto Giordano

Sonya Yoncheva, Giorgi Sturua, George Petean, Caterina Piva, Giorgio Misseri, Antonio Garés
Orchestra e Coro Maggio Musicale Fiorentino; Gianandrea Noseda
DYNAMIC CD, Bluray y DVD

El compositor francés Gabriel Fauré consideró la ópera Siberia de Umberto Giordano como una de las obras más interesantes de principios del siglo XX. Estrenada el 19 de diciembre de 1903 en el Teatro alla Scala de Milán, esta obra, con libreto de Luigi Illica, no tuvo mucho éxito en su estreno. Tuvo mejor suerte en sus estrenos en Génova y Paris en 1905 para luego estrenarse en Nueva York en 1908.

Es una ópera en tres actos y la trama se lleva a cabo en San Petersburgo y en Siberia en el siglo XIX. Cada acto tiene un título que se refiere a las vertientes del personaje principal femenino: La mujer (acto I), La amante (acto II) y La heroína (acto III). Cuenta la historia de Stephana, la cortesana y amante del Príncipe Alexis, quien está enamorada de un soldado llamado Vassili. Ella se presenta ante el joven como una dama honesta y pobre, pero la verdad sale a relucir cuando Vassili va a visitar a su madrina, Nikona, quien trabaja en casa de Alexis. 

El joven soldado se encuentra en dicho lugar con Stephana, quien le pide que renuncie a ella y que siga con su carrera como soldado. Llega el príncipe y descubre a Stephana con Vassili. Ella le confiesa que el muchacho es su amante, despertando la furia de Alexis. En un ataque de celos, Vassili ataca al Príncipe Alexis y lo hiere. Vassili es arrestado y deportado a Siberia. Stephana deja su vida de lujos y decide irse con él para por fin estar juntos, aunque sea en un campo de trabajo en Siberia. 

El verdadero villano de la historia es Gléby, quien había sido el primer amante de Stephana hace años y quien la vendió después al Príncipe Alexis. Ahora llega también al campo de Siberia y es acusado de varios crímenes. Al verlo llegar al campo, Stephana y Vassili planean escapar, pero Gléby los descubre, los delata y un guardia hiere mortalmente a Stephana, quien muere en brazos de Vassili. 

De estilo verista, vocalmente es una obra muy pesada para sus tres protagonistas; la orquestación es densa y las emociones de los personajes siempre están al límite. 

La soprano búlgara Sonya Yoncheva canta con mucha pasión el rol de Stephana, mostrando un registro central que le permite abordar roles más pesados. Aunque aún conserva su capacidad de hacer frases con lirismo y un registro agudo brillante, Yoncheva ya tiene el peso vocal para acometer roles veristas. Pronto cantará Fedora, también de Giordano, y ha programado en su repertorio La Gioconda de Ponchielli. El papel de Stephana le exige a la soprano cantar con una intensidad dramática que la lleva al límite de sus emociones y esto puede llegar a comprometer la emisión de la voz. Afortunadamente, Yoncheva sabe cómo ir midiendo su poderío vocal (recordemos que esta grabación es en vivo, tomada de una función en el Maggio Musicale Fiorentino). No tiene arias per se pero sí momentos donde luce su expresividad y su bella línea de canto como en ‘No! Se un pensier… Nel suo amore rianimata’ en el primer acto.

Sonya Yoncheva «Quale vergogna tu porti» Siberia (2021)

Curiosamente, el papel protagónico masculino podemos decir que es el barítono y no tanto el tenor. Al personaje de Gléby es al que Giordano le da características musicales y dramáticas más interesantes que a Vassili, el tenor. Gléby es interpretado magistralmente por el barítono rumano George Petean. Con su timbre aterciopelado, emisión clara y línea de canto elegante, hace que el personaje de Gléby cobre una importancia capital en esta grabación. Sabe darle al personaje todos los matices necesarios para crear un rol rico y complejo. Es quien tiene las “arias” más obvias o reconocibles; una de ellas es una mattinata en el primer acto llamada ‘O bella mia’, que Petean canta con chispa. El tercer acto es bastante lúgubre en su orquestación, salvo en los coros femeninos del principio, donde escuchamos algo de alegría en tan desolado lugar y en el aria de Gléby ‘La conobbi quand’era fanciulla’, que introduce un poco de ligereza después de tanto drama.

Siberia, Act I «La donna»: O bella mia (Live)

El tenor georgiano Giorgi Sturua tiene una voz de tenor lírico, casi spinto, pero con una emisión opaca que, dada la intensidad dramática de la partitura y la gran orquestación, se siente que, en muchos momentos, está al límite de sus fuerzas. Tiende a llegar al grito en los forti y su interpretación se escucha brusca, sin matices. Llega algo cansado al tercer acto y en sus duetos con Yoncheva, ella se oye fresca y con emisión libre y él se oye apretado y tenso. Tiene algunos momentos de un canto más refinado, pero son pocos. Una lástima porque es un papel con música muy hermosa. 

El otro tenor, que tiene una participación breve, es el italiano Giorgio Misseri, que canta las breves líneas del Príncipe Alexei. Es completamente lo contrario que su colega que canta a Vassili, pues Misseri tiene una emisión libre, un timbre con squillo y canta con muy buen gusto.

Gianandrea Noseda dirige con pasión la complicada e intensa partitura de Giordano, buscando un sonido rico, con colores y matices que ilustren cada escena de la obra. Los músicos de la Orchestra del Maggio Musicale Fiorentino tocan con estilo y musicalidad, resaltando los pasajes musicales más hermosos de esta ópera. El preludio del acto segundo es extremadamente descriptivo de la devastación, la soledad y la atmósfera fría del campo en la frontera entre Rusia y Siberia. La orquestación es de una gran belleza, muy ilustrativa de cada escena y de los sentimientos de los personajes. Podríamos decir que es hasta cinematográfica. 

Como tal, no hay arias, duetos y divisiones que son muy tradicionales en la ópera italiana; la música fluye y no da respiro, ayudando así al drama a intensificarse sin pausas para el lucimiento vocal. Lo importante es la teatralidad que la partitura de Giordano le da a la trama; introduce, casi al final de la ópera, un pequeño fragmento donde hay unas balalaicas solistas, dándole ese sabor ruso a la partitura. Hay muy pocos momentos de calma en esta obra. Casi siempre está pasando algo y la acción se desborda hasta llegar a un climax desgarrador al final. Así como en varias óperas italianas del siglo XIX, sobre todo en La traviata, vemos una mujer que se redime a través del amor y de la muerte. Stephana muere en brazos de su verdadero amor y sus “pecados” son absueltos. Muere la noche de Sábado Santo, cuyo simbolismo es más que claro. Las cuerdas y el coro pero, sobre todo, un solo de violín, le dan el último adiós y va muriendo como el atardecer en un final estremecedor. 

Esta grabación también cuenta con un video de dicha función, con una puesta en escena de Roberto Andò en la que hace un juego de “teatro dentro del cine” donde presenciamos la filmación de una película sobre Siberia, jugando con varios planos de acción, donde los actores interpretan a los personajes saliéndose del escenario y haciendo cosas casuales mientras esperan a volver a entrar (esto a la vista del público). En otro plano está obra que se está filmando, y vemos a varios camarógrafos grabando a los cantantes en escena, además de contar con pantallas que proyectan escenas que son reminiscencias de las que se están hablando o momentos que suceden dentro de la historia de manera paralela. 

Trailer de Siberia de Umberto Giordano, Maggio Musicale Fiorentino 2021

Esta dinámica llega a distraer un poco al espectador y pierde fuerza; se llega a abusar de las proyecciones que, tal vez, se disfrutan más al verla en vivo porque se ve el “todo” de la escena y no lo que el director de cámaras elige. Lo que sí logra la producción es mostrar la ambientación cruda y escalofriante de la Siberia del siglo XIX. 

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