Aniversario: Hacia los 250 años de Beethoven

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Ludwig van Beethoven (1782-1827) – Retrato de Joseph Karl Stieler

 

“His early achievements, as composer and performer, show him extending the Viennese Classical
tradition that he had inherited from Mozart and Haydn. As personal affliction
—deafness, and the inability to enter into happy personal relationships—
loomed larger, he began to compose in an increasingly individual music style,
and at the end of his life wrote his most sublime and profound works”
Joseph Kerman

 

2020 será un año de celebración del 250 aniversario del nacimiento de Ludwig van Beethoven, por lo que seguramente tendremos la oportunidad de escuchar muchos ciclos de sus obras. Fidelio (Leonore) ocuparán espacios importantes en muchas casas de ópera del mundo. También creo que se publicarán muchos estudios sobre su vida y obra. Hace 50 años celebré el 200 aniversario con mis amigos asistiendo a varios ciclos de sus sinfonías, conciertos y sonatas para piano, cerrando el 16 de diciembre con una orgía beethoveniana que duró 24 horas. En esta ocasión lo hago escribiendo una semblanza de la vida y obra de este coloso de la música.

La noche de 16 al 17 de diciembre de 1770, nació Ludwig van Beethoven en Bonn, entonces sede y residencia del Príncipe Arzobispo Elector de Colonia. Aunque la fecha de su nacimiento es dudosa, se sabe con certeza que fue bautizado el 17 de diciembre en la iglesia de San Remigio. Su padre Johann, quien no solo era tenor en la corte del Príncipe Elector sino alcohólico empedernido, le dio las primeras lecciones de piano en 1774, pero su primer maestro formal de piano y composición fue el compositor Christian Gottlieb Neefe a partir de 1779. La primera obra que publicó, en 1782, fueron las Variaciones para piano en Do sobre una marcha de Dressler, WoO 63. Durante la primavera de 1787 hizo su primera visita a Viena con el objetivo de estudiar con Mozart. Entre 1789 y 1791 Beethoven fue violista de la orquesta del teatro de Bonn donde tocó en varias óperas. En 1792 decidió mudarse a Viena, a donde llegó el 10 de noviembre. De inmediato inició sus estudios con Haydn; al partir éste a Londres, Beethoven estudió con Johann Georg Albrechtsberger durante un año y medio. 

Christian Gottlieb Neefe, el primer maestro de piano de Beethoven

Johann Georg Albrechtsberger, maestro de Beethoven en Viena

En 1794 inició la composición de lo que fue su primera publicación importante, los Tríos para piano y cuerdas, Op. 1, Nos. 1 a 3.

El 29 de marzo de 1795 hizo su debut en el Hoftheater interpretando el Concierto para piano y orquesta No. 2 en Si bemol mayor, Op.19. La composición de este concierto, que precede al No. 1, es un ejemplo de la forma de trabajo del compositor. Beethoven compuso la primera versión de la obra en 1787; regresó a ella en 1793 y volvió a revisarla en el invierno de 1794-1795, probablemente con un nuevo segundo movimiento. En 1796 lo volvió a revisar, recomponiendo la orquestación. En 1801 reescribió la parte del piano, y por fin se publicó en diciembre de ese año. Todavía en 1809, escribió una cadenza adicional para el primer movimiento. 

El 18 de diciembre de 1795 estrenó el Concierto para piano y orquesta No. 1, en Do, Op. 15, durante un concierto dado por Haydn.

Después de haber compuesto el Quinteto para piano y alientos en Mi bemol, Op. 16, durante el verano de 1797, es posible que Beethoven haya tenido una enfermedad seria que tal vez haya sido el comienzo de su sordera. Hasta este momento en la vida de Beethoven, el piano es el protagonista de la mayoría de sus composiciones. Entre julio y agosto de 1798 el músico empezó a usar los cuadernos de bosquejos en lugar de hojas pautadas separadas. Estos cuadernos han sido fundamentales para el análisis de sus métodos de composición y para el fechado de algunas de sus obras.

En el primer concierto “en su beneficio” dado en el Hoftheater el 2 de abril de 1800, se estrenaron la Sinfonía No. 1 en Do, Op. 36, y el Septeto para cuerdas y alientos en Mi bemol, Op. 20.

Durante 1801 tuvieron lugar dos eventos musicales de mucha importancia: el muy exitoso estreno del ballet Die Geschöpfe des Prometheus, Op. 43 (Las creaturas de Prometeo), que presentó 14 veces ese año, y la publicación de los Cuartetos para cuerdas Nos. 1 a 6, Op. 18. En cuanto a su vida personal, escribió a su amigo, el doctor Franz Gerhard Wegeler, revelándole por primera vez sus problemas de audición, en tanto que, en la vertiente amable de su vida, escribió al mismo Wegeler que estaba enamorado de “una muchacha encantadora”, probablemente su alumna, la condesa Giulietta Guicciardi, a quien dedicaría el año siguiente su sonata para piano No. 14 en Do sostenido menor, Sonata quasi una fantasia, Op. 27 No. 2 “Claro de Luna”. La Condesa se casó dos años después, pero Beethoven la mencionaba aún en 1823.

La condesa Giulietta Guicciardi, a quien dedicó su “Claro de Luna”

Para George Augustus Bridgetower fue la Sonata «Kreutzer»

El año siguiente, 1802, completó la composición de su Sinfonía No. 2. A fines del verano decidió tomarse un tiempo para estar en contacto directo con la naturaleza y viajó a uno de sus lugares de descanso favoritos, donde el 6 de octubre escribió el célebre “Testamento de Heiligenstadt”. El documento es una carta a sus hermanos Carl y Johann —y al mundo en general, ya que solicita su publicación— en la que afirma que su enfermedad lo tiene al borde del suicidio, y dice: “… y me es imposible decir a la gente ¡habla más fuerte, grita, porque estoy sordo! ¡Ah!, cómo podría posiblemente admitir la debilidad de un sentido que en mi caso debería de ser el más perfecto de todos, un sentido que una vez poseí con la mayor perfección, una perfección que pocos en mi profesión tienen o han tenido alguna vez”. 

Existen muy pocas palabras tan conmovedoras como éstas en boca de cualquier compositor, especialmente la de uno como un coloso de las características de Beethoven.

Por fortuna para la humanidad, el músico no solamente superó la depresión, sino produjo obras que son el epítome de la perfección artística. 1803 fue un año de gran productividad. El 5 de abril dio un concierto en su beneficio en el Theater an der Wien en el que estrenó la Sinfonía No. 2 en Re, Op. 36, el Concierto para piano y orquesta No. 3 en Do, Op. 37, y el oratorio Christus am Oelberge, Op. 85 (Cristo en el Monte de los Olivos). También se interpretó la Sinfonía No. 1. Beethoven obtuvo en este concierto 1,800 florines, cuatro veces lo que Mozart ganó por Le nozze di Figaro.

Puedo afirmar que Beethoven fue el primero en cosechar en el campo que Mozart sembró para los músicos free-lance, ya que nunca tuvo un puesto fijo en Viena, pero se hizo de poderosos patrocinadores, como la Emperatriz Maria Teresa y el Archiduque Rodolfo, hermano del Emperador, “entre otros”.

El 24 de mayo de ese año, Beethoven al piano y el violinista mulato George Augustus Bridgetower estrenaron la Sonata para violín y piano No. 9 en La mayor, Op. 47 “Kreutzer”; durante el verano compuso la Sinfonía No. 3, la Sonata para piano No. 21 en Do mayor, Op. 53 y la Sonata “Waldstein” en noviembre–diciembre de 1803.

Napoleón Bonaparte se proclamó Emperador el 20 de mayo de 1804. La noticia llegó a Viena a los pocos días y Beethoven, decepcionado, arrancó la primera página del manuscrito de la “Eroica”, dedicada hasta ese momento a quien consideraba como un héroe.

Beethoven arrancó la primera hoja de su partitura de la Tercera Sinfonía “Eroica”, cuando Napoleón se coronó emperador en 1804

1805 fue un año muy importante para Beethoven en muchos sentidos. A principios del año presentó a la viuda Josephine Brunsvik, de quien estaba profundamente enamorado, el Lied “An die Hoffnung” (“A la esperanza”), Op. 32 y su relación se hizo aún más cercana. El 7 de abril estrenó en público, pues ya se había interpretado privadamente varias veces en el Palacio Lobkowitz, la Sinfonía No. 3 “Eroica”, en Mi bemol mayor, Op. 55, durante un concierto de beneficio al violinista Franz Clement, bajo la dirección de Beethoven. Se publicaron las Sonatas “Kreutzer” y “Waldsetin”, el Lied dedicado a Josephine Brunsvik, el aria para soprano ‘Ah! perfido’, Op. 65, y otras obras consideradas menores. En la primavera compuso la Sonata para piano No. 23 en Fa menor, Op. 54, “Appasionata”. A fin de año, el Conde Razumovsky le encargó los cuartetos para cuerdas Nos. 7 a 9, Op. 59. Beethoven los terminaría un año después.

Uno de los eventos notables del año fue el estreno el 20 de noviembre de Leonore, con la obertura Leonore 2. Ésta fue la primera versión de lo que culminaría en su única ópera, Fidelio. Una semana antes el ejército francés había ocupado Viena, por lo que es fácil concluir que la mayoría del público en el Theater an der Wien el día del estreno estaba formado por oficiales franceses, lo que contradecía conspicuamente el sentido de la ópera. La primera revisión, manteniendo el nombre y los tres actos, se estrenó el 29 de marzo de 1806 con la obertura Leonore 3.

En el verano de 1806, Beethoven compuso la Sinfonía No. 4 en Si bemol mayor y en octubre rentó la partitura en poco más en 110 ducados al Conde Franz von Oppersdorff para su uso privado durante un año. El año terminó brillantemente el 23 de diciembre, cuando Franz Clement estrenó en un concierto a su beneficio (similar a aquel en el que se estrenó la Eroica), el Concierto para violín y orquesta en Re mayor, Op. 61.

El 8 de marzo de 1807 se publicó una reseña de un concierto privado dado en la residencia del Príncipe Lobkowitz en el que se estrenó la recién compuesta Obertura Coriolano, en Do, Op. 62, dedicada a Heinrich Collin, autor de la tragedia a la que precede la obertura. En el mismo concierto se interpretaron las primeras cuatro sinfonías, sin violar el contrato de renta, por tratarse de un concierto privado, y el Concierto para piano No. 4 en Sol mayor, Op. 58 (que se estrenaría en público el 22 de diciembre de 1808). El 1 de julio se publicó el Triple concierto para piano, violín y violonchelo en Do mayor, Op. 56, que Beethoven había compuesto en 1804; Beethoven viajó en septiembre a Eisenstadt para presentar la obra que le había comisionado el Príncipe Esterházy a principios de ese año, la Missa en Do mayor, Op. 86 que se estrenó, sin éxito, el 13 de septiembre. A fines de 1807 inició la composición de la Sinfonía No. 5 y compuso la Obertura Leonore 1 para una interpretación de Fidelio en la Ópera de Praga, aunque su primera interpretación sucedió póstumamente, hasta el 7 de febrero de 1828.

En 1808 Beethoven terminó la composición de la Sinfonía No. 5 y de los dos tríos para piano y cuerdas, en Re mayor “Fantasma” y Mi bemol mayor, Op. 70. También compuso la Sinfonía No. 6 y la Fantasía para piano, solistas, coro y orquesta, Op. 80 “Coral”.

El Theater an der Wien, donde se estrenó la ópera Leonore (que después de revisarla se llamaría Fidelio)

El 22 de diciembre Beethoven dio el tan esperado (por él) concierto a su beneficio en el Theater an der Wien. La velada inició a las 6:30 de la noche de un día frígido, y el programa fue el siguiente: estreno de la Sinfonía No. 6 Pastoral, en Fa mayor, Op. 68; aria para soprano ‘Ah! Perfido’, Op. 65; Gloria de la Missa en Do mayor, Op. 86; Concierto para piano y orquesta No. 4, en Sol mayor; estreno de la Sinfonía No. 5 en Do menor, Op. 67; Sanctus de la Missa; Fantasía para piano improvisada por Beethoven y la recién terminada Fantasía “Coral”. El concierto duró cuatro horas y su ejecución estuvo lejos de la perfección, tanto que la Fantasía “Coral” no se terminó, seguramente por falta de conocimiento de la obra por parte de los intérpretes. No creo que el público que asistió a ese concierto haya sospechado que atestiguó el motivo musical más famoso de toda la música, el llamado “motivo del destino”.

Dedicó su Lied “An die Hoffnung” (“A la esperanza”) a la viuda Josephine Brunsvik

A principios de enero de 1809, Beethoven aceptó la oferta de ser Kapellmeister del Rey de Westfalia en Kassel; astutamente, el compositor negoció en paralelo un contrato con la aristocracia vienesa, logrando firmar el 1 de marzo un contrato por 4,000 florines anuales, 1,500 a cargo del Archiduque Rodolfo, 700 del Príncipe Lobkowitz y 1,800 del Príncipe Kinsky, a cambio de mantenerse en Viena. Este arreglo financiero tuvo sus altas y sus bajas debido a devaluaciones de la moneda y las muertes de Lobkowitz y Kinsky. El Archiduque siempre mantuvo su apoyo, incluso aumentando su parte para evitar los efectos devaluatorios. Austria declaró la guerra a Francia el 9 de abril, mes en el que Beethoven finalizó la composición del Quinto Concierto para piano; un mes después la familia imperial salió de Viena. Para conmemorar la partida del Archiduque Rodolfo, Beethoven compuso el primer movimiento de la Sonata para piano No. 26, Das Lebewohl, en Mi bemol mayor, Op. 81a “Los adioses”. Completaría la sonata antes que el Archiduque regresara el 30 de enero de 1810. En el verano de 1809 compuso el Cuarteto para cuerdas No. 10 en Mi bemol mayor, Op. 74 “El arpa” y la Sonata para piano No. 25 en Sol mayor, Op. 79. A fines de año, Beethoven aceptó la comisión para componer la música incidental para una producción de la pieza teatral de Goethe, Egmont.

El 27 febrero de 1810 presentó la Bagatelle para piano en la “Für Elise”, WoO 59, a Therese Malfatti; aunque el año no aparece en la partitura, la fecha exacta es plausible, pues el 2 de mayo de 1810 pidió una copia de su acta de bautizo para un posible matrimonio con “Elisa”, a quien le declaró infructuosamente su amor. Unos días después inició su amistad con Bettine Brentano, amiga cercana de Goethe, su medio hermano Franz y su esposa Antonie Birkenstock-Brentano. El 15 de junio estrenó con éxito la música incidental (ocho números) para Egmont, Op. 84. En octubre terminó la composición del Cuarteto para cuerdas No. 11 en Fa menor, Serioso, Op. 95 e inició la del trío “Archiduque”. El año de 1810 destacó por ser económicamente muy productivo para Beethoven, ya que se publicaron muchas de sus obras, especialmente en Inglaterra, donde el virtuoso del piano Muzio Clementi había tenido mucho éxito como editor musical.

En 1811 Beethoven recibió la comisión de dos obras dramáticas para conmemorar la inauguración de un nuevo teatro en Pest. En octubre inició la composición de la Sinfonía No. 7, y en diciembre compuso el Lied, con piano o guitarra, “An die Geliebte” (A la amada), WoO 140, probablemente inspirado por las visitas periódicas que hizo a Antonie Brentano, enferma durante gran parte del año, y a quien confortara improvisando al piano. El 28 de noviembre Beethoven estrenó el Concierto para piano y orquesta No. 5, en Mi bemol mayor, Op. 73, “Emperador”.

Los estudiosos creen que “la amada inmortal” de Beethoven fue Antonie Brentano

El 10 y 11 de febrero del año siguiente se estrenaron exitosamente en Pest las dos obras dramáticas comisionadas, ambas Singspiele escritos por August von Kotzebue: Die ruinen von Athen, Op. 113, que incluye obertura y ocho números, y König Stephan, Op. 117, obertura y nueve números. Hoy día solo oímos en las salas de concierto las oberturas de ambas obras, y el No. 4 de la primera, la Marcia alla Turca. En mayo inició la composición de la Sinfonía No. 8, y el 29 de diciembre el Archiduque Rodolfo al piano y el célebre violinista Pierre Rode estrenaron su última Sonata para piano y violín en Sol mayor, Op. 96, en un concierto dado por el Príncipe Lobkowitz.

1812 fue un parteaguas en la vida sentimental de Beethoven. En marzo, a petición de ella, Beethoven dedicó el autógrafo de “An die Geliebte” a Antonie Brentano y en junio compuso el Allegretto para piano y cuerdas en Si bemol mayor, WoO 39 que dedicó a Maximiliane, hija de Antonie y Franz Brentano, que contaba con 10 años. En el verano viajó a Teplitz, estación balnearia muy cercana a Karlsbad, ciudad en donde la familia Brentano acostumbraba pasar los veranos. El lunes 6 de julio escribió una apasionada carta de amor dirigida a “unsterbliche Geliebte” (la amada inmortal) sin especificar el nombre. Mucho tiempo se creyó que la destinataria de la carta era la Condesa Giulietta Guicciardi, y algunos mantienen que se trataba de Josephine Brunsvik, pero hoy día la mayoría de los estudiosos creen que “la amada inmortal” fue Antonie Brentano, ya que así lo indican los elementos cronológicos y topológicos del momento de la escritura. La carta se encontró después de la muerte del compositor, entre muchos otros documentos.

Después de que Beethoven se desplazó a Karlsbad para reunirse con los Brentano, Franz y Antonie viajaron a Frankfurt para no volverse a encontrar con Ludwig jamás. La última chispa del amor que Beethoven sentía por Antonie se manifestó en 1823, cuando el compositor le dedicó las 33 Variaciones para piano sobre un vals de Antonio Diabelli, Op. 120.

La relación de admiración mutua entre Beethoven y Goethe había sido hasta entonces epistolar. Finalmente lograron reunirse en Teplitz ese verano. El contacto fue cordial y las reacciones de ambos eran predecibles. Goethe escribió a un amigo: “Su talento me sorprendió; en conjunto es una personalidad indomable que no se equivoca al pensar que el mundo es detestable, pero su actitud no lo hace más agradable a los otros ni a él. Por otro lado, esto es fácilmente excusable ya que está perdiendo el oído, lo que tal vez frustre la parte musical de su naturaleza menos que la social”. Por su parte, Beethoven escribió a uno de sus editores: “Goethe disfruta mucho de la atmósfera de la corte, mucho más que de ser poeta”. De esta frustración puede deducirse que la admiración de Beethoven por sus amigos florecía mejor a distancia.

La tormenta de pasiones de ese año aún no terminaba. De regreso a Viena se reunió con su hermano Johann en Linz, con el objeto de reclamarle su unión adúltera con su “ama de llaves”. Johann no aceptó las acusaciones, Ludwig pidió al tribunal de la ciudad que expulsara a la amante, pero su hermano decidió cortar por lo sano con la intromisión del compositor, casándose con ella para que no se ejecutara la sentencia. A su regreso a Viena, empezó a usar sus diarios.

En suma, como el de Bonaparte, 1812 no fue el mejor año de la vida no musical de Beethoven.

El Duque de Wellington derrotó a las fuerzas francesas el 21 de junio de 1813 en la batalla de Vittoria. Por ello, el inventor Johann Nepomuk Maelzel convenció a Beethoven de que escribiese una pieza conmemorativa del evento en un instrumento mecánico llamado “panharmonicon”. Beethoven compuso Wellingtons Sieg y la arregló para orquesta en octubre. Maelzel también inventó el metrónomo, instrumento que Beethoven adoptó de inmediato, y diseñó varias de las ayudas mecánicas auditivas (trompetas o cuernos) que el compositor usó para contrarrestar su sordera.

El 8 de diciembre Maelzel dio un concierto a beneficio de los heridos de guerra en el que se estrenaron Wellingtons Sieg oder die Schlacht bei Vittoria en Mi bemol, Op. 21, (La batalla de Vittoria, aunque mucha gente le dice equivocadamente “La batalla de la victoria”) y la Sinfonía No. 7 en La mayor, Op. 92. El concierto se repitió cuatro días después, recaudando un total de 4,006 (sic) florines para los heridos.

El siguiente año, 1814, estuvo lleno de conciertos en su beneficio y otros de caridad. También hubo muchos conciertos derivados de la realización del Congreso de Viena. Asimismo, hubo momentos musicales muy importantes. 

En el concierto del 27 de febrero se estrenaron la Sinfonía No. 8 en Fa mayor, Op. 93 y el Trío para soprano, tenor y bajo “Tremate, empi, tremate”, Op. 116, también se incluyó la Sinfonía No. 7. El 11 de abril Beethoven, el afamado violinista Ignaz Schuppanzigh y el violonchelista Joseph Lincke, estrenaron el Trío para piano y cuerdas en Si bemol mayor, Op. 97 “Archiduque”. Louis Spohr afirmó que la interpretación fue insatisfactoria debido a la sordera de Beethoven, ya que algunas notas eran muy fuertes y otras inaudibles. Según muchas fuentes, este concierto fue la última vez que Beethoven tocó el piano en público. El éxito de los conciertos del año anterior y de los del principio de este indujo a los directores de los teatros imperiales a revivir Leonore. Beethoven aceptó con la condición de que se le permitiese revisar la obra. El 23 de mayo se estrenó la tercera revisión de la ópera, ahora en dos actos y llamada Fidelio, Op. 72, usando la Obertura Leonore 3 como primer número. En la segunda función, el 26, se incluyó la cuarta obertura que Beethoven compuso para esta ópera, Fidelio. La versión que conocemos hoy se llevó a cabo durante la función a beneficio del compositor, realizada el 18 de julio. En tal evento, Beethoven modificó el aria de Rocco ‘Hat man nicht auch Gold beineben’ y el recitativo y aria de Leonore ‘Abscheulicher! Wo eilst du hin?’–‘Komm, Hoffnung’. Fidelio volvió a presentarse el 26 de septiembre ante varias cabezas de estado reunidas para la celebración del Congreso de Viena, un público muy diferente al que asistió a la premier de Leonore en 1805. El 29 de noviembre, Beethoven dio un concierto que incluía la Sinfonía No. 7, La batalla de Vittoria y el estreno de la cantata Die glorreiche Augenblick (El momento glorioso), Op. 136, ante un público entusiasta.

Durante 1815 Beethoven se abocó a arreglar muchos de sus asuntos financieros, y en noviembre su hermano Carl, mortalmente enfermo, dictó testamento nombrándolo con su esposa, Johanna, cotutores de su hijo Karl. Este hecho será fuente de muchos momentos desagradables. El 25 de diciembre estrenó en la gran sala de baile del palacio imperial la Obertura Namensfeier, Op.115 y la pieza coral Meeresstille und glückliche Fahrt (Mar tranquilo y próspero viaje), Op. 112 dedicada a Goethe.

Los primeros meses de 1815 fueron tormentosos debido al asunto Karl, lo que tomaría algunos meses para terminar con el nombramiento de Beethoven como único tutor del sobrino. El 11 de febrero, Schuppanzigh dio su concierto de despedida en el que incluyó el septeto Op. 20, el Tercer Cuarteto “Razumovsky” y el Quinteto para piano y alientos Op. 16. Una semana después, Joseph Linke hizo lo propio, incluyendo la Sonata para violonchelo y piano en La mayor Op. 69 y “una nueva sonata para piano”, probablemente la Sonata No. 27 en Mi menor, Op. 90.

A principios del año siguiente el compositor decidió usar por primera vez el término “Hammer-klavier” (teclado con martillos) en vez de “pianoforte”. Esto lo escribió en una copia de su recién publicada Sonata para piano No. 28 en La, Op. 101. La Sociedad Filarmónica de Londres invitó a Beethoven a ir a la capital inglesa y a componer dos nuevas sinfonías para la Sociedad a cambio de 300 guineas. Como siempre, Beethoven aceptó, pero tratando de imponer sus condiciones, mismas que la Sociedad rechazó, aunque le reiteró la propuesta original, que el compositor terminó aceptando. Alrededor de estas fechas, el 10 de septiembre, Beethoven ya había escrito algunos apuntes de su Sinfonía No. 9. En diciembre se publicaron las marcas de metrónomo para las ocho sinfonías hasta el momento, y Broadwood & Sons, fabricantes londinenses de pianos, le envió un gran piano con seis octavas (el instrumento se encuentra en el Museo Nacional de Budapest).

En febrero de 1818 su sordera era tal que Beethoven se vio obligado a usar sus “cuadernos de conversación”. Después de haber vivido un tiempo en un internado, Karl ya vivía con él y tenía un maestro particular. En agosto terminó la composición de la Sonata para piano No. 29 Hammerklavier en Si bemol mayor, Op. 106, una de las más largas del género, con duración de 40 minutos. También trabajó intensamente en la Novena.

A mediados del siguiente año, el Archiduque Rodolfo fue nombrado Arzobispo de la ciudad checa de Olomouc (Olmütz en alemán), por lo que Beethoven inició la composición de la Missa Solemnis a ser interpretada en la ceremonia de entronización. La situación de tutelaje de Karl reapareció, y tomó mucho tiempo y energía de Beethoven.

El 9 de marzo de 1820 se llevó a cabo la entronización del Archiduque, pero la Missa aún no estaba terminada. En otoño destacó la finalización de la Sonata para piano No. 30 en Mi mayor, Op. 109 dedicada a Maximiliane Brentano.

 La salud de Beethoven fue muy mala durante el primer semestre de 1821. En la segunda mitad del año, dejó ver a Franz Brentano que ya estaba completa la Missa Solemnis. En el primer trimestre de 1822 envió a publicación la Sonata para piano No. 31 en La bemol mayor, Op. 110. En abril Rossini visitó Viena y tuvo una reunión muy complicada con Beethoven, dadas la sordera de éste y la barrera de lenguajes. Las finanzas del compositor se deterioraron por sus enfermedades, por los gastos legales derivados del tutelaje de su sobrino y por el costo creciente de manutención de Karl. Por ello se endeudó. Esto no impidió que Beethoven siguiera componiendo. El 3 de octubre estrenó la Obertura Die Weihe des Haus (La consagración de la casa) en Do, Op. 124 y la Marcha con coro Wo sich die Pulse, Op. 114, para conmemorar la inauguración del Josephstadt Theater en Viena. La Sociedad Filarmónica de Londres volvió a hacerle una oferta de 50 libras por una sinfonía, que Beethoven aceptó.

La situación económica de Beethoven fue complicada durante 1823. Esto se deduce pues, contra su costumbre, inició un sistema de suscripción a la edición de la Missa Solemnis, incluso escribió a Goethe solicitando su ayuda en este proyecto. Logró 10 suscripciones. En febrero, tuvo que deshacerse de una acción bancaria (tenía ocho), para evitar una demanda de Sigmund Anton Steiner, uno de los editores de sus primeras obras. La relación con su sobrino Karl era buena pero costosa; en marzo lo nombró heredero universal. El 10 de abril, Weber recibió la partitura de Fidelio, que estrenó en Dresde con gran éxito artístico y de taquilla. Beethoven obtuvo algo de desahogo al publicar en Londres la Sonata para piano No. 32 en Do, Op. 111. A partir de mayo se dedicó intensamente a la composición de la Novena Sinfonía, pese a que se enfermó durante el verano, ahora de los ojos, aunque logró recuperarse en septiembre. En octubre Karl ingresó en la Universidad de Viena para estudiar Filología, pero continuaba viviendo con su tío.

En febrero de 1824 un grupo de notables aficionados vieneses le solicitó públicamente la ejecución de la Missa Solemnis y la Sinfonía No. 9. El Conde Ferdinando Palfy, director del Theater an der Wien propuso el 22, 23 o 24 de marzo para el concierto. Beethoven rechazó que el concertino fuera el de la casa, Franz Clement, quien había estrenado el Concierto para violín, y exigió que fuera Schuppanzigh. El Príncipe Galitzin, que había suscrito la edición de la Missa Solemnis en Re, Op. 123, la estrenó el 7 de abril en San Petersburgo. Beethoven envió el 27 una copia de la Novena Sinfonía a la Sociedad Filarmónica de Londres, dando cumplimiento a su contrato. 

La soprano Henriette Sontag fue una de las solistas que estrenó la Novena Sinfonía, el 7 de mayo de 1824

El 7 de mayo se ofreció un “Gran concierto” en el Kärntnertor Theater, con la soprano Henriette Sontag, la contralto Caroline Unger, el tenor Anton Haizinger y el bajo Joseph Seipelt; Schuppanzigh como concertino y Michael Umlauf como director, con la asistencia de Beethoven marcando los tempi. El programa lo formaron con la Obertura Die Weihe des Hauses, el Kyrie, el Credo y el Agnus Dei de la Missa Solemnis, y la Sinfonía No. 9 en Re menor, Op. 125, “Coral”. El teatro estaba abarrotado y la recepción fue estruendosa. Años después, el pianista Sigismund Thalberg que, entonces de 12 años, se encontraba entre el público, recordaba que, al terminar el scherzo, Beethoven estaba acomodando las hojas de la partitura, sin darse cuenta del fuerte aplauso —sí, era usual y válido aplaudir entre movimientos—, cuando Caroline Unger lo tomó por la manga y lo hizo voltear frente al público, al que humildemente ofreció una reverencia. Madame Unger también recordaría este momento conmovedor, aunque lo ubicaba al final de la sinfonía.

El siguiente año se caracterizó por la publicación de muchas de las obras de Beethoven. El 21 de marzo se estrena la Novena Sinfonía en Londres (con el final cantado en italiano). 1825 es un año en el que Beethoven continuó componiendo obras de carácter muy diverso, desde pequeños cánones como el que dedicó al doctor Anton Braunhofer, informándole que no se sentía bien, “Doktor, sperrt das Tor dem Tod” (“Doctor, cierre la puerta de la muerte”), WoO 189, o el que compuso usando el motivo B-A-C-H (Si bemol-La-Do-Si) “Kühl, nicht lau” (“Frío, no tibio”), WoO 191 durante una cena con el compositor danés Friedrich Kuhlau, Karl Holz, Tobias Haslinger, y otros amigos, cena en la que, se dice, la champaña corrió abundantemente; hasta los últimos cuartetos de cuerdas. El 6 de marzo Schuppanzigh estrenó el Cuarteto para cuerdas No. 12 en Mi bemol mayor, Op. 127, pero ni los intérpretes ni la audiencia quedaron satisfechos con el resultado. Dos semanas después, el cuarteto encabezado por Joseph Böhm interpretó de nuevo la obra, logrando un resultado mucho mejor. El 6 de noviembre se estrenó en público el Cuarteto para cuerdas No. 13 en La menor, Op. 132.

El 21 de marzo de 1826, Schuppanzigh estrenó el Cuarteto para cuerdas No. 14 en Si bemol mayor, Op. 130, incluyendo la Grosse Fuge para cuerdas en Si bemol, Op. 133 como último movimiento. El 12 de agosto Beethoven declaró que ya había finalizado la composición del Cuarteto para cuerdas No. 15, Op. 131. En julio inició la composición del Cuarteto para cuerdas No. 16 en Fa mayor, Op. 135, mismo que terminó el 13 de octubre. Un mes después, envió al editor Artaria & Co. un nuevo final para el cuarteto No. 14, quedando así la Grosse Fuge como obra independiente. 

En agosto de ese año, su sobrino Karl intentó suicidarse con una pistola. El primer tiro falló y el segundo solo lo hirió. A fines de septiembre fue dado de alta en el hospital al que había ingresado y decidió enlistarse en el ejército, al que se uniría el 2 de enero de 1827.

Habiendo enfermado gravemente el 2 de diciembre de 1827, Beethoven fue sometido a cuatro operaciones entre el 20 de diciembre y el 27 de febrero de 1827; su humor mejoró cuando Johann Stumpff, a quien había conocido en 1824, le envío como regalo una edición de las obras de Händel en 40 volúmenes. También agradeció profundamente por escrito y de todo corazón las 100 libras que le había enviado la Sociedad Filarmónica de Londres para que lo “confortaran durante su enfermedad”. El 24 llegó un pedido de vino del Rin que había hecho un mes antes, y Beethoven dijo: “Es una pena, muy tarde”, supuestamente sus últimas palabras antes de caer en la inconsciencia.

El 26 se desató una tormenta vespertina. Según Anselm Hüttenbrenner, “a las cinco se vio el fulgor de un relámpago y se oyó el estruendo de un trueno. Después de este inesperado fenómeno de la naturaleza, que me sobresaltó enormemente, Beethoven abrió sus ojos, levantó su mano derecha en puño y, por unos segundos, miró hacia arriba con una expresión muy seria y amenazadora… cuando dejó que la mano levantada se hundiera en la cama, sus ojos se cerraron a medias… no más respiros, no más latidos de corazón”. Hüttenbrenner fue uno de los dos testigos de la muerte del compositor, el otro solo dijo que Beethoven había muerto alrededor del cuarto para la seis de la tarde. El funeral se celebró tres días después y el actor Heinrich Anschütz recitó el panegírico que había escrito el poeta Franz Grillparzer. Uno de los párrafos de la oración fúnebre sintetiza lo que los vieneses sentían por Beethoven: “Quien venga tras él no continuará; deberá volver a empezar, pues este precursor ha terminado su obra allí donde terminan los límites del arte.”

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