?? Concierto de reapertura post-Covid de la Scala

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Riccardo Chailly dirigió el concierto de reapertura de la Scala de Milán

Septiembre 12, 2020. El 11 de mayo de 1946 a las 20:00 horas se reinauguró el Teatro alla Scala. ¿La causa? El fin de la Segunda Guerra Mundial y la remodelación de la sala tras el bombardeo del que fuera víctima. Se pensaba que esa sería la última vez que el teatro con mayor tradición del mundo cancelaría su temporada y bajaría el telón por tiempo indeterminado. Pero, a mediados de marzo de 2020, el primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, anunció el cierre de todos los teatros a causa de la emergencia pandémica, repitiéndose nuevamente la historia.

Setenta y cuatro años después, el 12 de septiembre de 2020 a las 20:00 horas se llevó a cabo la reapertura —en este siglo— de la Scala, con un programa que representó un mensaje contundente para el mundo de la cultura y el país en general: La Sinfonía n.° 9 de Ludwig van Beethoven, que incluye en su cuarto movimiento el famoso ‘Himno a la alegría’.

Evidentemente, se contaron con las medidas de precaución sanitaria, entre las cuales el teatro podía albergar únicamente el 30% de su aforo. Y, para poder dar capacidad a la gran cantidad de personas interesadas en asistir, se realizaron cuatro funciones con el mismo programa. Siendo la última, irónicamente, la más importante, pues en la del 17 de septiembre se dieron cita en el palco real del teatro el Presidente de la República Italiana Sergio Mattarella y su invitado de honor, el Presidente de la República Federal de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, con sus respectivas comitivas.

En punto de las 20 horas, subió al podio Riccardo Chailly, director artístico del teatro milanés, quien tras el cubrebocas sonreía a los distantes músicos frente a él, pues, como exigen los protocolos, la distancia mínima entre un músico y otro es de al menos un metro. Tomando en cuenta el orgánico de esta obra (con casi 80 músicos más unas cuatro decenas de cantantes en el coro, más los solistas) el espacio pareció absurdamente grande, ya que abrieron la parte trasera del escenario, que durante las funciones de ópera sirve para preparar y tener lista la escenografía entre los cambios de escena,convirtiendo el ya de por sí amplio escenario del teatro en uno con dimensiones similares a una cancha de futbol, donde sin lugar a dudas la distancia entre Chailly y el timbalista en el fondo del espacio acondicionado fue de no menos de 40 metros.

Momentos después, entraron al palco ambos presidentes, recibidos por aplausos, quienes tras agradecer la ovación saludaron a Chailly. El director se volteó ante la orquesta para interpretar un par de arreglos magistralmente elegantes para orquesta —sin voz— de los himnos nacionales de ambos países, a pasar de que el coro estaba en el escenario.

Por desgracia, la acústica del escenario modificado no fue la mejor, pues la concha acústica original del teatro, así como su cúpula tradicional, están hechas para proyectar el sonido de cierta parte del escenario; pero, cuando más de la mitad de la orquesta está detrás de esta zona, el resultado sonoro es muy extraño y diferente… Curiosamente, lo único que entró dentro de la zona de proyección eran los solistas y las cuerdas, dejando a los alientos, las percusiones y el coro casi sin sonido.

Al llegar el tan ansiado cuarto movimiento, se quitaron los cubrebocas los cuatro solistas —la soprano Krassimira Stoyanova, la mezzosoprano Ekaterina Gubanova, el tenor Michael König y el bajo Tomasz Konieczny— y llenaron el teatro con sus voces junto a las del coro, correctamente dirigido por Bruno Casoni.

La voz de la soprano búlgara sonó un poco cansada y se notó un vibrato que evidenció su edad, mientras que la mezzosoprano Gubanova cuenta con un lindo timbre y voz educada. Por su parte, el bajo polaco —con la vista fija en la partitura— tenía una ligera dificultad en el registro grave, pero también mostró buena presencia escénica, a pesar de estar nervioso por el uso del cubrebocas. Mientras, el tenor alemán, dejando de lado su obvia y perfecta pronunciación, pareció algo incómodo en los agudos del ‘Froh, wie seine Sonnen fliegen’, si bien cumplió siempre con lo escrito en la partitura.

[Nota del editor. Poco más de un mes después de la reapertura, el 25 de octubre el primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, anunció el cierre —por al menos durante un mes— de todos los teatros y demás recintos culturales debido al resurgimiento en los casos de Covid-19. En la Scala, tres miembros de la orquesta y nueve miembros del coro resultaron positivos en su diagnóstico por Covid-19 el pasado fin de semana.]

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