Los protagonistas de The Rake’s Progress de Stravinski

Ensayo del primer acto de The Rake’s Progress (La carrera de un libertino) de Ígor Stravinski en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes © Arturo López

El próximo 20 de octubre se presentará en el Palacio de Bellas Artes la ópera The Rake’s Progress (La carrera de un libertino) de Ígor Stravinski, después de más de 37 años* de ausencia en los escenarios mexicanos. Esta nueva producción, a cargo de Mauricio García Lozano, forma parte de los festejos por los 50 años del Festival Internacional Cervantino y se presentará antes en Guanajuato, los días 13 y 15 de octubre.

Con una dirección orquestal a cargo de Iván López Reynoso, al frente de la Orquesta y Coro del Teatro de Bellas Artes, el elenco estará integrado por el tenor méxico-alemán Emilio Pons en el papel de Tom Rakewell, la soprano valenciana Marina Monzó como Anne Trulove, el bajo-barítono monegasco Thomas Dear interpretando a Nick Shadow, la mezzosoprano Carla López Speziale en el rol de Baba la Turca, la mezzosoprano Gabriela Thierry cantará Mamá Ganso, el barítono Armando Gama será Papá Trulove, el tenor Andrés Carrillo será Sellem y el barítono José Manuel González Caro interpretará al Custodio del manicomio.

Estrenada el 11 de septiembre de 1951 —con libreto de W. H. Auden y Chester Kallman—, esta ópera ha sido descrita por el director de escena John Cox como “una ópera inglesa que accidentalmente compuso un ruso”. Esta descripción puede resultar descabellada, pero tiene algo, o mucho de cierto. La riqueza y singularidad musical de esta ópera la hacen destacar entre aquellas compuestas durante la segunda mitad del siglo XX dado el homenaje que Stravinski hace en ella al estilo de ópera clásica (refiriéndonos a aquellas óperas compuestas a finales del siglo XVIII) y claramente hace un homenaje a Mozart.

Pero dejemos que sean los protagonistas de esta nueva producción quienes nos platiquen acerca de sus impresiones acerca de esta ópera, el proceso de trabajo que han tenido en la puesta en escena y sobre muchos temas más.

¿Cuál ha sido su reacción al recibir la noticia de que cantarán en una nueva producción de The Rake’s Progress de Stravinski en Bellas Artes, después de 37 años de que no ve esta ópera en México? Podemos decir que la van a estrenar para una generación que nunca la ha visto en vivo en el siglo XXI.
Marina Monzó: Para mí la experiencia fue y ha sido como lo será para el público; cuando me ofrecieron cantarla, yo no la conocía bien. Sabía que Stravinski estaba totalmente fuera de mi zona de confort, por así decirlo, o más bien de lo que suelo cantar. Como fue Iván López Reynoso el que me llamó para hacerlo, y yo me fío completamente de él, acepté. Con todo y que no conocía bien el rol ni la obra. Para mí ha sido un descubrimiento muy grande. Me he enamorado completamente de esta ópera y creo que a la gente le va a gustar mucho. El hecho de que la gente lleve tanto tiempo sin verla en vivo aquí en México y que yo pueda hacerla es un regalo para mí y para ellos.

Thomas Dear: Estoy muy feliz de poderla cantar en México; es una ópera moderna pero que tiene tintes bastante clásicos por la manera en la que está escrita. Es una historia muy conocida, parecida a aquella de Faust y Mefistofele; tiene todo para ser accesible a quien la ve por primera vez y tiene también aspectos modernos que les van a atraer. Tiene la combinación perfecta para acercarse a la ópera: la gente en México es muy afortunada de poder presenciar esta obra. Contamos, además, con la suerte de tener a Iván López Reynoso al frente de la orquesta, y con Mauricio García Lozano como director de escena. 

Emilio Pons: «Para mi gusto, esta es la obra más grande escrita en el siglo XX»

Emilio, tú eres el decano de The Rake’s Progress; lo has cantado ya en tres producciones distintas en Europa, y esta será tu cuarta encarnación de Tom Rakewell. ¿Qué has encontrado de nuevo en estas diferentes versiones?
Emilio Pons: En general, cuando la gente está haciendo una producción en particular, te dicen: esta es mi ópera favorita o este es el mejor equipo con el que he trabajado; siempre repiten el mismo cliché. Créeme que te lo digo en serio: esta es una de mis cinco óperas favoritas. Ha sido una de mis favoritas durante muchos años, y siempre he dicho: ojalá que un día hagan esta ópera en México y, si es así, quiero ser yo quien cante el papel de Tom Rakewell. 

Mis otras óperas favoritas sí se han hecho, pero no me ha tocado cantarlas; hicieron Eugenio Oneguin, y le tocó esa vez cantar Lenski a Arturo Chacón Cruz, de quien soy muy fan. Pelléas et Mélisande no se ha presentado en México en muchísimos años, y es otra de mis óperas favoritas. Otra, Giulio Cesare in Egitto, sería una rareza que se hiciera en México, y la quinta ópera que me encanta es Idomeneo. Así que poder venir a cantar a México por fin un papel protagónico, en la ciudad en donde nací, es para mí muy significativo. 

Aunado a esto, The Rake’s Progress fue la primera ópera en la que yo, como estudiante, pisé por primera vez un escenario de manera semiprofesional en el enorme teatro que tiene la Indiana University, que fue donde hice mi maestría y mi doctorado en música. Fue en 1999. Yo estaba en el coro y fue la primera vez que vi esta ópera; recuerdo que me fascinó y, desde entonces, ha sido una de mis favoritas. Cuando Alonso Escalante me eligió para cantar este rol en esta ópera, pues yo estaba muy feliz. 

Más que descubrir nuevos aspectos del personaje, porque la historia es relativamente sencilla y fácil de entender, lo que uno descubre cada vez que la escucha son las nuevas referencias musicales escondidas, nuevos homenajes de Stravinski a la música del pasado. Eso es lo que a mí me fascina de esta ópera. Por ejemplo: el dueto final con Anne Trulove tiene toques de las Pasiones según San Mateo y San Juan de Bach. 

Obviamente, la primera referencia clarísima es la obertura —que remite a la toccata de L’Orfeo de Monteverdi—, y hay mil y una referencias a Bach, Mozart y Haydn. Otro ejemplo del cual me percaté mientras escuchaba a Marina cantando su aria ‘No word from Tom’ —que es el aria más famosa de la ópera (y que es la que siempre se lleva el aplauso más largo de la noche)—, al oír la parte donde canta “I go to him” me recordó mucho a Dr. Gradus ad Parnassum de Debussy. Así que hay miles de homenajes de Stravinski en esta partitura y es muy difícil entenderla la primera vez que la escuchas. 

Yo sugeriría a los que lean esta entrevista que hagan un poco de tarea y la escuchen primero, para que se familiaricen con ella, antes de ir a verla. Habiéndose familiarizado con ella, van a encontrar la que es, para mi gusto, la obra más grande escrita en el siglo XX.

Marina, eres conocida por ser una soprano que ha cantado y que se especializa en óperas de Mozart y belcantistas. Has cantado Le nozze di Figaro, Don Giovanni, Così fan tutte, Die Zauberflöte, pasando por óperas de Rossini como Il viaggio a Reims, La pietra del paragone, La scala di seta, Il signor Bruschino, y de Donizetti Don Pasquale. ¿Has podido fusionar tu experiencia en las óperas belcantistas con lo que te exige la música de Anne Trulove?
Marina Monzó: Totalmente. Retomando lo de “las primeras escuchas” de esta ópera, a mí me sucedió que la escuché varias veces y me enfrenté a una ópera que era muy distinta a lo que yo estaba acostumbrada a cantar. Cuando ya me la aprendí, técnica y estilísticamente, me di cuenta de que es muy cercana a lo que yo canto. Hay mucho de barroco, de colores belcantistas; hay mucha cercanía con mi repertorio a fin de cuentas. Lo comenté con Emilio: su aria es de un estilo completamente mozartiano. Está siempre en el pasaje, tiene saltos de registro grandes, de coloratura… Así que sí, he podido traspasar todo lo que he aprendido al cantar Mozart y bel canto a esta ópera. Creo que también es necesario adentrarse en el universo de Stravinski y de esta obra en particular, a nivel musical y estilístico. Cuando ya estás adentro de ese mundo, no puedes ni quieres salirte de él.

Thomas, en cuanto al papel de Nick Shadow, Stravinski le dio al bajo-barítono un rol extremadamente rico, tanto en lo musical como en lo histriónico. ¿Qué nos puedes decir de este personaje, comparado con los otros papeles que has interpretado?
Thomas Dear: Los bajo-barítonos tenemos roles grandes que se relacionan con las óperas de tema fáustico. Por ejemplo, el rol de Méphistophélès en Faust o el papel titular de Mefistofele de Boito. El primero canta muchísimo, pero es de carácter más ligero. En la segunda ópera que menciono la acción gira más en torno a Mefisto por ser el personaje principal, pero es una ópera más oscura. Lo que me gusta del personaje de Stravinski es que la relación entre Nick y Tom es una especie de paralelo de aquella entre Faust y Méphistophélès, pero, en mi caso, Shadow es más cómico. Es muy chistoso y se la pasa seduciendo a Tom a través de las palabras, porque todo lo que dice son textos increíbles. 

Recordemos que el libreto de esta ópera lo escribió W.H. Auden y es absolutamente fantástico. Me parece una manera preciosa de usar el inglés. Me gusta también el sarcasmo que usa Nick durante la ópera. ¡Lo adoro! Es muy interesante cómo cada personaje es representado musicalmente de manera tan individual, tan distinta. Si escuchamos con atención, Anne, Tom y Nick tienen música completamente diferente el uno del otro. Durante los recitativos, es muy interesante ver como se va llevando la acción y la psicología de los personajes.

El final de la ópera es poco usual, aunque hace un poco referencia a los finales con moraleja de, por ejemplo, Don Giovanni y Così fan tutte, donde tenemos a los personajes comentando lo que aprendieron o lo que se debe quedar como lección de lo que sucedió en escena. ¿Cuál es su sensación al final de The Rake’s Progress, donde pasamos de la muerte de Tom a un quinteto donde cada uno da su moraleja?
Marina Monzó: Me parece que es un final muy fuerte. Debo decir que me gusta mucho el final moralista de Don Giovanni; la ópera podría terminar con la muerte del protagonista, pero siento que había que hacer ese final con la moraleja de que ‘Questo è il fin di chi fa mal’. Creo que Rake’s Progress es muy parecida en ese aspecto; acabas con una atmósfera muy lúgubre, muy intensa. 

Cuando Tom se vuelve loco es devastador, es muy fuerte y luego, de repente, en el epílogo, cambia el tono de lo que cantamos y damos la moraleja de cada uno. Es un contraste, pero creo que, en esta puesta en escena que haremos en Bellas Artes, Mauricio (en lo escénico) e Iván (en lo musical) han logrado que no se note que está tan pegado el final de la trama y el epílogo. El mero final está como una pieza aparte. A mí me apasiona la atmósfera que se crea en la escena de la muerte de Tom.

Emilio Pons: Yo comparto la opinión de Marina; creo que, en la manera en que haremos el epílogo aquí, es como tendría que hacerse siempre. He cantado varias producciones de Don Giovanni y siempre me he preguntado por qué no terminan la función con la muerte de Don Giovanni y su descenso al infierno. ¡Odio el epílogo de Don Giovanni! Por más que sea una música celestial escrita por Mozart, lo odio. Entiendo que es una convención histórica del drama moralista y que, por cuestiones religiosas, en esa época se tenía que insistir mucho en no dejarse seducir por “el diablo”. 

Aquí, en Rake’s Progress, se entiende perfectamente que es una referencia directa de Stravinski a Don Giovanni y comprendo que, por ende, no se pueda obviar. A mí me gustaría que terminase la ópera de Stravinski con la muerte de Rakewell y el coro final. 

La escena final en el manicomio me parece que es una de las escenas más conmovedoras y bellas del repertorio operístico. Es la única ópera en la cual me mueve tanto cada vez que la escucho o la canto, que aún estando en el escenario me cuesta trabajo que no se me cierre la garganta por las ganas de llorar, porque la música es muy bonita. Me pasó una vez, en una función en Alemania, que me quedé casi sin poder cantar por esa sensación. Por ende, no me encanta la idea de tener el epílogo, que es otra cosa y otro tipo de música, pero creo que está muy bien resuelto aquí en la puesta de México.

Volviendo al personaje de Nick Shadow, Thomas: ¿es esta la primera vez que lo interpretas?
Thomas Dear: Es la primera vez escenificada; ya lo había cantado ya anteriormente, pero en una puesta semiescenificada.

¿Cómo ha sido el trabajo musical y escénico con Iván y con Mauricio?
Thomas Dear: Hemos sido afortunados de poder trabajar con ellos con tanta comodidad. Tuvimos cuatro días de ensayos musicales solamente con Iván, que es el director de orquesta, pero también es cantante. Es muy amable y comprensivo, sabe lo difícil que es cantar, y trabajar con él de esa manera ha sido un gran comienzo. Por otro lado, tenemos a Mauricio, que es director de escena, pero que también es pianista, así que entiende las necesidades de la música, y ambos son personas maravillosas. Ambos son muy talentosos y nos dan muy buenas ideas. No están presionados por el tiempo, pues hemos tenido bastantes ensayos, así que ha sido un proceso de trabajo de lujo. Somos afortunados de trabajar en estas condiciones.

Marina Monzó: Yo creo que, si queremos lograr lo mejor en esta obra, tanto a nivel vocal como interpretativo, cuanto más buen ambiente haya y de buena calidad, al final vamos a sacar lo mejor de nosotros mismos. Hay mucha gente que está convencida de que mientras más trabajes bajo presión, mejores resultados tendrás, y hay los típicos tiranos de la dirección de orquesta o de la escena que creen que esa es la mejor manera de trabajar. 

Yo soy más partidaria del buen ambiente de trabajo, que no quiere decir que nos la pasemos de fiesta, sino que haya una atmósfera de calidad y cómoda para todos. Para mí ha sido fundamental poder trabajar con Iván esos cuatro días y enfocarme solamente en lo musical. Es el laboratorio donde se crea todo y luego lo pasamos a la escena con Mauricio, que es un director súper abierto. Me gusta que tiene las ideas muy claras de cómo quiere las cosas, pero nos ha dado mucha libertad para explorar nuestros personajes. Trabajar en un ambiente relajado, pero con buena calidad, es fundamental. Es como podemos sacar todo lo mejor de nosotros y en verdad se nota eso en escena. 

Emilio Pons: Yo añadiría un aspecto importante. Hay prejuicios sobre el trabajo en México y la idealización del trabajo en Europa. Haciendo referencia a lo que acaba de decir Marina, yo en los últimos años me había alejado de los escenarios porque, como bien sabes, soy binacional: soy mexicano-alemán. Mi carrera ha sido 98 por ciento en Europa, y he cantado algo en Sudamérica, Asia y Medio Oriente, pero me he concentrado más en Europa. Yo ya estaba harto de hacer ópera al estilo europeo, en verdad hasta la coronilla. Porque Europa está plagada de directores de escena que son una bola de arribistas que no tienen idea de lo que están haciendo. Vienen apoyados por dramaturgos que son una mafia en Europa y que controlan todos los teatros. 

Es un secreto a voces, porque nadie lo dice abiertamente, pero tienes gente ultra incompetente empujando a otra gente incompetente que se portan como tiranos absolutos. Llegan al extremo de una Katie Mitchell, con quien hice Ariadne auf Naxos en Aix-en-Provence, que exige que estén todos los personajes de la ópera (hasta el oficial que dice una frase) ahí presentes, ocho horas al día, ocho semanas, pagando de su bolsillo el hospedaje porque esta mujer es incapaz de llegar preparada a un ensayo. Sin embargo, todas las feministas y los pseudointelectuales de izquierda en Europa la adoran y dicen que es una gran directora cuando, en realidad, esta mujer no sabe ni alemán. ¡No puede ni ordenar una cerveza en alemán!

A mí me frustra mucho que los mexicanos piensen que Europa es la panacea y que los europeos piensen que en México se trabaja mal. ¡Es exactamente lo contrario! Mi experiencia de trabajar con Mauricio cuando hicimos juntos Fidelio, hizo que me quedara con los ojos cuadrados. Yo estaba acostumbrado a que, en Alemania, el primer día de ensayos, llega el director de escena incompetente, abre la partitura por primera vez y empieza a preguntar literalmente: “¿Tú quién eres y qué papel haces? ¿De qué se trata tu personaje?” ¿Por qué hacen esto? Pues porque tienen millones de euros a su disposición, todo pagado por el Estado, entonces hay que despilfarrar. Tienen tiempo y dinero de sobra para desperdiciar. Nadie viene bien preparado, sobre todo los directores de escena. Ellos son los que están matando a la ópera en Europa. 

La primera vez que vine a México a hacer ópera pensé: si hacer ópera en Europa es un desastre, acá va a ser peor. ¡Y fue todo lo contrario! Mauricio ya había hecho todos los bosquejos de los movimientos escénicos de cada personaje, la logística de la escenografía, etcétera. Todo esto con actores mexicanos de habla alemana con los cuales nos presentó la ópera completa (Fidelio) y nos dijo que tomáramos de esas ideas lo que sirviera y lo que no, lo podíamos retrabajar. El bosquejo ya estaba hecho. Es impresionante la manera tan profesional en la que trabaja Mauricio. Jamás te trata mal o te dice malas palabras; no es altanero, nunca es soberbio, y está muy bien preparado. Es de los directores de escena más respetuosos y excepcionales; de esa calidad solo he trabajado con dos registas en Europa: Robert Carsen y Christoph Loy. Los dos son como relojes suizos; todo lo arman de manera perfecta. 

Y lo mismo que pienso de Mauricio, te lo puedo decir de Iván. Yo pensaba que iba a encontrarme con un niño genio tirano y me encontré con alguien súper musical, que es un excelente contratenor, toca muy bien el piano y el violín, y pues me dio una grata sorpresa. Tiene los pies en la tierra, no se sube a un ladrillo y se marea. Ellos dos son el equipo ideal; si yo pudiera, haría todas las óperas con Iván y con Mauricio. Añado a esto que yo ya había trabajado dos veces con Thomas, con quien me llevo increíble, así que estoy muy feliz de esta colaboración.

¿En qué óperas han cantado juntos tú y Emilio, Thomas?
Thomas Dear: ¡En demasiadas! (Ríe.) Hemos cantado juntos en El amor por tres naranjas (1921) de Serguéi Prokófiev en el Gran Teatro de Ginebra, y luego hicimos ahí mismo Ricardo III (2004) de Giorgio Battistelli. 

Emilio Pons: Es curioso, pero, si te pones a pensarlo, en The Rake’s Progress, yo canto más con Thomas que con Marina. La “pareja” que está más tiempo junta es Tom y Nick y no Tom y Anne. Así que fue esencial para mí el contar con un colega con quien tuviera esa cercanía y ese es Thomas. Conocer a Marina ha sido para mí maravilloso; su voz es hermosa y es verdaderamente fantástica. Es tan amable y fácil de llevarse bien con ella, tan bella y tan perfecta. ¡Es un verdadero privilegio cantar con ellos! 

Marina Monzó: «He podido traspasar todo lo que he aprendido al cantar Mozart y bel canto a esta ópera»

Enfoquémonos un momento en ti, Marina. ¿Cómo ves tu carrera en estos momentos y hacía donde quieres llevarla? Has cantado ya en teatros muy importantes como el Teatro Real, el Teatro de la Zarzuela, en el Festival de Pésaro, el Maggio Musicale Fiorentino, la Bayerische Staatsoper, por nombrar solo algunos…
Marina Monzó: Debuté con 21 años cantando La sonnambula de Bellini. Después participé en el Festival de Pésaro y, a partir de ahí, no he parado. He sido muy afortunada en ese sentido; yo pensé que durante la pandemia me quedaría sin cantar, pero como bien sabes los teatros en España no cerraron. Solo estuve sin trabajar cuatro meses; a partir de agosto de 2020 retomé mis compromisos y no he parado desde entonces. Cada mes tenía una producción distinta gracias a que los teatros estaban abiertos. 

Intento elegir mis roles de manera lógica y, si bien a veces llego a salirme un poco de los papeles que suelo cantar, como me pasó hace cuatro meses: debuté el rol de Donna Anna, el cual quise probar; mi decisión dependió mucho del director de orquesta, que quería una Donna Anna con mi tipo de voz. Conté además con un equipo de compañeros con los cuales teníamos afinidad vocal. Siempre trato de hacer las obras que mi instrumento me permite y esa vez me di el capricho de probar algo nuevo. Si va bien, pues voy para adelante, y si no, pues lo dejo. Tampoco me obsesiono con que tengo que hacer esto o aquello a fuerza.

Una soprano con mi tipo de voz siempre se ve presionada para hacer Lucia di Lammermoor o La traviata, pero yo no tengo ninguna prisa para cantarlas. Confieso que he dicho que no a muchísimas cosas. Con La reina de la noche me pasó algo muy parecido a Donna Anna: la probé, siento que me va bien, pero creo que me puede ir mejor Pamina. Así que, como no me siento cien por ciento a gusto, no creo que repetiría esa experiencia. Me fue bien, pero prefiero esperar para volverla a cantar. No quiero abarcar cosas que, en verdad, no pueda hacer. Como no me hace falta trabajo, afortunadamente, no estoy aceptando todo lo que me ofrecen.

Todo lo que sea bel canto y las óperas que sean saludables para mi voz son muy bienvenidas. Mi objetivo es hacer cosas sanas.

También has cantado zarzuela…
Marina Monzó: Me mucho la zarzuela y siempre canto una cada año. ¡No entiendo por qué no traen zarzuelas a México! Sé que mucha gente ve a la zarzuela como un género menor, pero es que no conocen mucho sobre ella. Si ves la reacción del público cuando los tenores y los barítonos cantan las romanzas de zarzuela, ¡es alucinante! No es nada sencillo cantar zarzuela, por cierto. Hay mucho texto hablado, hay mucho teatro, y la orquesta casi siempre es muy numerosa. Puede llegar a ser algo pesada, en algunos casos, y no todo tipo de voz la puede cantar. Para las voces muy ligeras casi no hay roles.

He platicado mucho sobre zarzuela cada año con Daniel Bianco, el director del Teatro de la Zarzuela, que arma unos elencos increíbles. Hay una variedad impresionante de títulos; habrá unas que se hacen más que otras, algunas son mejores que otras, como en todos los géneros y compositores. Hay zarzuelas preciosas que ojalá las pongan en México y que se pueda hacer pronto, porque es un género precioso. Para mí, la zarzuela es una joya y la gente de habla hispana se puede sentir más cercana a ella por el idioma.

Thomas Dear: «The Rake’s Progress es una sátira muy respetuosa sobre la ópera con música bellísima»

Platiquemos ahora un poco contigo, Thomas. ¿Cuáles dirías que son los papeles favoritos de tu carrera?
Thomas Dear: Es curioso, pero durante mi carrera, nunca he cantado un mismo papel muchas veces. Me gusta siempre adentrarme en territorios nuevos. Siempre intento cantar oratorios; próximamente voy a cantar una versión escenificada del Requiem de Mozart en Burdeos. Voy a cantar también muy pronto una ópera poco conocida de Gounod llamada La nonne sanglante (La monja sangrienta); cantaré el rol del Ermitaño. Esa ópera la iba a cantar antes de la pandemia de Covid, pero se pospuso para 2023. 

En mi carrera trato de cantar mucho repertorio eslavo y ruso; estudié con un maestro búlgaro y con maestros rusos y me encantan esas óperas. He cantado el Príncipe Gremin en Eugenio Oneguin y varias óperas de Prokófiev, como Esponsales en el Monasterio, que me encanta porque es una comedia, así como aquella que canté con Emilio. No esperarías humor así por parte de Prokófiev. Hablo italiano, así que también canto repertorio italiano.

Para terminar la entrevista, me gustaría que invitaran cada uno al público mexicano a ver The Rake’s Progress.
Thomas Dear: Creo que es una gran ópera, tanto para los que se están iniciando en ella como para los que ya son conocedores. Tiene el atractivo de que, como ya dije anteriormente, es una mezcla de estilo musical clásico con moderno. Es una sátira muy respetuosa sobre la ópera con música bellísima.

Marina Monzó: Yo los invitaría para que la vean por primera vez en México después de tantos años. No se sabe si volverán a ponerla pronto, así que es una oportunidad única de escucharla en vivo. Les recomendaría, mínimo, que escucharan dos o tres arias de la ópera antes de venir a verla en persona, para que así tengan algunos fragmentos familiares en la memoria. Vengan con el oído abierto y a disfrutarla.

Emilio Pons: Yo los invitaría también a que vengan a ver esta ópera porque cuenta con un elenco muy bueno. Me siento muy afortunado de que tengo a dos compañeros tan maravillosos a mi lado en esta ópera y confieso que, a pesar de ser el papel titular, sé que la que se llevará la función es Marina con su hermosa interpretación de Anne Trulove. Ella siempre recibe los aplausos más fuertes después de su aria y en los ensayos. Creo que la ópera se podría llamar Anne Trulove o Nick Shadow, sobre todo con dos cantantes como Marina y Thomas.

*Nota del editor: El estreno mexicano de The Rake’s Progress (La carrera de un libertino) fue en el Palacio de Bellas Artes el 3 de febrero de 1985, con el tenor neoyorkino Evan Bortnick (Tom Rakewell), la soprano Margarita Pruneda (Anne Trulove), el barítono Roberto Bañuelas (Nick Shadow), la mezzosoprano Estrella Ramírez (Baba la Turca), el bajo Enrique Leff (Papá Trulove), la contralto Margarita González (Mamá Ganso), el tenor Rafael Sevilla (Sellem el subastador) y el bajo Enrique Rodríguez (Custodio del manicomio), además de actores de circo, drama y bailarines. Todos bajo la dirección escénica de Ludwig Margules —quien hizo su debut operístico con esta producción— y con dirección musical a cargo del maestro Francisco Savín. Se ofrecieron tres funciones más, el 7, 10 y 12 de febrero.
Fuente: 100 años de ópera en México, por Carlos Díaz Du-Pond y Edgar Ceballos; Conaculta, INBA, Escenología AC, México 2003.
A decir de Jorge Vázquez Pacheco, colaborador de Pro Ópera, “esta ópera se había programado inicialmente para los festejos conmemorativos del 50 aniversario del Palacio de Bellas Artes en 1984, pero diversas circunstancias adversas aplazaron su presentación”.
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